Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez impulsa una regeneración que incluye una reforma del Poder Judicial
La fumata blanca de Sánchez: cinco días de aislamiento, pánico y disculpas al PSOE
Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La educación, a merced de todos los vientos

Víctor Bermúdez Torres, profesor de secundaria y miembro del Área de Educación de Podemos Extremadura

El calendario escolar comienza este año con tan solo un par de cosas claras. La primera es la confusión e incertidumbre que hemos de afrontar alumnos, docentes y familias, durante este curso y quizás el siguiente. La segunda es la confirmación de lo acostumbrados que estamos, en este país, a la irresponsabilidad política en un asunto tan trascendente como el de la educación.

De un lado, el gobierno ha dejado a toda la comunidad educativa a caballo entre dos leyes, la última de ellas (la LOMCE) convertida en un huracán destructivo de lo que a muchos nos parecen principios elementales de la educación: la formación integral de las personas, el amor al conocimiento, o la importancia de la motivación, la curiosidad y la alegría de aprender. En lugar de una ley construida desde el consenso y que dote (¡al fin!) de cierta estabilidad al sistema educativo, la LOMCE se ha impuesto, además, de forma autoritaria y trapacera, contra el criterio de casi todos; ha dado lugar a diecisiete sistemas educativos distintos, uno por cada autonomía; obliga al alumnado menos favorecido a abandonar la opción de los estudios superiores con catorce o quince años; y, en nombre de la excelencia y la calidad educativa, elimina apoyos, consagra la masificación en las aulas, introduce currículos improvisados a toda prisa, y amenaza al alumnado con reválidas que no obligan más que al adiestramiento y a la memorización de respuestas. ¿Hace falta seguir?

Por el otro lado, la situación tras las pasadas elecciones autonómicas, y la que se prevé tras las legislativas de diciembre, que contagian de incertidumbre a algo (el sistema educativo) que debería estar relativamente a salvo (y no en el centro) de la batalla política. ¿Se derogará la LOMCE caso de perder el PP su mayoría absoluta, o simplemente se modificará en algunos de sus aspectos más polémicos? ¿Se paralizará su aplicación actual, en caso de que se derogue o modifique? ¿Habrá una nueva ley educativa? ¿Cómo y cuándo será? ¿Qué pasará, a todo esto, con el alumnado y sus familias? ¿Sobrevivirán a este maremagnum legal? ¿Podrán padres y madres asumir el gasto, entre otros, de renovar constantemente los libros escolares?...

Ante tamaña incertidumbre, y frente a todo lo que significa la ley, algunas comunidades han decidido, sencilla y responsablemente, negarse, es decir: ralentizar todo lo posible, incluso al precio de ser objeto de requerimientos legales, la implementación de la nueva ley. Algunos creímos que en Extremadura, bajo la presión de Podemos y el apoyo de sindicatos y plataformas docentes y ciudadanas (firmantes, el pasado junio, del Manifiesto Urgente sobre la Educación en Extremadura), el nuevo gobierno de Fernández Vara iba a estar entre esas comunidades. Imaginábamos que el presidente iba a encerrarse durante el verano con sus consejeros y asesores para promulgar leyes, programar un nuevo comienzo de curso y, así, evitar aplicar decretos que, muy probable y justamente, habrá que comenzar a desaplicar en unos meses. Pero nos equivocábamos. Pese a todo nuestro esfuerzo, se ha impuesto la larga siesta administrativa de agosto, y la kafkiana pesadilla que es este curso está a punto de empezar. Pagarán el precio el alumnado, esos seres sin entidad electoral y a los que nadie pregunta nunca nada. Pero también sus familias, que habrán de asumir el incremento de tasas, los cambios de libros y la disminución de las becas. Y, por supuesto, los docentes que tendrán que hacer lo imposible para que, pese a tanta confusión e irresponsabilidad, nuestro alumnado siga confiando en que otro futuro, otra educación, y otra forma de hacer política son aún posibles.

Etiquetas
stats