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Algo más que un partido de fútbol
Este sábado se juega en San Mamés algo más que un partido de fútbol. En primer lugar porque el encuentro entre la Euskal Selekzioa y Palestina se trata de un destacable acto de solidaridad, de demostración de empatía de los vascos con la causa palestina, con un pueblo azotado por una cruel barbarie a manos del ejército israelí, algo que no puede caer en el olvido ni en la indiferencia. Podrá decirse que en el planeta hay muchas más injusticias, más abusos y vulneraciones masivas de derechos humanos susceptibles de manifestaciones de protesta y apoyo. Y es cierto. Sin ir más lejos, en el continente europeo, la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, o en una tierra americana que nos es muy próxima, Venezuela, la dictadura de Maduro, que roba elecciones y pisa los derechos de los que se le oponen. Tampoco cabe mirar hacia otro lado en tales casos, lo que algunos de entre nosotros hacen selectivamente por una mal entendida y poco comprensible afinidad ideológica.
Pero lo ocurrido en la Franja de Gaza merecía una reacción singular y propia, por lo que tiene de terrible deshumanización, de escarnio televisado al mundo, y merece de un acontecimiento como el del día 15 de noviembre en Bilbao. Un grito de basta ya que también debería incluir la condena a los actos terroristas de Hamas, que desembocaron en el injustificable genocidio infligido al pueblo civil palestino, donde más de 68.000 seres humanos, incluidos niños, han sido borrados del mapa, además del general destierro y la hambruna perpetrados por un criminal de guerra llamado Netanyahu.
En segundo término, el partido de fútbol entre las selecciones vasca y palestina tiene sin duda otra significación, más allá del señalado trance humano y social, pero importante también para un pueblo que persigue determinar su identidad nacional como el nuestro. Será una nueva oportunidad de ver en un terreno de juego al combinado verde, al equipo que una gran mayoría de vascos aspira a ver competir, de una vez, en el ámbito internacional. Como hemos conseguido en el deporte de la pelota, también en fútbol queremos que nuestra selección compita oficialmente, y para ello es necesario que vuelva a jugar partidos con asiduidad, recuperando la ilusión y el empuje de antaño, para hacer valer por fin el objetivo de la solicitud formal de integración internacional que formuló la Federación Vasca de Fútbol el 15 de diciembre de 2020.
Es hora de retomar el expediente, orillado en los últimos años, y que la nueva directiva federativa ha prometido actualizar. El partido de Palestina es un momento inmejorable para retornar a esa senda, para, desde un nuevo estadio de San Mamés repleto por primera vez en estas lides, poder mostrar, además de la cercanía con un pueblo sojuzgado, la expresión de adhesión también a la selección propia. Una selección que con esta ocasión nos hará rememorar episodios históricos, como cuando el equipo de Euzkadi recorrió el mundo recibiendo esa misma solidaridad internacional en tiempos bélicos difíciles. La historia no se repite pero a menudo rima, decía Mark Twain.
Cabe felicitar a la Federación Vasca de Fútbol (FVF) por la organización del evento, que no era fácil en estas circunstancias y con los recursos limitados a su alcance, y esperar que la jornada transcurra desde la total ejemplaridad, sin que nadie aproveche para sacar los pies del tiesto. Que sea una fecha inolvidable, preludio de otras puestas en escena de nuestra solidaria y deseada selección.