Cambio de agenda
Como si se tratara de un sortilegio que convirtiera la discordia en abrazos, la palabra consenso se invoca como el principio rector que debe velar por el proceso de elaboración de unos nuevos presupuestos para Extremadura. Antes de advertir los riesgos que entraña la interpretación superficial de dicho término, merece la pena hacer un breve repaso de los acontecimientos que se han ido sucediendo desde el inicio de la legislatura para comprender el origen de su incorporación al discurso de Fernández Vara.
En primer lugar, no debiéramos perder de vista que la apertura de este proceso de negociación de los presupuestos es el resultado del primer gran fracaso del PSOE en su nueva etapa de Gobierno. De mano de su consejera de Hacienda, Pilar Blanco Morales, el Gobierno de Vara logró poner de acuerdo a toda la oposición para detener unos presupuestos que se presentaron con un mes de retraso, sin Plan Económico y Financiero que los sustentase y, lo que es peor, desoyendo el mandato de la ciudadanía que demandaba recuperar los derechos sociales perdidos durante la legislatura anterior del PP.
Si desde Podemos estamos explorando la posibilidad de alcanzar acuerdos en la elaboración de unos nuevos presupuestos no se debe a la postura del PSOE. Lo estamos haciendo por responsabilidad pública a pesar de que, de inicio, el partido en el gobierno desplegó una estrategia torpe: obvió su minoría parlamentaria e intentó aprobar unilateralmente unos presupuestos que, a juzgar por su contenido, el PP habría suscrito sin ambages.
Con cada Consejo de Gobierno, el perfil conciliador se reveló aún más impostado, a tenor de las seis veces que han vetado las propuestas legislativas de Rescate Ciudadano que Podemos ha presentado, sin molestarse en adjuntar si quiera un informe técnico que lo justificara. Debe ser que ese aprendizaje realizado en los cuatro años que pasó en la oposición también le sirvió al PSOE regional para interiorizar las peores formas del PP.
De esta forma, el Gobierno ha arrancado 2016 con el objetivo prioritario de reparar su propia imagen. Tanto la de su partido como la del propio presidente de la Junta, que en la campaña para las elecciones autonómicas se esforzó en lucir su perfil más arrepentido y dialogante después de haber aprendido -decía- de los errores que le llevaron a la oposición.
Ni lo que se da a entender comúnmente por consenso es un éxito en sí mismo, ni la predisposición al diálogo ha sido el objetivo de Fernández Vara. Más bien ha sido al contrario. Este giro superficial traducido en fotos de manos estrechadas con la oposición es el resultado del análisis de la coyuntura y de la necesidad de adaptarse a la correlación de fuerzas, consciente de que ésta le imposibilita continuar con su política de vetos y decisiones unilaterales.
Parece que el PSOE de Vara se haya quedado anclado en el relato oficial de los Pactos de la Moncloa. Éstos han quedado grabados en la memoria colectiva como uno de los grandes hitos de aquel proceso que tuvo lugar hace ya cuarenta años. Su mera enunciación evoca las virtudes de la generosidad y el diálogo, aplicadas al manejo de los resortes de la política institucional. Como señala Juan Andrade, en el tratamiento historiográfico de aquel acuerdo, el mérito atribuido reside en la capacidad que tuvieron determinados protagonistas para renunciar a su propio proyecto de transformación social en aras de construir un nuevo pacto con el mayor grado de “consenso” posible.
Las renuncias y las cesiones fueron exhibidas como la máxima representación de la generosidad que movió a las partes implicadas. La moraleja parece explicar que tanto mejor estadista se es cuanto más dispuesto se esté a llevar a cabo sacrificios, renuncias y cesiones. Lo que el relato oficial olvidó fue que, apenas un año después de aquel compromiso, muy pocos de los objetivos suscritos que se utilizaron para justificar ante la ciudadanía su aprobación y posterior exhibición apenas se habían conseguido.
