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Contrastes e historia por La Blanca: Vitoria despide al único Celedón del siglo XXI en las primeras fiestas con alcaldesa

Celedón, este 4 de agosto de 2023 en Vitoria

Iker Rioja Andueza

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Vitoria ha descorchado a las 18.00 horas, como cada 4 de agosto desde 1957 con permiso de los dos años de parón por la COVID-19, sus fiestas de La Blanca. 40.000, 50.000 o incluso 60.000 personas -aquí nunca ha habido una estadística oficial fiable- han colmado la Virgen Blanca y todo su entorno. Pero la bajada de Celedón de 2023 ha sido singular por sus contrastes. Histórica incluso, si es que el calificativo no está ya desgastado. Es la última ocasión en que Gorka Ortiz de Urbina encarna al aldeano de Zalduondo después de ser el rostro más reconocible de la jarana desde 2001, esto es, durante todo lo que va de siglo XXI. Por el contrario, es la primera ocasión en que una mujer ejerce como alcaldesa en el momento cumbre del vitorianismo. El honor ha sido para Maider Etxebarria, del PSE-EE. Desde 1479 constan más de 225 hombres en el listado de munícipes mayores de la capital vasca y desde 1957 diez varones habían recibido de Celedón el pañuelo festivo hasta ahora. Hasta ahora. A las 18.12 horas, Etxebarria y Ortiz de Urbina han cruzado sus caminos y sus miradas en la balconada de San Miguel en una fotografía que nunca ha existido antes y que nunca se repetirá.

Ha sido una edición en la que el paraguas de Celedón ha adquirido sentido. La blusa no le ha sobrado y no ha necesitado meter un refresco en el vellocino que lleva colgado al hombro. En pleno agosto, Vitoria ha vivido una jornada fresca, de cielos grises y lloviznas intermitentes, aunque no en el momento crítico. Este año han sobrado los gorros de paja que otros años son imprescindibles para protegerse del sol. Pero, ¿quién es Celedón? La pregonera de este año, Txaro Arrazola, quiso destacar la significación que tiene el personaje para la ciudad. De hecho, lo ha descrito como un migrante de un pueblo de Álava que llegó con su hatillo a la ciudad mediado el siglo XX. Luego llegaron personas de toda España y ahora lo hacen de todo el mundo. “Vitoria-Gasteiz es una ciudad maravillosa, de rica diversidad, y es importante seguir impulsando esa diversidad cultural”, solemnizó Arrazola en su discurso, que tuvo lugar este miércoles.

“He tenido la suerte y el orgullo de poder encarnar a Celedón estos 21 años. Sabe a despedida y realmente se me va a hacer difícil. Me voy con pena y con ganas también. Seguramente la persona que venga detrás de mí lo hará muy bien”, había manifestado Ortiz de Urbina antes del chupinazo. “Veintiuna bajadas. Me habéis tratado de cine. Os llevaré siempre en mi corazón”, le ha dicho a la ciudad el blusa como último mensaje.

Desde hace meses, entretanto, se ha instalado en la ciudad el debate de si su sucesor podría ser una mujer. “La sociedad ha evolucionado hacia la igualdad”, estima el propio Celedón saliente. El antropólogo y experto en fiestas de Vitoria Jesús Prieto Mendaza, por el contrario, es muy claro en no estar a favor. “Estamos confundiendo cosas. Abordamos temas muy importantes, como es el de la desigualdad de género, desde cuestiones epidérmicas y no desde la raíz del problema. Debemos combatirla en cuestiones como la violencia sexista, las dificultades para conciliar la maternidad con el trabajo, la diferencia de sueldos o la dificultad de acceso a determinados puestos o nichos de economía. Estaremos debatiendo si es pertinente o no que una 'neska' baje de Celedón o no y nos despistaremos”, apunta. Las instituciones han sido muy cautelosas en sus declaraciones. Ni sí ni no ni todo lo contrario. Primero despedir a Ortiz de Urbina con todos los honores y luego los debates. Vitoria, cada 7 de agosto, ofrece desde hace décadas una versión “txiki” de Celedón, un muñeco que también se encarna en un blusa. Pero en 2002 surgió ya la figura de 'neska txiki' como acompañante del blusa elegido. Y, en 2008, ya con el nombre de Edurne, bajan dos muñecos.

Protagonismo albiazul

Ortiz de Urbina es el cuarto 'primus inter pares' entre los blusas, el alma de la fiesta en Vitoria y cuyas cuadrillas tienen una cada vez mayor presencia femenina. Su salida se explica en buena medida también por no superar los récords de José Luis Isasi, el primero en encarnar al personaje en pleno franquismo y cuando el chupinazo era en la plaza de España y no en la Virgen Blanca. Excepcionalmente, en 1976, el año de la matanza del 3 de marzo en Zaramaga, el blusa Enrique Orive asumió la función como un paréntesis antes de una nueva etapa de Isasi. En 1980 y hasta 2000, Iñaki Isasi fue el que se calzó las abarcas y portó el paraguas de la fiesta. Ortiz de Urbina pasará también a la historia por haber tenido el protagonismo en el quincuagésimo aniversario, en 2007, cuando compartió espacio con Landa, y por el parón de 2020 y 2021 por las restricciones de la COVID-19.

