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“Si el PSOE actúa como comodín del PP, desaparecerá como actor político relevante”

Xulio Ferreiro, durante un acto público

Miguel Pardo

Xulio Ferreiro acaba de cumplir un año como alcalde de A Coruña y hace balance. Se considera satisfecho del trabajo realizado pero aventura “cambios más profundos y de mayor transformación social” en el futuro, aunque teme “acuerdos sistemáticos” entre PP y PSOE para “impedir la acción de gobierno”. Y confía en que eso no ocurra a nivel estatal si los números permiten un cambio progresista. “De ser así, el Partido Socialista desaparecerá como actor político relevante a medio o largo plazo”, dice. 

¿Qué balance hace de este primer año de gobierno?

Estamos razonablemente satisfechos de lo hecho hasta ahora. El primer año de cualquier gobierno no es fácil y nosotros afrontábamos desafíos todavía mayores que tenían que ver con la composición del gobierno municipal y con esa ausencia de experiencia anterior. Hemos tenido que entender cómo funcionan las cosas y manejar las expectativas. Acabamos de aprobar el programa estrella de este mandato, la Renta Social Municipal, que va a ser un cambio en la vida de mucha gente y también en su dignidad. Tenemos un nivel de cumplimiento de un programa a cuatro años superior al 30%, con otro 50% en marcha y previsiblemente cumplido en el futuro. Por lo tanto, el balance es para estar satisfechos, más cuando los ciudadanos estamos acostumbrados a que los programas no se cumplan, sean sólo declaraciones de intenciones o cartas a los Reyes Magos.

Al cumplir el primer año, el gobierno local aprueba la Renta Social Municipal y casi al tiempo la junta electoral ordena cancelar los encuentros con los vecinos (Dillo Ti). ¿Es esto un síntoma de las dos caras de la moneda de lo que va de mandato?Dillo Ti

Cuando se intentan introducir cuestiones que en la cultura política actual son nuevas, se crean distorsiones. Las políticas de participación no las inventamos nosotros pero estamos introduciendo elementos nuevos que tienen que ver con una relación directa con el ciudadano y con el gobierno, sin dejar de lado los interlocutores habituales que son el tejido asociativo de la ciudad. Desde hace semanas se está intentando distorsionar la imagen del Dillo Ti, que no es para nada un programa de autobombo ni de propaganda del Ayuntamiento. Al revés, es muy exigente y algo inédito: nunca en una gran ciudad el gobierno local se sienta ante los vecinos y responde a cualquier cosa que se le pregunte. La junta electoral ha interpretado que en los últimos encuentros se habían hecho algunos anuncios, pero es inevitable que se digan cosas que se pueden o van a hacer. De todas formas, la junta electoral ha resuelto con las alegaciones de una sola parte y eso, como bien sabemos los juristas, es algo complicado.

¿Cómo le explicaría brevemente a una persona que no viva en A Coruña en qué ha cambiado para bien la ciudad en el último año?

Hay una nueva relación entre el Ayuntamiento y la ciudad: más abierta, más transparente... Las formas se han cambiado y se le está dando visibilidad a otra ciudad diferente. Había una visión institucional de A Coruña que tenía que ver con ciertos actos cívico-religiosos y con lo tradicional que ahora incorpora otros elementos a la iconografía de la ciudad. Tal vez eso ha sido lo que más ha cambiado en este primer año, pero esperamos que el trabajo asentado en estos primeros doce meses dé lugar a otros cambios en los próximos años, de más profundidad, de más transformación social, de más bienestar y también en la configuración urbana en la ciudad.

El pleno de la aprobación de los presupuestos sacó a la luz a un Xulio Ferreiro muy enfadado. ¿Fue su peor momento desde que es alcalde?

Dentro del pleno, sí; dentro del Ayuntamiento no fue el peor. No esperaba esa operación de última hora, ese acuerdo exprés entre el PSOE y el PP. Lo sentí cómo una traición por parte del Partido Socialista porque aquello echaba por tierra y derribaba muchos puentes que estaban frágiles pero que creía que aún existían.

¿Cómo están esos puentes?

