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Las costuras de Ciudadanos Extremadura revientan en el Parlamento regional

Dos de los cuatro diputados rebeldes y que de momento controlan el grupo parlamentario de Cs en Extremadura, Marta Pérez y Fernando Rodríguez

José L. Aroca

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La dirección nacional de Ciudadanos sigue disponiendo de una representación política en Extremadura, una organización territorial que es la tercera en apoyo electoral, pero puede quedarse sin la mayoría del grupo parlamentario debido a la rebeldía inesperada de cuatro diputados que forman bloque frente a los tres fieles a Madrid.

El crecimiento del partido en la región, como en otros territorios, ha sido notablemente traumático; improvisaciones, desconocimiento del terreno y malas decisiones que desembocaban en expulsiones colectivas, gestoras, refundaciones y nuevas caras de forma continua hasta que hace algo más de un año la mayoría de los pulsos acabaron, aparentemente, con el asentamiento de una dirección encabezada por el entonces concejal en Cáceres, Cayetano Polo.

Unos alborotos que llegaron incluso a los tribunales de justicia.

Con la designación de Polo a principios de 2019 como candidato a la presidencia autonómica en las elecciones de mayo siguiente, se superaba una bicefalia larvada y muy discreta mantenido durante mucho tiempo con la anterior candidata y única diputada autonómica, Victoria Domínguez.

Madrid consiguió evitar al final un enfrentamiento interno nada aconsejable y Domínguez, una experimentada dirigente del centro derecha extremeño, renunció a plantear unas primarias.

Los resultados con Polo fueron aceptables, de un escaño en la Asamblea de Extremadura se pasó a siete, tercera fuerza política desbancando a Unidas Podemos, aunque no se alcanzó el gran objetivo soñado y dado por hecho que era ser la llave de la gobernabilidad regional, ya que contra todo pronóstico el PSOE, con la cara de Guillermo Fernández Vara de nuevo en el cartel, reeditó con 34 diputados una mayoría absoluta que llevaba ocho años sin conocerse.

El partido salvó, y bien, los muebles, antes de que se produjeran posteriores debacles electorales a escala nacional, que demostraron meses el fracaso del radicalismo estratégico de Albert Rivera y motivaron su renuncia.

Con la llegada de Inés Arrimadas a la presidencia nacional de Ciudadanos, y la renovación de los órganos ejecutivos estatales, seguida de la cascada a escala autonómica, Extremadura era uno de los territorios donde se veía conveniente desde Madrid un cambio a tres años vista de las próximas autonómicas, y se pensaba en la sustitución de Polo, antaño fuertemente apoyado por la anterior secretaría de organización.

De forma sorprendente por la forma en que lo hizo, durante una intervención ordinaria en el Parlamento regional, Polo anunció días atrás no solo que renunciaba al acta de diputado autonómico sino que incluso abandonaría la política.

El partido ha nombrado un nuevo coordinador autonómico, David Salazar, de entre sus diputados, pero más sorprendente aún que la renuncia de su antecesor Polo ha sido la reacción dentro del grupo parlamentario, donde cuatro de los siete diputados, incluido el heredero del acta de Polo, se han declarado en rebeldía, revocando los nombramientos internos propuestos por Madrid y apartando a Salazar, el líder regional, de la dirección parlamentaria.

La respuesta de Ciudadanos fue inmediata, con la expulsión del sustituto de Polo en el escaño, Fernando Rodríguez, por autoproclamarse con el apoyo de los rebeldes nuevo líder del grupo. Toda una papeleta reglamentaria y jurídica para el Parlamento regional: ¿Qué hacer ante su petición de ser incluido en el grupo de un partido del que ha sido expulsado?

La cuestión es si una persona elegida diputada por un partido, pero del que ha sido expulsada incluso antes de tomar posesión, puede ser considerada miembro del grupo parlamentario, o tendría que ir al grupo mixto de no adscritos a partido alguno; con el agravante de que en tal caso no tiene derecho a sueldo completo, dedicación exclusiva.

De momento la presidenta de la Cámara, Blanca Martín (PSOE), ha optado por atenerse prudentemente a las circunstancias y admitir a Fernando Rodríguez como diputado del grupo Ciudadanos y concederle la dedicación exclusiva; una decisión que habría contado dentro de la Mesa de la Cámara con el apoyo solo del grupo socialista, con Ciudadanos y PP en contra, y Unidas Podemos en el terreno también discreto de la abstención.

En la Asamblea, explica su gabinete de comunicación, no consta la expulsión de Fernando Rodríguez, que por el contrario y según Ciudadanos es ya firme y ha sido comunicada por burofax al Parlamento regional.

Desde el PSOE se han limitado a explicar que no entran en las cuestiones internas de cada partido y que respetan las decisiones de la Mesa y la presidenta, aunque sabedores de que el futuro reglamentario de los diputados y grupo parlamentario de Cs no está claro.

Con partido pero sin grupo

La situación es esa ahora, y Cs ha perdido el control de su grupo parlamentario autonómico en Extremadura. Además del político hay otro trasfondo importante, económico: la gestión de la asignación anual por parte de la Cámara para el funcionamiento del grupo, y la designación de asesores y otros ‘liberados’, que habría influido también en la pérdida de confianza de Madrid en Cayetano Polo.

La Mesa de la Asamblea volverá a reunirse el próximo martes y el asunto seguirá sobre el tablero, mientras el partido, sometido no obstante a la soberanía de las decisiones de sus diputados díscolos, intenta afianzar el nuevo liderazgo regional del joven David Salazar, que se apoya en ello en el portavoz municipal de Badajoz, Ignacio Gragera, posible futuro alcalde por acuerdo de alternancia con el PP, y coordinador en la provincia.

Gragera forma parte del acuerdo a tres bandas PP-Cs-Vox que gobierna la ciudad más grande de Extremadura, pero donde la victoria en las municipales fue del PSOE; el concejal ultraderechista inclinó la elección de alcalde a favor de Francisco Javier Fragoso (PP) que para ello firmó con Gragera un acuerdo para pasarle la alcaldía pasados dos años.

Desde la dirección nacional de Cs no entienden las decisiones de la Mesa y presidencia de la Asamblea extremeña, que tienen recurridas.

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