La teta de las administraciones
Cuando parce que uno ya lo ha visto y oído todo o casi todo aún puede ser verdad aquello del Cantar del Mío Cid de “Cosas veredes o tenedes, que harán hablar a la piedras”.
Estos días, agolpados entre botellones, ferias celebradas a la chita callando, rebrotes ocultados, que no ocultos, y el hacer de tripas corazón para que esto salga adelante, salen paradojas y tragaderas que el ciudadano de a pie y el periodista sin ir más lejos, sólo entiende en política, que desde Aristóteles o antes parece que es el arte de lo posible. Si no, pasen y vean o, mejor, sigan leyendo. Felipe González ataca a Pedro Sánchez con algún monaguillo espabilado y con fuerza en un grupo de comunicación, y Pedro Sánchez en el Congreso, el ágora del pueblo, lo defiende. ¿Entienden?
Los impuestos a las grandes fortunas era para los morados, socios del Gobierno, cuestión irrenunciable y el asunto se aparca; y se olvidan ya de la reforma laboral íntegra. Parece como si el bienestar general pudiera y debiera suprimirse en favor de algún que otro interés particular o de partido. O a lo mejor se hace porque si no, no habría prórroga de los ERTE. ¿Entienden?
Aquí meto una cuña inocente: ¿Cómo se aumenta el gasto público sin impuestos?
Con los muertos, leña al mono que es de trapo. Aquí hasta ayer mismo se seguía con el sonsonete de que “Vara está ocultando muertos”. Como si la “pandemia” vocera de los de Génova siguiera extendiéndose, menos por la única isla a la que se le perdona todo, la presidenta de Madrid, Comunidad segunda en desfase de cifras de toda España. Pero como es de la cuerda, ésta no oculta nada. Además por aquí, por allí o por donde quieran, los muertos son del Gobierno. ¿O no? Ya digo. Y si no, pues se crea una comisión de investigación. Socorrido refugio de hacer como que se hace para no hacer nada.
Otra picardía/cuña: si los muertos son del Gobierno, si el ídem tiene que dar subvenciones, bajar impuestos y arbitrar en todos los campos por escribir una estupidez, ¿no estaremos ordeñando demasiado la teta que no da más leche?
Hay una sensibilidad a flor de piel para cualquier reivindicación. ¿Que no se permite espectadores en el fútbol? Eso en otras comunidades, aquí sí. ¿Que las empresas de ocio prevén que no van a hacer los cuartos de otros años? Pues que las administraciones intervengan, que la autoridad máxima de la comunidad les diga a los alcaldes que por qué no se abren las piscinas. Si la autoridad comunitaria hubiera dicho a los alcaldes que abran las piscinas, ¡anatema!; se interfiere en la autonomía municipal. Un carajal, de arrimar el ascua donde más interese, si es a mi sardina, mejor con tal de que algún titular demuestre que todavía estoy al pie del cañón.
Además que siempre sean las instituciones que tiren del presupuesto, que deben tener bajo mínimos, para que el empresario no pierda (y si hace falta se pone de pantalla al pobre trabajador que va a perder, si no ha perdido ya, su puesto de trabajo). Ya saben los presidentes autonómicos, los de las Diputaciones, los Alcaldes de las principales ciudades, que las ferias tienen que celebrarse por cojones y los eventos que dejan dinero no pueden esperar más ¿Insolidaridad? ¡Qué va!
Dudo, sigo dudando que importe mucho el ciudadano, que no estemos jugando una mala pasado para seguir sorteando, sólo sorteando, el coronavirus y que el equilibrio entre activar la economía y cuidar la salud es un cuento chino. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio.
Si continuamos chupando la teta de las administraciones llegará un momento que estará más seca que la mojama.
No he oído a nadie seriamente, hasta ahora, del mundo empresarial que ponga sus beneficios a disposición de los ciudadanos por una vez, creando riqueza para mejorar el bienestar social. Los habrá sin duda, pero por lo que oigo y me dicen siguen decenas de obreros trabajando para cobrar todo, o parte, en B, que dice mi amigo Juan. Si los hay díganlo y seré el primero que aplauda la gestión.
Hasta ahora sólo oigo quejas. Hasta los libreros se han puesto el parche y creo que van a pedir subvenciones porque el próximo curso va a vender menos. ¿Cuándo nos pondremos en huelga o nos manifestaremos por unos precios justos para los agricultores y un control riguroso de los asentadores e intermediarios? Qué lio de política.
Al final todo esto a lo mejor pone a cada uno en su sitio: a los políticos, a los malos empresarios, a los especuladores, a quienes continúan dando trabajo sin contrato, a los que continuamente se quejan, a los que abogan por llenar las playas como sea, a los que echan la culpa al otro y se saltan cuando les viene bien la autonomía municipal; a quienes el que no sea de mi bando es por lo menos un bandarra y siempre hacen las cosas mal; a quienes no apoyan las medidas para la reconstrucción (otro término acuñado seguramente por el equipo de Redondo o él mismo); a quienes todavía no se han bajado el sueldo, los sueldazos, que los hay, en solidaridad con quienes, que sí que los hay, no llegan a final de mes.
Tarde o temprano yo quisiera que fuera verdad lo que atribuyen a Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo; puedes engañar a algunos todo el tiempo; pero no puedes engañar a todos el mundo todo el tiempo”.
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