No están reconstruidos. El PSOE, en determinado momento, decidió levantarse de una mesa de negociación de los presupuestos y nunca más se volvió a sentar, ni tan siquiera de una manera simbólica. Supongo que estarán resolviendo sus problemas internos antes de pensar en cuál es la relación que quieren tener con el gobierno municipal de A Coruña.

¿Cree que pesan mucho los problemas internos o las diferentes almas que conviven en el PSOE?

Tiene diferentes almas, están buscando su alma y en cada decisión que toman el alma es diferente. Eso pesa y se comprueba hablando con los propios militantes socialistas, con versiones diferentes, ganas de ir por caminos distintos... Lo dijimos en campaña e igual no pensamos que esa afirmación iba a ser tan cierta: el PSOE tiene que decidir si quiere ser parte del problema o parte de la solución. La sociedad, o parte de la sociedad que siente los valores progresistas, está cambiando y yendo por un lado y creo que dentro de esta parte hay mucha gente del Partido Socialista y el PSOE tiene que facilitarle seguir creyendo en esa vía.

¿Qué le parece la actitud del PP con el gobierno de la Marea Atlántica?

No vengo del ámbito de la política partidaria, sino de la Universidad, y allí pude comprobar como siempre había posibilidad de acuerdo y consenso incluso con aquellos que estaban situados en el espacio ideológico diametralmente contrario. Siempre había esa posibilidad porque había ese interés por la institución como punto de encuentro y siempre había un espacio para encontrarse, pero aquí no existe. Aunque uno busque encontrarlo y charlando privadamente con miembros del PP lo encuentre, nunca hay posibilidad de reflejarlo en el pleno. Aquí hubo ejemplos muy concretos, pactados con el PP antes y que luego fueron votados en contra en el pleno porque alguien dentro del Partido Popular entendió que no era rentable votar con la Marea Atlántica.

¿Cree que tiene solución ese desacuerdo constante?

No lo sé. El PP dice muchas veces que está aislado pero lo que hace es situarse en el aislamiento. Entiendo que para ellos ahora somos el enemigo y eso de “al enemigo ni agua” lo aplican a rajatabla. Yo no lo hago e incluso tuve discusiones internas sobre si era bueno o no llegar a acuerdos; y es obvio que es bueno hacerlo con las instituciones aunque estén dirigidas por el PP. Con Fomento y con algunas consellerías de la Xunta es posible entenderse y hay otras administraciones con las que es imposible. No les interesa dar ninguna victoria política al contrincante.

¿Ninguna?

Te encuentras con gente que en privado te dice cosas diferentes a las que defiende públicamente y esto a mí me resulta duro y extraño. No es raro que los ciudadanos vean de manera negativa la actividad política cuando uno ve comportamientos así.

¿Cree que todavía no se toman en serio a los denominados “alcaldes del cambio”?

Creo que nos toman demasiado en serio. Aquello ya pasó; las primeras semanas o meses sí que nos miraban como si no se creyesen ni viesen posible que fuésemos alcaldes... Pero ahora nos ven como el enemigo a batir. Y se está viendo con la hostilidad con la que muchas veces nos tratan, tirando de tópicos que nos son ajenos. Se nos criticó mucho diciéndonos que éramos incapaces de aprobar unos presupuestos y luego miras la única ciudad de Galicia que no los tiene aprobados y resulta que es la única que está gobernada por el PP. Problemas de gestión en este Ayuntamiento hubo miles durante los últimos años y pareciese que han llegado con nosotros.

¿Cómo calificaría la relación con el BNG en el Ayuntamiento?

Más o menos como se podía esperar. El BNG es el grupo que tiene una postura más responsable. No deja de ser curioso que los dos grupos a los que nos califican de antisistema tengamos más responsabilidad que los demás. Es cierto que hay cuestiones en las que el Bloque no está de acuerdo y así lo dice, pero no cae en una crítica ridícula. Lo que sí echo a veces en falta es un poco más de empatía en el BNG, una fuerza que sabe lo que es gobernar y lo que es no poder llevar a cabo tu programa en un gobierno por determinadas circunstancias, como así se dio en el Ayuntamiento de A Coruña. Nosotros, en el primer año, hemos sido capaces de hacer cosas que el Bloque venía reclamando y que no pudo hacer cuando estuvo en el gobierno, aunque fuese la minoría de ese gobierno. Desde el uso del gallego con normalidad, hasta la abolición de las corridas de toros o el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica.

