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Cuando hasta los animales libres sufren el confinamiento

Cuando hasta los animales libres sufren el confinamiento

Jero Díaz / Efe

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Aunque los perros han pasado a ser estos días la envidia de todos y se han convertido en los protagonistas involuntarios de una avalancha de ‘memes’ sobre sus paseos autorizados, la verdad es que ellos también sufren el confinamiento, una situación de cuyas consecuencias ni tan siquiera se libran los animales que viven en libertad.

Palomas que persiguen a personas con carros de la compra, hambrientas porque ya nadie se ocupa de ella en parques y jardines y tampoco pueden alimentarse con los residuos que dejamos en estos espacios, como se ha difundido a través de redes sociales, son un ejemplo de ello, de que ni siquiera los que pueden volar libre escapan a las consecuencias del confinamiento motivado por el Covid-19.

También a través de Internet se suceden llamamientos, como el de la Asociación Amigos de los Gatos del Retiro (AGAR), en los que piden que se les autorice a dejar pienso en este parque para evitar que muchos de los casi 300 felinos que allí habitan mueran, como ocurrirá con otros que viven en colonias urbanas de todo el país alimentadas habitualmente por humanos.

A pesar de los ‘memes’, los perros con hogar, aunque puedan salir puntualmente a la calle y hacer sus necesidades, también sufren estos días de encierro, pues muchos de ellos están acostumbrados a dar largos paseos vespertinos con sus dueños.

Eso le pasa a Rufo, un mestizo muy enérgico de seis años, para quien las largas caminatas por la isla de Mérida eran una rutina necesaria para calmar su desbordante vitalidad.

No solo acusa su falta de ejercicio, sino que él nota que algo raro pasa, según explica a Efe su dueña, Laura Cuéllar, ya que una de sus costumbres matinales, mientras sus dueños estaban fuera por la mañana, era observar a través de la cristalera del balcón el paso de las personas por la calle, a las que solo ladraba si iban acompañadas por un perro.

“Ahora, como no sale nadie, se ha convertido en el gran vigilante del confinamiento en el barrio y ladra a cualquiera que pasa por la calle”, en un goteo que igualmente para él resulta aburrido, algo que cambia a las ocho de la tarde, su momento preferido, como el de casi todos, cuando puede salir con su familia al balcón y aplaudir con sus ladridos a quienes lo dan todo en la lucha contra el Covid-19, tal y como relata su dueña.

El Real Decreto 463/2020 del Estado de Alarma no se ha olvidado de ellos y permite la apertura de establecimientos comerciales de alimentación para animales y las clínicas veterinarias siguen abiertas para atender las urgencias y no descuidar los tratamientos crónicos.

Inmaculada Morales, veterinaria y propietaria de la Clínica Arca de Noé de Mérida, ha reconocido que el servicio no está desatendido y ella mantiene abierto su establecimiento una o dos horas por la mañana, aunque no viene nadie, por lo que se limita, como también le han comentado la mayoría de sus compañeros en la ciudad, a atender las urgencias que se le presentan.

Peor suerte tienen los perros que permanecen confinados en los ‘cheniles’ de las perreras municipales. Más abandonados que nunca, PACMA ha hecho un llamamiento ya a las autoridades para que se les permita a los voluntarios acceder a sacarlos, siempre con las medidas de precaución adecuadas.

Sin embargo, también aquí lo peor está aún por llegar, pues el pánico por el coronavirus, a pesar de que no existen evidencias científicas de que ellos puedan transmitirlo, llevó al abandono de miles de perros y gatos domésticos en China, una situación que igualmente se ha dado en Italia y que los colectivos animalistas temen que puedan repetirse en España.

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