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'Ad maiorem Feijóo gloriam'

Alfonso Rueda y Alberto Núñez Feijóo conversan durante la toma de posesión del primero como presidente de la Xunta.

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¿Qué sé yo? Llámenme loco, pero podría haber sido natural que en una campaña electoral el gobierno en el poder hubiese exhibido sus logros. No lo ha hecho. Ni ha propuesto nada para el futuro. Nada.

En Marín el 12 de febrero Feijóo, el verdadero candidato, afirmó, sin que le temblase la voz: “Han llegado a decir que ahora yo estoy de acuerdo con las amnistías y los indultos”. “Han llegado a decir”. ¡Qué cosas tienen estos periodistas! ¡Qué pocas entendederas! Le faltó decir que eran unos burros que lo malinterpretan todo.

En un mitin en Sarria, dos días antes, el público le oyó decir: “Claro que nosotros estamos a favor de la reconciliación y haremos todo lo posible para que aquellos que rompieron la convivencia se reconcilien con el Estado de derecho y con la convivencia del país”. Pero, sin duda, los asistentes entendieron mal. ¡Qué se puede hacer con una gente que no oye lo que debería! 2024 es mucho más complicado que 1984. En aquella distopía de Orwell el Ministerio de la Verdad tenía que reescribir la Historia, pero no cada 24 horas.

El caso es que de estas cosas ha tratado la campaña. No de la sanidad ni de la creación de una empresa energética pública gallega ni, en realidad, de nada en particular. Parece como si se avergonzaran de su gestión. O no tienen nada bueno que decir de ella. O no tienen nada que decir. Tal vez sea cierto.

La sanidad. Es un hecho objetivo que buena parte de la sociedad está descontenta con su gestión. Cuadrar cuentas a base de congelar la plantilla de médicos en atención primaria, colapsar urgencias o demorar la atención en las listas de espera no tiene mérito. En 2023, más del 50% de las enfermeras tenía plazas temporales. Una de ellas denunciaba que, en once años, había acumulado 557 contratos y había cotizado cinco y medio: la precarización de la atención alcanza niveles extremos. En realidad, el sistema aguanta por el extraordinario compromiso de sus profesionales. Los médicos y enfermeros están sometidos a un auténtico estrés.

¿Puede tolerar la sociedad gallega convertirse en una potencia energética, a base de molinos eólicos, biomasa, energía hidráulica, etcétera, sin que los beneficios reviertan en ella? ¿Puede tolerar una visión extractiva de sus recursos que le deje solo las migajas? Sería importante la creación de una empresa pública para que incidan en Galicia los beneficios de la transición energética.

Son dos cosas de las que Feijóo y Rueda no han hablado, enfrascados en sus amnistías e indultos. La campaña ha girado, implícitamente, sobre el futuro de Feijóo, que es, para ellos, lo que realmente se dirime en estas elecciones. Las han convocado ad maiorem Feijóo gloriam.

Feijóo es quien protagoniza la campaña. Quien merece atención y a quien siguen las cámaras. ¡Pobre Alfonso Rueda! El presidente de Galicia, el sucesor designado es apenas un telonero de Alberto. Él mismo parece resignado a ese papel de NPC. Traduzco para los que no tienen hijos adolescentes: los NPC son, en los videojuegos, esas personas que solo tienen frases establecidas y que están en el mundo para interactuar con el personaje principal, sin aportar nada a la acción.

En lo que se refiere a Galicia, quien lo ha clavado es Alfonso Aroca, enviado especial de La Vanguardia, que escribía en una crónica: “El PP trata de persuadir a sus electores de que lo mejor es quedarse como están”. Si los conselleiros y los demás tecnócratas de a patacón piensan de verdad que la gente cree que “Galicia funciona” y que se pasa el día en la calle dando saltos de alegría por tener un gobierno que no se merecen, es que no salen de sus despachos ni a tomar el café. Y así les va.

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