El consenso mal concebido nos lleva a entenderlo como un acuerdo entre élites que adquiere su máxima expresión en el simple logro de una instantánea de líderes políticos antagónicos reunidos en torno a una misma mesa, independientemente de los resultados o compromisos que de dicho encuentro puedan derivarse. Carl Schmitt llamaba compromisos apócrifos a aquellos cuya esencia consistía en la elusión de la toma de una decisión. Hasta la fecha, parece que el Gobierno de Vara se mueve en estos parámetros. Actuando como si el lenguaje de la concordia debiera mantenerse dentro de determinados silencios.
Sin duda, para llegar a acuerdos hay que sentarse a hablar, pero si el PSOE de Fernández Vara quiere poner a prueba el anunciado aprendizaje acumulado, debería asumir que el acuerdo, el consenso verdaderamente esperado es aquel que te hace no sólo escuchar sino también obedecer el mandato de la ciudadanía a través de las urnas. Consenso es asumir, a la hora de negociar, que los representantes políticos son servidores públicos indiscutiblemente ligados a la ciudadanía por medio de la rendición de cuentas, la transparencia y, sobre todo, a través de la aplicación escrupulosa de los programas y medidas económicas y sociales defendidas durante la campaña electoral. Una amplia mayoría social expresó sus deseos de cambio el pasado 20D y es hora de que los grandes partidos asuman cuál va a ser su rol en el nuevo escenario político.
El momento no puede ser más oportuno. Los presupuestos son el fiel reflejo del proyecto político que defiende cada formación. Ya no ha lugar a ambigüedades, ni a al reconocimiento por igual de las propuestas presentadas por todos los partidos de la oposición. O se está con quienes fueron desalojados del gobierno el pasado mes de mayo después de haber aplicado sus políticas fracasadas de recortes y multiplicación del déficit, o se está favor de cumplir el mandato contraído con la ciudadanía.
Algunas de las medidas de la famosa Agenda del Cambio con la que Vara venció en las pasadas elecciones autonómicas coinciden con las líneas de trabajo que hemos presentado al gobierno autonómico: Hace falta poner en marcha de manera urgente un plan de rescate ciudadano, aplicar una reforma fiscal progresiva similar a la que el propio PSOE ha apoyado en Aragón y Cantabria. Extremadura necesita un cambio en el modelo productivo que pase por apoyar la industria transformadora, desarrollar un plan de transición energética, apoyar decididamente a PYMES y autónomos, y asegurar unas partidas presupuestarias mínimas que garanticen la mejora de nuestro sistema de salud, la educación, el apoyo a la dependencia y el refuerzo a las pensiones más bajas.
No se lo ponemos nada difícil al partido en el gobierno. Sólo le recordamos que es el momento de cumplir con los compromisos electorales; de cuantificarlos y plasmarlo en números.
La posibilidad de llevar ante la cámara unos presupuestos que antepongan los derechos de las extremeñas al cumplimiento inflexible de la Ley de Estabilidad Presupuestaria radica en buena medida en la voluntad política del Gobierno de Vara. En su determinación para ejecutar el presupuesto de 2016 sobre la premisa del déficit real que puede soportar Extremadura, para poder aplicar medidas que necesita la región.
Ya hemos expresado que nuestra mano está tendida, pero para garantizar unos presupuestos que flexibilicen el pago de la deuda sin dejar de solventar las necesidades de la población, también necesitamos un marco estatal favorable. Vara y su equipo tendrían que decidirse y apostar públicamente por un gobierno del cambio en Madrid. La posibilidad de la Gran Coalición que defiende tanto el PP como un sector del PSOE sería fatal para los intereses de una región tan afectada por el déficit como la nuestra.
La ciudadanía no entendería -menos aún las votantes socialistas- que el PSOE se apoyara en quienes han devastado la región durante los últimos cuatro años. Ha llegado el momento de marcar un nuevo rumbo. Ya sabemos que no se puede esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo y el camino se bifurca: O continuamos por la senda de los recortes o apostamos por el cambio.
Álvaro Jaén Barbado
Secretario General de Podemos Extremadura
Portavoz de Podemos en la Asamblea de Extremadura