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Casi el 25% de los ríos vascos tiene contaminación en sus cauces

Alberto Uriona

Bilbao —

Casi el 25% de los ríos de Euskadi tiene sus aguas en mal estado, según el último informe publicado por Ura, la Agencia Vasca del Agua. Un total de 14 ríos de los más de 60 analizados no cumple la calidad exigida por la Unión Europea, según se desprende del estudio correspondiente a 2011. La situación es algo mejor que en 2010, cuando había hasta 16 cauces fluviales con problemas de contaminación, pero peor que hace seis años: en 2007 había diez ríos en mal estado. Ura considera que la situación es mejor ya que ahora se mide la contaminación no por ríos sino por tramos concretos de cada cauce. “Un río es como si tuviera pacientes diferentes. El Deba es diferente antes y después de Mondragón”, explica uno de los técnicos de la Agencia Vasca del Agua.

Los puntos negros se localizan principalmente en las cuencas del Ibaizabal en Bizkaia y la del Deba en Gipuzkoa. Y los problemas están causados principalmente por sustancias como el plomo, mercurio, níquel y cadmio. “Todavía hay un apreciable porcentaje de puntos de control que no alcanzan el buen estado químico, especialmente los ubicados aguas abajo de los núcleos urbanos con mayor densidad de población e industrialización”, señala el informe de Ura en sus conclusiones.

La elaboración de estos estudios se debe a la llamada Directiva Marco del Agua (DMA), aprobada en 2000 y que fija la realización de una serie de informes y vigilancia del estado ecológico de ríos y estuarios en toda la Unión Europea. El Gobierno vasco elabora desde 1993 un informe anual sobre los ríos, aunque entonces sólo se analizaban una veintena de ríos, y desde 2003 se ha adaptado las directrices comunitarias en la realización de estos informes.

En el informe de 2011 se ha trabajado sobre un total de 107 puntos de control, que han analizado 21 cuencas por las que discurren más de 60 ríos. El informe de Ura muestra la valoración más positiva al señalar que el 79% de los puntos de muestreo de los ríos han presentado un estado muy bueno o bueno y solo el 9% tienen una valoración deficiente y mala. Pero al analizar los datos por cuencas y ríos, los resultados son diferentes. Ocho de las 21 cuencas presentan problemas de contaminación y entre los más de 60 ríos, la contaminación afecta a 14. “Ahora hacemos la medición por masas de agua y tenemos 138, que son tramos de río de características más homogéneas y una longitud similar”, explica el técnico de Ura. Agrega que la fluctuación de los datos y el hecho de que en 2007 los informes fueran mejores, se debe a varios factores: “existen nuevas herramientas, los tramos de los ríos que se analizan cambian y la capacidad de análisis tampoco es la misma por las disponibilidades presupuestarias”.

El informe, que analiza también el estado de los cauces fluviales cada año desde 2007, destaca la contaminación persistente durante ejercicios seguidos, en media docena de ríos, como el Nervión y el Butron en Bizkaia, el Deba en Gipuzkoa y el Zadorra en Álava.

Los factores que más perjudican a los ríos vascos son la depuración y el saneamiento insuficiente, la contaminación puntual por actividades industriales, la provocada por la agricultura, la alteración del hábitat fluvial debido a presiones agrícolas y urbanísticas o el aprovechamiento intensivo del suelo y agua, como el generado por las centrales hidroeléctricas.

Pese a que la situación ecológica de los ríos apenas ha mejorado en los últimos años (tras los grandes avances en la década de los 90), el informe de Ura vuelve al lanzar el mensaje de los estudios anteriores: “es previsible que en los próximos años se vayan obteniendo progresivamente mejores resultados, debido a la implantación de las nuevas medidas de saneamiento ya ejecutadas o las que se están llevando a cabo”. La Agencia Vasca del Agua incide en que la mejora en los ríos es un proceso gradual. “Desde que se hace una infraestructura de saneamiento [cuya carencia ha sido una de las causas principales de la contaminación fluvial] tienen que pasar cuatro o cinco años para que haya vida en el río. Es una evolución de ritmos moderados pero la tendencia es de mejora continua”, afirma el técnico.

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