¿Divisa o monserga?

¿Es una divisa o resultará una monserga? Digamos que aún es pronto para resolver la cuestión, pero confieso que sería mucho más deseable y beneficioso para los ciudadanos que, finalmente, ese pomposo titular se convirtiera en signo de identidad, en señal exterior que nos permitiera distinguir un país mejor y más justo con un paro no mucho más allá del considerado “técnico” y con unos servicios públicos punteros.

Me refiero al preacuerdo suscrito por EAJ-PNV y PSE-EE (PSOE) “para conseguir una Euskadi más moderna, solidaria, sostenible y competitiva”. A mi es un lema que me suena. Así, todo seguido. Moderna-solidaria-sostenible-y-competitiva. De hecho, puedo decir sin riesgo de equivocarme (por lo menos mucho) que esos mismos términos formaron parte muy a menudo de los discursos públicos de Patxi López en el tiempo en que fue lehendakari. Eran algo así como un “mantra” a no olvidar.

Y es que, realmente, no era una mala consigna para una sociedad. Lo mismo servía para delimitar las características de la Euskadi por la que se estaba trabajando que para definir el objetivo de cualquier proyecto que reportara un bien a nuestra comunidad. Es lo que tienen las buenas palabras. Que te sirven para hacer bonitos discursos. Pero el caso es que hoy, estando las cosas como están, perdiendo empleos un día si y otro también, necesitamos algo más que palabras.

Necesitamos hechos que alienten la esperanza. Y un acuerdo firmado es un hecho que supone un buen comienzo. Es algo para aplaudir. Eso hay que reconocerlo sin ninguna tacañería. Además, nos habían hablado de un pacto fiscal y, al final, lo que nos han presentado ha sido algo más amplio.

Precisan que no se trata de un acuerdo de legislatura ni, mucho menos, de Gobierno. Dicen que tampoco es para firmar las paces, ni para garantizar las cuentas del 2014, ni, por supuesto, para olvidar el pasado...Pero, eso si, confirman que ese entendimiento podrá reportar a las arcas públicas 1.500 millones de euros en le periodo 2014-2016.

Es una pasta. No aclara el texto del acuerdo difundido cómo se va a recaudar esa suma, pero habrá que suponer que, en la recámara, han quedado las precisiones en torno a la modificación de impuestos y su correspondiente traducción en euros. De todas formas, y aunque resulte explicable que nos hayan querido evitar anticipaciones en torno a nuestros anuales saldos con la Hacienda Foral, una no entiende muy bien por qué se han empeñado en dar un título tan ampuloso a su consenso.

Y ¿Por qué emplear más de tres folios en una introducción que lo justifique si los ciudadanos saben de sobra que algo había que hacer para dar un meneo al país? ¿Por qué necesitan alargar el documento incluyendo en el texto la literalidad de un acuerdo ya logrado el pasado enero en el Parlamento para revisar la arquitectura institucional y evitar las duplicidades?

Dirán que todo eso no está demás, que atar los compromisos siempre es bueno porque así las partes se obligan. Pero ya sabemos que cualquier acuerdo está sujeto a la interpretación y la práctica nos enseña que cuando más farragoso sea, más fácil resulta, a la postre, saltarlo a la torera. Por eso, preguntaba al principio si estaremos ante una divisa, esto es, ante una marca ante una señal que nos facilitará hacernos perfectamente identificables como sociedad moderna, solidaria, sostenible y competitiva. O ante una fastidiosa monserga.