Resultados electorales trasladables
Uno de los primeros ejercicios irresistibles para hacer con unos resultados electorales, es el de ver qué habría pasado trasladándolos a otro tipo de comicios. Por aquello de la curiosidad, del morbo político y las quinielas. Y todos los hemos hecho al de aplicar los votos del 28A a las elecciones autonómicas del próximo 28 de mayo, 28M.
Los números con los que arrasó el domingo pasado el Partido Socialista, en España y más en Extremadura como uno de sus territorios más fértiles, han hecho época seguramente. La comunidad extremeña fue la que cosechó un mayor porcentaje de votos para ese partido, un 38,08%, diez puntos por encima de la media nacional que fue un 28,68%, y cuatro por delante de la siguiente con mayor apoyo al partido de Pedro Sánchez que fue Andalucía con un 34,23%.
Además Extremadura fue la séptima comunidad que menos votó a Vox, un 10,8% (media nacional 10,26%), rechazo que fue mayor que el de Andalucía (13,38% de votos) pero se extendió y con más fuerza en comunidades con lengua propia como Euskadi (2,21% sacaron apenas los verdes de Abascal), Cataluña (3,6), Galicia (5,27), Navarra (4,83), y en la cercana Rioja con tantos lazos comunes con Euskadi (un 8,98% de riojanos apoyaron a Vox); una aversión a la extrema derecha de la que también participó Canarias con un 6,55%, comunidad de comportamiento peculiar pues aunque ganó el partido hegemónico en casi todas las regiones, PSOE, el segundo más votado fue la coalición Unidas Podemos.
Esta última no acaba de conseguir en Extremadura una implantación fuerte, y son las comunidades más urbanizadas y con ciudades más grandes las de mayor apoyo; en la región los morados no llegaron al 10% frente a un casi 12% de media nacional.
Pese a ese relativo escaso éxito de la extrema derecha en Extremadura –el batacazo de Antonio Pozo ha sido estruendoso en la Guadiana del Caudillo de la que es alcalde, y pintan muy mal para él en las municipales, y tampoco el líder regional del partido Juan Morales ha conseguido situar a Vox en su pueblo, Lobón, más allá de cuarto partido más votado-, trasladar los números de las generales a las autonómicas del 26M le daría siete diputados.
Una proyección sin más, aritmética, daría 26 diputados a PSOE, 14 a PP, 12 a Ciudadanos, 7 a Vox y 6 a Unidas Podemos. Pero las generales no son las autonómicas ni, mucho menos, las municipales. Para empezar el resultado es una foto fija del 28 de abril pasado, una foto que día a día va cambiando según las noticias y acontecimientos, y además son comicios de características bien diferentes donde los líderes –Vara, Monago, Polo, De Miguel- sí visitarán pueblos y ciudades, sus referencias personales y trayectoria y hechos, no solo políticos, son conocidos e influyen, y aun más si lo llevamos a las municipales donde el arrastre es fundamentalmente de la persona que se presenta a alcalde.
Además frente a una casi totalmente extendida red organizativa y de candidaturas de los dos partidos más potentes, PSOE y PP, Ciudadanos y Unidas Podemos presentan déficits por ser partidos nuevos –solo podríamos hablar de la red municipal de Izquierda Unida como apreciable- y en algunos casos las candidaturas por ejemplo en C’s las han tenido que conformar con personas de fuera de la localidad.
En el PSOE no se bajan de la ‘burra’ de mejor resultado respecto a hace cuatro años y sacar cuanto menos 30 diputados, el PP espera ya obtener frutos del escandaloso viraje ideológico en un ladrillo hecho por Pablo Casado, y en Ciudadanos confían en la ola ascendente que a algunos les hace abrigar, seguramente de forma estéril, la idea de un adelantamiento al PP. Unidas Podemos se basa en una campaña intensa y en la esperanza de que esta vez funcione menos el ‘voto útil’.