En 2001, Ortiz de Urbina apareció con un Deportivo Alavés subcampeón de Europa tras la histórica final de la Copa de la UEFE en la ciudad alemana de Dortmund. En 2023 se despide con el club fundado en 1921 como protagonista del inicio festivo. Imitando a Pamplona con Osasuna en San Fermín, se ha invitado al equipo de fútbol a prender el cohete anunciador. La decisión ha partido de EH Bildu. Es tradición que el primer partido político en las elecciones proponga a los chupineros el primer año de la legislatura. Sin embargo, también ha sido una aparición de contrastes la del Deportivo Alavés. El equipo masculino ascendió en junio a Primera División pero el femenino, igualmente presente, descendió de categoría. Finalmente, los representantes albiazules han sido los capitanes Antonio Sivera y Alba Aznar, los excapitanes Víctor Laguardia y Mery Ortiz de Pinedo, y los aficionados Aratz y Raúl Corralejo y Leire Ruiz de Apodaca. Inevitablemente, el 'Celedón ha hecho una casa nueva', la canción tradicional de fiestas ahora bilingüe se ha mezclado con los cánticos de Mendizorroza, incluso con un trocito del himno oficial, en puertas del regreso del equipo masculino a la máxima categoría el próximo fin de semana y en Cádiz.

400 actos

Las fiestas de La Blanca se prolongarán hasta el 9 de agosto. Más bien, hasta la madrugada del 10 de agosto, cuando Celedón volverá a San Miguel haciendo el recorrido inverso. Más de 400 actos conforman la programación oficial, este año capitaneada también por una nueva responsable de Cultura, Sonia Díaz de Corcuera, hasta hace semanas directora de Tráfico del Gobierno vasco. Los grandes conciertos de Los Fueros son el plato estrella. Hay una mezcla muy heterogénea en el escenario central, con ETS y Huntza o Camela y Víctor Manuel. Pero en otras plazas estarán Kai Nakai, Joselu Anayak o Los Diablos. Hay teatro y monólogos de humor, hay barracas en Mendizabala, hay paseíllos de las cuadrillas pero no corridas de toros -nunca se prohibieron pero murieron por inanición, a diferencia de las 'idi-probak' o de las vaquillas- y fuegos artificiales. La comparsa de gigantes, cabezudos, figuras de la baraja de Heraclio Fournier y Gargantúa está de celebración. El último, el gigantón que se come niños, cumplió 100 años en la cabalgata de los Reyes Magos y le han comprado ropa nueva. Asimismo, algunos cabezudos han sido sometidos a cirugía estética para rejuvenecer su imagen. Se trata de un grupo más que centenario y uno de los elementos más icónicos de la tradición vitoriana. Asimismo, el programa mantiene liturgias religiosas que son las que dieron origen a estas celebraciones en torno al día 5 de agosto, La Blanca.

La ciudad, hace tiempo ya, se inclina más por lo pagano en estos días grandes. Ya se ha aprovisionado de litros y litros de bebida para nutrir las barras. De hecho, los bares montan en el exterior de sus locales otra segunda barra para despachar las bebidas con más agilidad. Los operarios incluso colocaban neumáticos viejos en el suelo en la mañana de este viernes en el entorno de la Virgen Blanca para sacar con facilidad los barriles de cerveza. También decenas de furgonetas han repartido hielos. También como es tradición los precios han subido de modo automático. En tiempos de lucha contra el cambio climático es una cruzada que nadie cuestiona que se apueste por el plástico para beber alcohol y se persiga el vidrio. Sin embargo, sí que ha ido reduciéndose a la mínima expresión la costumbre de fumar un puro con Celedón. Hay quien los enciende pero no existe ya esa nube de humo que difuminaba las fotografías de la Virgen Blanca hasta hace unos años.

Una balconada con Querejeta y sin el lehendakari

En la balconada, la alcaldesa Etxebarria ha tomado el relevo de Gorka Urtaran. Con ella estaba todo el equipo local de Gobierno, compuesto también por el PNV con Beatriz Artolazabal a la cabeza. De la oposición, Rocío Vitero ha sido muy protagonista al ser suyo el honor de ceder el chupinazo, pero también han acudido el PP de Ainhoa Domaica o Garbiñe Ruiz de la coalición Elkarrekin. El diputado general de Álava, Ramiro González, ha sido de los primeros en fundirse en un abrazo de despedida con Celedón. No ha fallado la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, el delegado del Gobierno de España, Denis Itxaso, y la representación del Gobierno vasco se ha limitado a la consejera vitoriana Nerea Melgosa. Son ya muchos años en los que Iñigo Urkullu no acude. El protagonismo del Deportivo Alavés ha hecho que hayan estado en primera línea el dueño, Josean Querejeta, y el presidente del club, Alfonso Fernández de Trocóniz. El obispo Juan Carlos Elizalde, con camisa blanca, ha bailado al son de las canciones y como él decenas de invitados institucionales o anónimos.

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