¿Ha visto cerca la posibilidade de una moción de censura?

Es algo que siempre está ahí. La vi más de cerca en las primerias semanas, como si hubiesen querido dejar que nos estrellásemos para luego salir al rescate. Durante esas primeras semanas no nos tomaron muy en serio pero ahora ven que por la vía del caos será difícil que nos cojan. Pero eso siempre estará ahí, dependiendo del papel que quiera cumplir el PSOE. Si el PSOE se va a situar como comodín del PP en otras administraciones, tal y como parece que había previsto uno de los candidatos a las primarias en el PSdeG, nunca hay que descartar que haya ese acuerdo global, el de los partidos del régimen. Es una posibilidad que está en el futuro pero en esos momentos no lo veo como amenaza real. Lo que sí veo es la posibilidad de acuerdos sistemáticos, que sistemáticamente se vayan poniendo de acuerdo para gobernar desde la oposición e impedir la acción del gobierno.

De ocurrir el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE y no llegarse a un acuerdo para que gobierne la izquierda que impida otro gobierno del PP, ¿supondría un grave problema para los acuerdos que mareas o plataformas municipalistas mantienen con los socialistas en Galicia y en el Estado?sorpasso

Evidentemente. Por eso decía lo de antes, pero espero que eso no pase. Primero por el bien general, porque el PSOE debe saber de qué lado quiere estar, si quiere estar en el que tradicionalmente estuvo, por lo menos en enunciación en cuanto a los valores e intereses que defiende. Es cierto que muchas veces su acción real ha traicionado esos principios y la reforma exprés de la Constitución puede ser el último gran ejemplo, pero también la incapacidad que tuvo para defender sus valores en una parte de la última legislatura de Zapatero. A corto plazo nos situaría en una situacion muy complicada, pero a medio y largo plazo supone la desaparición del PSOE como un actor relevante en la política del Estado. En todo caso, eso es algo que tendrá que valorar el Partido Socialista, pero no es ahora mismo una de mis mayores preocupaciones.

¿Qué cree que ocurrirá en las elecciones generales en Galicia y en el Estado?

Creo que los resultados que ya consiguió En Marea en Galicia serán semejantes o incluso mejores, pero tampoco se va a mover muchísimo la cosa. Es cierto que parece que habrá una mayor polarización entre el PP y Unidos Podemos más las confluencias de cada país a nivel estatal, pero habrá que ver al final si la suma global de los dos bloques da o no para gobernar y si el PSOE se va a unir al bloque progresista, esté delante o detrás de Unidos Podemos y de las confluencias. Seguramente, eso tampoco lo sabremos en la noche electoral sino en las semanas siguientes.

¿El espacio de las Mareas, En Marea o como decida llamarse será más participado e integrador de lo que fue de cara a las autonómicas como reclaman la Marea Atlántica y otros movimientos municipalistas?

Creo que sí porque, sino, no será. En Marea, en parte por la propia imposibilidad de quienes ocupábamos gobiernos municipales de ocuparnos de eso, tomó la forma que tomó y en la repetición de las elecciones hubo poco margen para cambiar. Es evidente que había una insatisfacción muy general por no ser En Marea capaz de ir más allá de la pura coalición y creo que esa sensación la tienen también los tres partidos que forman esa coalición. No es mi posicionamiento crítico algo que no esté instalado. Tendrá que ser mejor y desde la Marea Atlántica, y desde otras muchas mareas municipalistas, quisimos lanzar el proceso de las Mareas en Común, precisamente para abrir ese campo y para que muchos más actores pudieran participar. Se consiguió una participación amplia y los tres partidos de la coalición tienen que ver que Mareas en Común no es un rival ni una alternativa ni una OPA a En Marea, sino una herramienta para abrir el espacio de En Marea.

¿Están condenados a entenderse?

No hay otra posibilidad. El hecho de que nuestro espacio político, se llame como se llame, fuese dividido a las autonómicas no se le ha pasado por la cabeza a ninguna persona que yo conozca.

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