Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Donde dije digo…
Vivimos tiempos procelosos en la política española que están generando reacciones encontradas en la ciudadanía. Frente al protagonismo central que las estrategias partidistas han conseguido en medios informativos, tertulias radiofónicas y hasta en las pausas cotidianas de café, comienza a asentarse cierta sensación de hartazgo por la falta de resultados concretos. El mapa electoral del 21D, ciertamente, ha dejado un panorama indeciso, de difícil aritmética parlamentaria; pero –quizás debido a ello- ha abierto un esperanzador aliento de cambio que ha impregnando la mayoría de las conciencias españolas. Esta vez, parecía, podía ser viable un cambio en la tradicional forma de encarar los problemas del país, con nuevas y desconocidas alianzas, con mucho esfuerzo de negociación y mesura y con unos protagonistas, la mayoría noveles, que debían empezar a mostrar su perfil más sociopolítico, lejos de los postureos de campaña anteriores.
De ahí la importancia que adquirieron las nuevas formas de debate, las concatenadas ruedas de prensa de unos y otros. La ciudadanía, lejos de huir, escucha, debate, critica, se esperanza; también se desanima, incluso empieza a desesperarse. Han trascurrido ya 72 días desde que ejerció su derecho al voto y el horizonte que ve dibujarse se acerca peligrosamente hacia una repetición electoral. De todas las variables posibles, sin duda, la menos esperada. Porque, independientemente de dónde y a quién depositaron sus votos, la mayoría de los /as electores/as siguen confiando en que el arte de la política se ejecute sin ambages, a corazón abierto, poniendo sobre las mesas de negociación la prioridad de país sobre cualquier otro principio; cediendo en lo superfluo, manteniendo la esencia reconocible, pero acercando programas y cerrando acuerdos.
Hasta el momento, conocemos los suscritos por el PSOE con Coalición Canaria y con Ciudadanos, ambos insuficientes para conseguir consolidar un gobierno de garantías. Fijándonos en el apartado educativo del pacto firmado entre Pedro Sánchez y Albert Rivera las primeras sensaciones son de escepticismo y malestar. Da la impresión de que tras muchos días de debate, el tema educativo ha sido un elemento de escaso interés por ambas partes (se le dedican 4 páginas de las 66 que contiene el documento final pactado) o bien un acuerdo difícil por tratarse de consensuar programas partidistas muy alejados entre sí.
Sea como fuere, lo que resulta desconcertante es la ligereza con que se despachan las referencias a la recuperación de los niveles de inversión precrisis, así como los más de 10.000 millones de euros perdidos durante la misma. Preocupantes son así mismo las insuficientes menciones a la derogación de la LOMCE (de momento, solo se apunta la paralización del calendario de implantación) y al futuro universitario (aún sin definir si se derogarán los tres últimos reales decretos aprobados por Rajoy, todos ellos facilitadores de las universidades privadas).
Y es que la comunidad educativa española lleva gastadas demasiadas energías en revertir el mal que en la educación ha supuesto el “periodo Rajoy” y puestas muchas esperanzas en contemplar un gobierno que asuma como prioridad el futuro educativo en España. No busca solidaridad ante el desamparo en que se ha dejado a la Enseñanza Pública, sino valentía política en la toma de decisiones que entierre este cuatrienio negro.
No se olvida el programa educativo con el que C´s se presentó a las elecciones. Tampoco se pretende ridiculizar lo pactado ahora entre ambas formaciones, pero si un partido como el PSOE pretende convencer a la ciudadanía –no sólo a sus señorías parlamentarias- de que está preparado para ser alternativa de poder, necesita más decisión. No debe olvidar los retrovisores que le señalan lo pasado, para que la marcha sea siempre hacia delante y siempre, siempre a la izquierda.
Es cierto que se abre algún horizonte que otro de relativo interés (posible estatuto docente y/o apuesta teórica por la investigación universitaria), básicamente por ser reclamaciones permanentes de los y las profesionales de la educación. Pero la suspicacia se cizañea entre este optimismo moderado cuando se recuerda no ser esta la primera vez que el PSOE ha apostado por ambas medidas que, sin embargo, nunca consiguieron ver la luz.
Por eso, siguiendo al gran Sabina, (“…al arrancarnos las vendas que nos negaban el cuerpo- descubrimos el presente - que es lo único que tenemos…”) dejaremos que sea el presente real el que aclare nuestras dudas. No sea que, al final, tengamos que recurrir a ese odioso dicho de “Donde dije digo…”
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