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“Extremadura es campo, ¿por qué vamos a las grandes superficies a comprar verdura?”

Joven agricultor ecológico

José L. Aroca

Los primeros compases suenan bien, pero ahora hay que completar la partitura, y que no todo se quede en fuegos artificiales en época de elecciones. La propuesta de ley de flexibilización de los requisitos higiénico-sanitarios de la producción agroalimentaria, ha recibido en principio el apoyo de todas las fuerzas políticas de Extremadura, pero profesionales del sector avisan de que en realidad es un texto vacío, ineficaz, y hecho precisamente para eso, para brillar en la solapa de algunos políticos en víspera de llamada a las urnas.

El objetivo sería facilitar la producción a pequeña escala de alimentos tradicionales, artesanos o no, y darles todas las credenciales para que puedan ser vendidos en el llamado ‘circuito corto’, directamente del productor al consumidor y sin recorrer grandes kilómetros, como en el propio lugar de elaboración, en mercados locales al aire libre o cubiertos, e incluso de forma domiciliaria.

En esto, aseguran Remedios Carrasco y Gonzalo Palomo, que desde su formación como veterinarios animan esta tendencia, España está muy atrasada respecto a países como Francia, Alemania, Suiza, Reino Unido, e incluso Portugal donde “en todos los mercados de abastos hay una parte dedicada al pequeño productor tradicional”.

En nuestro país sí hay algunas regulaciones, en País Vasco, Cataluña o Galicia, ya que la Unión Europea dio libertad a cada Estado para actuar en materia de venta directa de alimentos, y las comunidades están facultadas para hacerlo; de hecho la extremeña Remedios Carrasco, promotora de la asociación española de queserías de campo y artesanas, participó en una comisión técnica formada por la Junta de Extremadura y que dejó hace dos años lista una ley y su reglamentación, “pero nunca más se supo”.

Ahora el PP ha presentado en la Asamblea de Extremadura una propuesta de ley, que ha recibido el visto bueno inicial de todos los partidos para su estudio detallado posterior, y que sin embargo no se corresponde con los textos elaborados en aquella comisión técnica. “La propuesta de ley está vacía, sin contenido, es sacarla rápido antes de las elecciones, pero sin efectividad”.

“Está bien como declaración de intenciones, pero realmente no hace falta una ley, bastaría simplemente con una guía de actuación para los veterinarios, un criterio político de flexibilización de requisitos higiénico-sanitarios recogido en un circular interna del Servicio Extremeño de Salud”, critica también Gonzalo Palomo, presidente de la cooperativa Actyva, miembro de la junta directiva de Extremadura Sana, y animador en Cáceres de un grupo de consumidores, pequeños productores y técnicos de agricultura ecológica.

Valdría, añade, con no exigir a una quesería de pueblo que solo elabora 200 kilos al año, los mismos requisitos, “y una inversión mínima de 50.000 euros”, que una gran factoría industrial que produce 20 millones de kilos.

Procedentes de una economía casi de subsistencia hasta hace sólo 30 años, parece como si en regiones rurales como Extremadura “tuviéramos complejo de pobres y nos diera vergüenza regular esto que está al día en los pueblos, donde se produce y vende queso o matanza pero en circuitos clandestinos y entre amigos”.

Por qué ir a los hipermercados

En un medio rural tan fantástico como el extremeño, plagado en variedad y calidad de alimentos, los mercados locales de abastos están desapareciendo. Extremadura es campo, “¿por qué”, pregunta Remedios Carrasco, “tenemos que ir las grandes superficies a comprar fruta, verduras o productos silvestres?”.

El panorama es de una necesidad urgente de regular la venta directa, frente a una gran industria agroalimentaria o de la distribución que, apunta Palomo, “evidentemente no está interesada”. La parálisis se completa con la atomización de los pequeños elaboradores, y unas organizaciones agrarias que “no están pendiente del pequeño productor pero sí monopolizadas por el grande”.

Al final “es una pena”, sentencia Remedios Carrasco, “porque mismamente aquí en Zafra somos un grupo de consumidores que no encontramos productos en oferta”.

Y la nómina podría ser muy amplia: recolección de productos silvestres, zumos, mermeladas, conservas, embutidos, harinas, vino, vinagre, licores y aguardientes, derivados de la miel, especias y plantas aromáticas, lácteos, carnes y derivados de animales sacrificados en mataderos autorizados…

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