Don Quijote y la Joven Orquesta de Extremadura
Ser músico, extremeño y joven menor de 35 años, tiene más de caballero que se enfrenta a molinos, que de profesionales que pueden confiar en una administración, que una y otra vez, les niega su reconocimiento.
Durante años hemos vivido muy de cerca cómo las administraciones decidían prescindir de los servicios de algunos conservatorios de Extremadura, obligando a profesores y a alumnos al éxodo público; a embarcarse en aventuras profesionales privadas que, poco a poco, han convertido el hecho de disfrutar de la música, en una obligada transacción comercial.
Si de algo podíamos presumir en los Estados llamados del Bienestar, es que servicios públicos como la educación o la sanidad y otros que no eran rentables económicamente, eran cubiertos por nuestra Administración, pero da la sensación de que con la justificación de la crisis nos estamos empeñando en creer que todo el tinglado debe ser desmontado para dar alas a la recuperación económica. Asistimos a diario a la externalización de servicios básicos, donde los casos de corrupción afloran sin cesar, aprovechando en la mayoría de los casos las adjudicaciones a dedo y con contrapartidas.
Y de verdad que no hay que creer que esta convocatoria para la admisión de músicos y director para la Joven Orquesta de Extremadura, sea un caso más de elaboración de bases hechas a medida para unos pocos. Pero aún no siéndolo dicha base peca una y otra vez, por parte de quienes la han elaborado, de desconocimiento de la realidad de la música clásica en Extremadura, y de lo que es peor, es cómplice de la falta de reconocimiento del trabajo, esfuerzo y sacrificio de nuestros músicos.
Todas las elaboraciones de las bases de cualquier oposición a trabajos públicos en nuestra región deben abrirse a España y Portugal para cumplir con la legislación vigente estatal, pero ya está bien de que Extremadura por cumplir con la ley se olvide una y otra vez de ayudarse a sí misma.
Una ley se puede abolir y se deroga con otra Ley que la sustituye, y la cesión de competencias a las autonomías, como es el caso del ámbito educativo, deberían dejar abierta la inclusión a excepcionalidades a tener en cuenta por los gabinetes jurídicos, que darán el ok a las normativas y decretos antes de su publicación.
Y Don Quijote en Extremadura gritaría ante un auditorio sordo en recursos: “La música es educación, la música es cultura… Dejadnos decidir”.
Hartos y dolidos nos sentimos los extremeños por asistir, una y otra vez, a convocatorias en otras regiones de este país en las que el desconocimiento de los idiomas regionales o de los folclores populares pueden privarte de la posibilidad de presentarte a una oferta de empleo no tan público. En Extremadura cumplimos, sí. Abrimos los brazos sin esperar a que Sancho Panza nos dé la espalda. Pero en lugar de poner la otra mejilla ,cuando esperamos a que todos sean tan solidarios y españoles como nosotros, deberíamos reaccionar.
Se nos debería reconocer el lugar y tiempo de estudio en nuestra región como punto importante de esas bases. Que se considere el empadronamiento como requisito útil para conseguir mayor puntuación, que el hecho de ser extremeño se valorara mucho más dentro de nuestras propias convocatorias. Y dicha reflexión no pasa por ser localista y pueblerina, sino sensata a la hora de justificar que esta convocatoria es para la Joven Orquesta de Extremadura, no para la joven orquesta de Murcia, Cataluña, Baleares o España.
Es hora de comer migas cuando las preparamos con cariño, Don Quijote, ya habrá tiempo para arroz a la valenciana o pimientos de Padrón.
A ver si alguien es capaz de explicar el porqué de una decisión tan desafinada de nuestra musical administración. Las bases de la Joven Orquesta de Extremadura se olvidaron de nuestros músicos extremeños, alguien debería hacérselo ver… O mejor escuchar, amigo Sancho.