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La Fiscalía pide cuatro años de cárcel para un excura por robos en iglesias de la provincia de Lugo

Iglesia parroquial de San Vicente de Covelas (Ribadeo), una en las que el acusado fue párroco

David Lombao

En diciembre de 2008 un joven cura de origen valenciano fue nombrado por el obispado de Mondoñedo-Ferrol como párroco de Santa Eulalia de Vilaosende, en Ribadeo, municipio costero de la comarca de A Mariña. Apenas medio año después le encomendaron ocho parroquias más de Ribadeo y Trabada y en 2010 pasó a ser párroco de otras tres. Don José llegó a gobernar once parroquias al mismo tiempo y en algunas de ellas comenzó a ser mirado con recelo. Lo señalaban como responsable de robos en las iglesias parroquiales, sustracciones por las que se enfrenta ahora a una petición de cuatro años de cárcel por parte de la Fiscalía.

Tras un primero aplazamiento motivado por la huelga del personal de la justicia del pasado año, el exsacerdote tendrá que sentarse los días 20 y 21 de marzo en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Lugo para responder como presunto autor de un delito de apropiación indebida por el que el Ministerio Público reclama cuatro años y medio de prisión y diez meses de multa diaria de diez euros. Junto a él se sentará otro hombre, acusado de “receptación” de los bienes presuntamente robados.

Según el escrito de acusación de la fiscal, “hasta su cese como párroco” en 2012, cuando anunció también que dejaba el sacerdocio mientras negaba tener nada que ver con los robos -que él mismo había denunciado, afirmaba-, “el acusado, con ánimo de ilícito enriquecimiento”, se dedicó a “apoderarse e incorporar a su propio patrimonio decenas de objetos religiosos y de culto, imágenes religiosas” e incluso “muebles y objetos” de las parroquias en las que, como máximo responsable, era “encargado de su custodia”.

Siempre según el relato de la Fiscalía, el modus operandi del excura consistía en entregar los bienes robados al otro acusado, que se los intercambiaba por otros “objetos artísticos”. En esas “permutas” utilizó, por ejemplo, “una campana de hierro fundido del siglo XVIII”, “una imagen de San Francisco” del mismo siglo o “dos sagrarios. También ”entregó“, indica el escrito de acusación, ”dos estanterías, varios trozos de un altar, un confesionario, un armario sin puerta, un reclinatorio“ y otros dos muebles.

Pero los objetos sustraídos por el antiguo cura eran más, dice la Fiscalía. Algunos fueron recuperados por la diócesis y otros, todavía no. Entre los que sí han regresado al patrimonio eclesiástico están dos figuras que representaban ángeles, un peto de ánimas, una imagen de Santa Lucía, una Virgen, un san Antonio, una Virgen de los Milagros tallada en piedra o dos cálices de plata. Cruces, candelabros, misales o mesas también habían sido robadas, pero recuperados.

No obstante, el Obispado reclama también en este proceso otros objetos que no han vuelto a sus manos. Es el caso de una “imagen de San José recogida en el inventario artístico de Lugo y de su provincia”, una casulla, dos cómodas, imágenes de SanoFrancisco y de la Virgen del Carmen, una bandeja de plata, dos misales, un manto de la Virgen de los Dolores, una cruz, dos floreros, una mesa del siglo XVIII e incluso un banco de una iglesia, entre otros. Todos estos bienes, evidencia la fiscal, “están sometidos a un régimen de especial protección derivado de su especial naturaleza” y protegidos por las leyes estatal y gallega de patrimonio artístico y cultural.

Además de las penas de prisión y multa el Ministerio Público defenderá en el juicio que el excura indemnice al Obispado por los “objetos no recuperados” y el supuesto receptor de los bienes, que “devuelva los efectos recibidos que se encuentran en su poder”.

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