Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Normalidad dentro de la anormalidad en Euskal Herria
Nuestra tierra es tierra de contrastes, y nuestra gente es, como mínimo, variopinta. La evolución de los hechos, tras las Elecciones Municipales y Forales, han puesto de manifiesto algunas cuestiones que merecen un análisis. La conclusión final es que la normalización de nuestra convivencia hace que algunas anormalidades parezcan normales y, del mismo modo, que algunas normalidades parezcan anormales. Ocurre así, entre otras cosas, porque las fuerzas políticas adolecen de estar dirigidas por líderes poco consistentes y valientes, a la vez que se muestran remisas a mostrar sus principios, valores e ideologías. En suma, que tienen mucho más de grupos de personas con intereses comunes, que de grupos de personas con un proyecto común. Se explica fácilmente con los pertinentes ejemplos.
Una normalidad que parece anormal ha sido el desalojo del popular Maroto de la alcaldía de Vitoria. ¿Cabía otra solución? Debería haber abandonado él mismo (o haber pedido perdón públicamente por sus afirmaciones sobre los inmigrantes), por decencia, pero que el desalojo se produjera a través de una medida de “emergencia” que unió a fuerzas minoritarias en votos para propiciar la mayoría “ejecutora”, constituye lo normal en una sociedad democrática y solidaria que debe desterrar toda actuación o intención segregacionista. Que el PP haya premiado a Maroto es propio de su caciquismo operativo. No obstante ahora habrá que vigilar de qué modo se comporta el nuevo gobierno municipal de Vitoria, que ni ha de ser justiciero ni ha de ser revanchista en sus comportamientos y decisiones.
Pero hablemos también de las anormalidades que se producen dentro de la normalidad. Los ejemplos más significativos se han producido en Navarra. Es cierto que los gobernantes navarros, con Barcina a la cabeza, han venido actuando con muy escasa sensibilidad hacia la realidad social de la Comunidad Foral, pero la irrupción del nacionalismo vasco (no vasco-navarro) ha sido demasiado patente en sus taimadas intenciones. Dentro de la normalidad en que por suerte vivimos ahora, facilitar que el alcalde de Pamplona sea un miembro de Bildu, -aunque fuera capaz de condenar un atentado de ETA-, tiene algo de anormalidad. Desde luego que no tanto para quien, como yo, entiende las situaciones tras haber diseccionado con detenimiento las informaciones, pero sí para los miles de personas que se dejan “aconsejar” por los consejeros de los partidos políticos. (Ya sé que lo que acabo de decir se puede prestar a interpretaciones muy perversas, pero tómese en su justa dimensión y con la benignidad con que han sido expuestas).
Del mismo modo resulta anormal, dentro de la normalidad, que habiéndose anunciado que el Gobierno navarro de Uxue Barkos estaría integrado por personas en que fuera más importante su nivel técnico que su adscripción partidista, el segundo de a bordo sea, ni más ni menos, el Presidente del PNV en Navarra Manu Ayerdi. El desalojo de la presidenta Barcina fue presentado casi como si se tratara de un tratamiento terapéutico para Navarra, por eso se optó por Uxue, teniendo en cuenta su trayectoria nacionalista, pero poco “forofa”, y sus características ya mostradas con anterioridad, y contrastadas. El desembarco de Manu Ayerdi tiene algún significado concreto que, de momento, se nos escapa a casi todos y que el tiempo se encargará de esclarecer. Es, sin duda, una anormalidad dentro de la normalidad.
Y hay otra anormalidad patente, tanto que como tal ha sido presentada en las páginas de los periódicos. La nueva consejera de Interior y Justicia de Navarra ha sido propuesta por Bildu: María José Beaumont será la responsable de la Policía Foral y tendrá que decidir sobre sus actuaciones cuando se presenten situaciones conflictivas. Su condición de activista en el complicado conflicto del Embalse de Itoiz, en tantos casos rayano con interpretaciones laxas e interesadas de la Ley, convierten su nombramiento en una anormalidad dentro de lo normal. ¿Procurará resolver los tumultos y manifestaciones que protagonicen sus “partidarios”, si se llegaran a producir, con la debida diligencia? ¿Procurará que sus fuerzas de seguridad cumplan su papel mantenedor del orden cuando toque, pero también represivo cuando sea menester?
Creo que los que vivimos en Euskal Herria (uso el término en su acepción meramente territorial o geográfica) aún padecemos cierto estado de hipersensibilidad que nos hace ver como anormales algunas cosas que son normales, y viceversa. Cuando pase el tiempo suficiente, por fin, seremos tan normales interpretando como obrando y ni actuaremos con arteras intenciones ni interpretaremos lo que hagan los otros con el colmillo retorcido. Espero que ese tiempo llegue cuanto antes.
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