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De la investigación de las oposiciones de Osakidetza al coronavirus: un año de Nekane Murga al frente de la Sanidad vasca

Nekane Murga, con el lehendakari Iñigo Urkullu

Iker Rioja Andueza

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Hace justamente un año, el 14 de marzo de 2019, la bilbaína Nekane Murga Eizagaechevarria asumía la cartera con más presupuesto del Gobierno vasco, la de Salud, con 3.941 millones. Bajo su mando quedaba la más grande y quizás más importante 'empresa' vasca, Osakidetza. 366 días después -ha sido año bisiesto- Murga se halla al frente de la de la mayor crisis de salud pública que ha vivido Euskadi, un combate global contra el coronavirus. La doctora Murga no destaca por sus habilidades como portavoz, como admite en el propio Ejecutivo, pero pocos gestores políticos pueden asomarse estos días a los gabinetes de crisis sabiendo cómo se salva una vida y habiéndolo hecho en primera persona.

“En el aeropuerto de Málaga tuve la posibilidad de realizar las maniobras de resucitación. El paciente vive, está bien y no tiene lesiones cerebrales”, explicaba ella misma en un vídeo publicado en YouTube en 2012, cuando esta cardióloga de carrera se animó a divulgar la importancia de los primeros auxilios y de la vida sana en diferentes plataformas. Ahora tiene Twitter abandonado. Jefa de servicio en el Hospital de Basurto, responsable de la Sociedad Española de Cardiología y profesora, en 2017 el consejero Jon Darpón la convocó para su equipo en el Departamento de Salud como directora de Planificación, Ordenación y Evaluación Sanitaria.

Pero el 1 de junio de 2018 todo cambió para Darpón. Ese día -el mismo en que Pedro Sánchez ganó la moción de censura- empezaron las denuncias de manipulación en las oposiciones médicas que se habían celebrado esa primavera en el Servicio Vasco de Salud. Anestesia, Angiología, Neurocirugía y, sí, también Cardiología. La posibilidad de que se produjeran filtraciones para beneficiar a candidatos muy concretos tomaba cuerpo y Darpón y su equipo aparecían cercados por las exigencias de responsabilidades políticas por parte de la oposición aunque él clamara que “esto no es Venezuela” y que no había elementos “objetivos” que probasen unas prácticas que parecían 'vox populi' en la Sanidad vasca.

Pasaron los meses y fueron cayendo altos cargos, como la directora general de Osakidetza, María Jesús Múgica, o el responsable de Recursos Humanos, Juan Carlos Soto. La Fiscalía halló indicios de delito y, finalmente, Darpón se marchó, como quiso haber hecho al principio. En el Parlamento, el lehendakari, Iñigo Urkullu, nombró nueva consejera de Salud a la doctora Murga, hasta entonces con muy poca proyección pública desde esa segunda fila de la Administración. Murga no está afiliada al PNV, aunque desde su nombramiento ha participado incluso en actos electorales.

En junio, este periódico accedió a información judicial del caso de las oposiciones de Osakidetza que en un inicio no había sido enviada a la Fiscalía por el Gobierno. Entre ese abundante material había grabaciones de la investigación interna realizada por comisionados del Servicio Vasco de Salud para salir al paso de las denuncias. Uno de los testigos era la cardióloga Izaskun Obieta, convocada porque en esa especialdad los resultados fueron realmente llamativos, tantos exámenes perfectos como plazas en juego en una prueba difícil. Ella y un colega, el doctor Ángel Loma Osorio, habían denunciado filtraciones de antemano y las quejas no se tomaron en consideración.

En una larga comparecencia, Obieta fue clara: “Es 'vox populi' que las oposiciones de especialidades médicas sufren filtraciones siempre desde hace años”. Y contó una anécdota para demostrarlo. “En la segunda OPE, que es la que pasé, -supongo que no le importara a la doctora Murga que lo mencione- yo estaba en Mallorca. Había hecho el examen, había vuelto, y coincidimos allí antes de que saliera el resultado del segundo examen. Coincidimos en una charla que ella había ido a dar. [...] Como la conocía, cuando acabó fui a hablar con ella. Y entonces ella me comentó: 'Para no tener el examen, lo has hecho muy bien'. [Silencio] Con comentarios como ésos, con lo que ven mis ojitos, con comentarios de ese estilo… Pero vamos, ya le digo, no es una persona en concreto. Es 'vox populi”, manifestó Obieta, dando a entender claramente que Murga conocía estas prácticas.

En comparecencias parlamentarias y ante los medios de comunicación Murga capeó el temporal con el apoyo político permanente de Urkullu. Y así llegó 2020. El área de Salud se topó primero con la contaminación del aire en el entorno del accidentado vertedero de Zaldibar. Un colaborador 'tranquilizó' a la población explicando que los furanos que se habían detectado se habían empleado para atentar contra un presidente de Ucrania. Y después estalló la crisis del coronavirus. El primer caso en Euskadi se conoció el 28 de febrero. En realidad fueron dos, uno en Gipuzkoa -una joven que venía de Lombardía- y otro en Álava.

La consejera supo interpretar perfectamente que ese primer caso alavés era muy preocupante. La bomba de relojería estaba en el mismo corazón del sistema y hoy es el día en que Álava marca las tasas de incidencia más altas de España, por encima de Lombardía y a punto de alcanzar -en proporción a su población- a la provincia de Wuhan. La 'paciente cero' era una internista del hospital de Txagorritxu que había trabajado en contacto con colegas y pacientes unos días y que posteriormente estuvo varios días de baja hasta que el PCR dio positivo. De un plumazo se abría la puerta a decenas de contagios y a centenares de sanitarios en cuarentena en Txagorritxu, el hospital de referencia de la capital vasca para contener la pandemia.

Murga se personó en Txagorritxu ese viernes y conoció de primera mano lo ocurrido. A la mañana siguiente, el último día de febrero, ofreció una rueda de prensa en Bilbao. Desde entonces han sido muchas las comparecencias públicas y más las reuniones privadas, siempre con la insignia dorada del Gobierno en la solapa pero no siempre con el mismo par de gafas. “Te espera el lehendakari”, le comunicó un día de esta semana una asesora invitándole a terminar una conversación informal con periodistas. En el equipo de Urkullu destacan su “capacidad de trabajo” y su puntillosidad, aunque asumen que parece una portavoz distante cuando le toca ofrecer datos. A ello se añade que Osakidetza ha decidido deliberadamente no facilitar bastantes informaciones y no responder a determinadas preguntasa medida que la situación se ha ido complicando. 

En la frenética agenda de los últimos días, Murga ha tenido contacto con los directores de los medios de comunicación. Se ha 'videoreunido' con otros consejeros autonómicos y con el ministro del ramo, Salvador Illa. Ha defendido también a la organización y criticado a los sindicatos por cuestionar la respuesta a la crisis. Murga ha enviado largos mensajes de Whastapp a la oposición informando de la situación. En uno de ellos, no tan lejano en el tiempo, llegó a considerar “esperanzadores” los datos, justo cuando la curva de casos se disparó en Vitoria y las restricciones empezaron a adoptarse escalonadamente. La titular de Salud nunca ha ocultado que es consciente de lo dramático de enviar a los estudiantes a casa o de adoptar otras medidas. Nadie lo había hecho hasta entonces. Pero también dejó la frase de que, en la batalla contra el coronavirus, “todo está sobre la mesa”. Le ha dado tiempo incluso a recibir -que no a recoger- el premio como mejor mujer sanitaria en el ámbito de la Administración pública, otorgado por la publicación 'Redacción Médica'.

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