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Cinco años con Feijóo

Feijóo, en la noche electoral del 1 de marzo de 2009

David Lombao

La noche del 1 de marzo de 2009 fue la de la estupefacción en la política gallega. La victoria del PPdeG en las urnas por mayoría absoluta sorprendió a casi todos, salvo contadas excepciones –en el PSOE, por ejemplo, un gabinete encabezado por José Blanco ya había comenzado a ordenar el relevo de Emilio Pérez Touriño el sábado anterior a los comicios–, incluso en las filas conservadoras. PSdeG y BNG se enfrentaban a una abrupta salida del poder tras una campaña electoral que habían acabado noqueados por el marasmo popular de denuncias de supuesto “despilfarro” convenientemente amplificadas. El que durante cuatro años había sido conocido como “nuevo Gobierno” dejaba la sede de San Caetano con un aire de decepción y un montón de trabajo por hacer. En su lugar llegaba un gabinete en el que, cinco años y unas elecciones después, solo han cambiado cuatro miembros.

Aquel que Feijóo había apodado como “gobierno de diez” comenzó a trabajar bajo la bandera de la austeridad y con un bajo perfil político, motivado esencialmente por las negativas que el presidente recibió de quienes había elegido como consejeros y por la tendencia presidencialista del jefe del Ejecutivo. Hubo quien llegó a denominar a Feijóo como “conselleiro de todo” de un Gobierno que durante los primeros tiempos vivió básicamente de gestos: el acceso a los garajes del complejo de San Caetano para mostrar cómo el polvo cubría el Audi que había utilizado Touriño, los guiños a grupúsculos como Galicia Bilingüe o la organización del Xacobeo 2010 centraron el inicio de un mandato marcado esencialmente por una crisis que, al fin y a la postre, no era solo cosa del bipartito.

Tras media década, Feijóo gobierna un país con 30.000 habitantes menos y un saldo vegetativo peor lque e de 2009: entonces las muertes superaban en 7.600 personas a los nacimientos y ahora lo hacen en casi 9.800, según datos del Instituto Galego de Estatística. En la actualidad, atentiendo a los propios datos oficiales, hay 5.000 empresas menos y el que el propio Gobierno considera el principal problema del país, el paro, continúa creciendo: según la Encuesta de Población Activa, ahora hay 10 puntos más de desempleo, que se traducen en 115.000 personas más sin trabajo. En la actualidad hay 50.000 hogares más con todos sus miembros en el desempleo y, en el caso de la gente joven, hay 100.000 jóvenes ocupados menos que aquel 1 de marzo.

En unos años en los que el propio Feijóo ha insistido en que su gestión había reforzado el autogobierno por no acudir al Fondo de Liquidez Autonómica y por poder seguir “finánciandose en los mercados”, los que eran considerados como grandes temas de país han quedado definitivamente aparcados. Así, por ejemplo, en su investidura Feijóo se comprometió a retomar la reforma del Estatuto de Autonomía en la “primera mitad de la legislatura” y, tras dar nuevos plazos en varias ocasiones, el proceso quedó definitivamente en el olvido. En el mismo ámbito del autogobierno, la primera legislatura tras el retorno del PP fue la primera en concluir sin ninguna transferencia de competencias nuevas y la segunda, por el momento, va por idéntico camino.

Una oposición convulsa

El Gobierno de Feijóo se desarrolló, tanto en la séptima como en lo que va de octava legislatura, con una oposición en recomposición casi continua. Touriño dimitió como secretario general del PSdeG al día siguiente de la derrota electoral del bipartito y Anxo Quintana dejó la portavocía nacional del BNG una semana después. Ambas formaciones desarrollaron relevos relativamente rápidos y pusieron al frente de sus nuevos proyectos a Pachi Vázquez y Guillerme Vázquez.

El adelanto electoral de 2012 le permitió al Vázquez socialista ser candidato a la Presidencia de la Xunta, opción a la que no accedió el nacionalista, quien continuó en la portavocía nacional pero con Francisco Jorquera como cartel electoral, en virtud de lo decidido en la agitadísima asamblea nacionalista de Amio. De esa asamblea, precisamente, surgieron las escisiones del Bloque que reconfiguraron el panorama político gallego, con nuevas fuerzas como Anova y Compromiso por Galicia. Anova, a través de su alianza con Izquierda Unida y los Ecosocialistas, formaron Alternativa Galega de Esquerda (AGE), la coalición que irrumpió con fuerza en las elecciones de 2012 sin ser capaz, a pesar de todo, de desbancar a Feijóo de su mayoría absoluta. Tras esa segunda victoria conservadora, José Ramón Gómez Besteiro y Xavier Vence cogieron los timones de los socialistas y del Bloque, respectivamente.

Este es, a grandes rasgos, el escenario en el que Feijóo cumple cinco años en el poder, aniversario que se produce con el argumentario del PP estatal centrado en hacer ver una recuperación económica que no acaba de palparse entre el común de la ciudadanía. Mientras tanto, en Galicia, casos de corrupción como la operación Pokémon y la más reciente operación Patos condicionan la agenda política y abren interrogantes acerca del futuro más inmediato. Si Feijóo resiste o no estas nuevas dificultades se verá –si no hay novedades– en 2016.

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