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La marea que trajo de vuelta a Feijóo

Feijóo (i), en el Parlamento como conselleiro de Fraga

David Lombao

El 17 de enero de 2003, un terremoto sacudía la política gallega, agitada desde tres meses antes por la catástrofe del Prestige y la gestión que de ella estaban realizando los gobiernos central y gallego. Esa tarde se conocía que Xosé Cuiña, conselleiro desde 1990, abandonaba la cartera de Política Territorial. El cese en el cargo de quien había sido considerado durante muchos años como sucesor natural de Manuel Fraga fue presentado como una dimisión, pero interpretado como una destitución gestada en sus enfrentamientos con la cúpula estatal del PP y, en última instancia, provocada por la salida a la luz de que una compañía de su familia le suministraba materiales a la empresa pontevedresa Peycar, que a su vez suministraba a la pública Tragsa materiales para la limpieza del chapapote del petrolero.

La inminente lectura de la sentencia sobre el naufragio, este miércoles, devuelve a la actualidad unos días que se revelaron cruciales para el futuro político del país, toda vez que erosionaron aún más el PP en el Gobierno y supusieron el retorno a Galicia de Alberto Núñez Feijóo. La salida de Cuiña, que defendió en todo momento que no había cometido “irregularidad ni ilegalidad” ninguna, precipitó la remodelación del Gobierno que Fraga ya preparaba para relevar a Corina Porro y Manuela López Besteiro, a quienes iba a situar como cabezas de cartel municipal en Vigo y Lugo, respectivamente. Lejos de ser un ajuste técnico, el nuevo gabinete del patrón de la derecha española era sensiblemente más agradable y cómodo para la cúpula del PP de José María Aznar y Mariano Rajoy.

Apenas tres días después, tomaban posesión en San Caetano los nuevos consejeros: María José Cimadevila en Asuntos Sociales, Pilar Rojo en Familia, José Manuel Barreiro en Medio Ambiente y Alberto Núñez Feijóo en Política Territorial, este último sin la presencia de su antecesor. Rojo, de contrastada afinidad con Rajoy, y Feijóo, discípulo político de José Manuel Romay Beccaría, le echaban simbólicamente el cerrojo a lo que en la madrileña calle de Génova se consideraban devaneos galleguistas del PpdeG. El nuevo titular de Política Territorial llegaba directamente del gabinete Aznar, donde presidía Correos bajo las órdenes de Francisco Álvarez-Cascos, ministro de Fomento y, por lo tanto, responsable de buena parte de las decisiones políticas ligadas al Prestige.

Defensor del 'Plan Galicia'

La toma de posesión de Feijóo se produjo tan solo cuatro días antes de que el propio Aznar, que le había dado el visto bueno a la remodelación del gabinete Fraga, desembarcara en A Coruña para celebrar en la casa del Ayuntamiento una reunión del Consejo de Ministros con el alcalde, Francisco Vázquez, como anfitrión. Aquella controvertida reunión supuso un antes y un después en la crisis del Prestige. El Gobierno central intentaba hacerse con el control de la situación política, partidaria y mediáticamente y, mientras millares de personas exigían dimisiones y responsabilidades en las cercanías de plaza de María Pita, Aznar anunciaba una supuesta lluvia de millones en inversiones empaquetadas bajo el rótulo de Plan Galicia, un “compromiso personal” de Aznar. Fraga, que ya se presentaba como “víctima” de la catástrofe, iba pasando a un segundo plano.

Aquel plan, que sembró el país y las páginas de los periódicos de anuncios de inversiones, tenía en las obras uno de sus pilares fundamentales y, por lo tanto, al consejero de Política Territorial como uno de sus protagonistas. “El Plan Galicia desata la envidia de muchas comunidades”, aseguraba el conselleiro Feijóo, quien defendía que aquel proyecto iba a ser el impulso definitivo para, por ejemplo, la conexión de Galicia con Madrid mediante AVE “en el horizonte del año 2010” o el inicio de las obras de la línea de alta velocidad del Cantábrico, que llegaría hasta Bilbao.

Notas oficiales de la Xunta en los meses siguientes al naufragio del Prestige

En los meses siguientes, la web de la Xunta inauguraba una sección de noticias, inédita hasta entonces, centrada en el Prestige y, sobre todo, en las obras del mencionado plan. Ese espacio recogía en agosto las palabras de Feijóo defendiendo el proyecto de Aznar frente a las “críticas electoralistas” de PSdeG y BNG. Se trataba, defendía, de un plan “transparente”, y como prueba ofrecía sus respuestas en el Parlamento y también “las continuas referencias que, a través de los medios de comunicación, se realizan sobre las actuaciones” en materia de “puertos, infraestructuras viarias, ferroviarias y de suelo industrial”. En el mes de agosto, Feijóo se mostraba convencido de que “el pueblo gallego tiene superada psicológicamente la catástrofe del Prestige” y de que estaba “harto de que se protestara sin ofrecer soluciones”.

En esta misma línea, el final de 2003 y el inicio de 2004 fueron intensos para Feijóo, que recorría las comarcas de Galicia anunciando inversiones asociadas al plan en tela de juicio. En septiembre Fraga anunciaba la que sería su última remodelación de Gobierno y creaba dos vicepresidencias, la primera para Feijóo y la segunda para Barreiro. En la primavera de 2005, el fundador del PP adelantaba las elecciones y situaba a Feijóo como cabeza de lista por Pontevedra. El 19 de junio PSdeG y BNG desbancaban a los conservadores y en enero de 2006, apenas cuatro año después del Prestige, Feijóo se hacía con la presidencia del partido con el 96% de los votos. Por el camino de la carrera sucesora se había quedado, entre otros, Xosé Cuiña.

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