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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Estrategia política e impunidad

José Luis Salgado

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Estamos inmersos en las negociaciones que se plasmarán en la conformación de los nuevos ayuntamientos el próximo sábado y en algunas ciudades, como es el caso de Vitoria-Gasteiz, el tema está de lo más interesante. Está por concretarse lo que se ha dado en llamar “pacto anti Maroto”, una iniciativa impulsada por EH Bildu, que está buscando apoyos para desalojar al candidato más votado. Maroto incluso ha visto crecer sus votos, sí, pero también ha sido el candidato que ha sabido logrado cosechar un mayor rechazo con su estrategia basada en señalar a los extranjeros como mal de una ciudad que se ha construido y ha crecido gracias a la aportación de gentes de todas partes del mundo.

Esta estrategia para conseguir votos, que muchas personas tildan de racista o xenófoba, ha dado resultado entre una parte de una ciudadanía que ha visto como se han perdido muchos derechos sociales y laborales, que han sufrido recortes y desahucios y que padecen el desempleo juvenil y la precariedad, males paradójicamente propiciados por un Partido Popular del que es miembro el propio Javier Maroto. Eso de crear un problema y a la vez, proponer una solución a ese problema, es una vieja estrategia de dominación que siempre han usado las élites de este país. Y azuzar el miedo a lo “de fuera”, a lo diferente, es también un clásico. Pero es una estrategia que puede estallarte en las manos y no sabemos si este será el caso de Javier Maroto.

De momento, ya tiene algún compañero de ideología y de partido, como el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, abanderado también de una cruzada anti-inmigrantes, que está a punto de ser desalojado del Ayuntamiento gracias a un pacto de la izquierda, diversa sí, pero unida por una evidente razón de higiene democrática. En Vitoria-Gasteiz también es posible un pacto similar, aunque hoy Javier Maroto ha variado su estrategia para hacer un guiño al PNV, su apoyo más fiel durante la pasada legislatura. Incluso habla el polémico alcalde de fomentar un compromiso ético en materia de ayudas sociales. Gotas de lluvia sobre una calle mojada. Los votos ya los tiene en el bolsillo, aunque está por ver si se materializa eso que él llama “pacto de perdedores”, demostrando con ello el respeto que tiene a una gran parte de la sociedad vitoriana, esa que ha votado a otras opciones que no son la suya.

Dejar impunes este tipo de estrategias electorales es algo que no puede permitirse una sociedad democrática. Fomentar la división entre la ciudadanía de Vitoria-Gasteiz no es “enarbolar la bandera de la ciudad por encima de todo”. Es arrastrar esa bandera por el suelo, ya que el principal capital que tiene una ciudad son sus habitantes, sea cual sea su origen. Quien es capaz de despertar el dragón de la intolerancia y de meter una cuña en la convivencia de una ciudad, no merece regir los destinos de sus conciudadanos. Es triste que la corrupción y el fraude fiscal se perciban como algo lejano y prácticamente inevitable mientras que un porcentaje ínfimo de fraude en las ayudas sociales, tanto de nativos como de foráneos, sea la semilla sobre la que fomentar el desprecio e incluso el odio entre vecinos.

Hay mucho seguidor de Maquiavelo en la política actual y por eso los pactos dependen de muchos factores. Los partidos mayoritarios son muy remisos a estas maniobras destinadas a desalojar a la lista más votada. No les gustaría que una situación similar se produjese en su contra en otra institución o en próximas elecciones. Al menos el éxito de los procesos de confluencia de fuerzas de izquierda está permitiendo hablar de pactos de este estilo. Por eso los estrategas mediáticos del Partido Popular han apostado por usar también la estrategia del miedo contra estos partidos que han sabido apostar por unir fuerzas, aunque desgraciadamente en Euskadi no ha sido posible en todas partes, acusándola de “izquierda radical”, algo que se desmonta leyendo cualquier programa de estas plataformas que han apostado sin reservas por la transparencia, la participación y la ética en la política. Que la mentira no salga premiada y que se premie la apuesta por la convivencia. Ese es el camino que deberíamos empezar a recorrer este mismo sábado.

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