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Turbulencias en el PP gallego posFeijóo a un año de las urnas: imputaciones, discretos resultados y lío en las diputaciones

El presidente del PPdeG, Alfonso Rueda (a la izquierda), con Manuel Baltar (a la derecha), durante un acto de campaña.

Daniel Salgado

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Al día siguiente del 28 de mayo parecía que Alfonso Rueda se iba a subir al carro electoral que Sánchez puso en marcha. La convocatoria de una rueda de prensa para la tarde de ese mismo lunes, después de una ejecutiva del PP gallego a la que convocó también a todo su gobierno de la Xunta, disparó los rumores. Pero no. El presidente compareció ante los medios para dar una no noticia: no habría adelanto de las urnas en Galicia. “Queda mucho por hacer”, dijo. El balance de lo sucedido en los comicios no acompañaba. Los populares subieron en la comunidad, sí, pero bastante menos que en el resto del Estado, y eso a pesar de que partían de uno de sus suelos históricos, el de 2019. Su asalto al poder urbano resultó frustrado ante la resistencia de la izquierda. Los problemas se le multiplican ahora a Rueda, a menos de un año de sus primeras elecciones gallegas: el partido sufrió para consensuar su candidato a presidir la Deputación de Pontevedra, en Ourense el paso atrás de Baltar no ha desembrollado los líos que tienen a la derecha en su centro, y las conveniencias de Feijóo en Madrid le han birlado pesos pesados en su gabinete y en el grupo parlamentario.

Manuel Baltar, hasta ahora presidente del ente ourensano, estaba pendiente de juicio por un presunto delito delito contra la seguridad vial. Conducía un coche oficial a 215 kilómetros por hora en dirección a Madrid cuando lo paró la Guardia Civil. El también líder del PP provincial todavía no ha acabado de explicarlo. Tampoco otras multas por exceso de velocidad que han salido posteriormente a la luz. A Alfonso Rueda, su teórico superior en la organización conservadora, le ha temblado la mano con el asunto. Incapaz de exigirle consecuencias políticas, se limitó a agradecer sus escuetas disculpas públicas. Y en el Parlamento gallego huye de tan siquiera pronunciar su nombre. Pero sus hazañas al volante se han sumado a su relativa debilidad electoral –ni en 2019 ni este año ha sido capaz de obtener mayoría absoluta en el pleno provincial– y a las cuentas pendientes en el interior del partido -uno de los últimos representantes de lo que un día fue la boina- lo han empujado hacia el precipicio.

Lo que suceda en la Deputación de Ourense dista de aclararse. Si el PP quiere mantenerla bajo su mando, ya sin el clan Baltar, necesita el apoyo de la Democracia Ourensana de Gonzalo Pérez Jácome, polémico alcalde de la ciudad, populista de derechas que, acosado por los escándalos derivados de los audios revelados por el diario La Región, aumentó sus apoyos el 28M. El PP ha prometido en campaña electoral que nunca apoyará a Jácome para que vuelva a ser regidor. Ya lo había prometido en 2019 –Feijóo dijo que su gobierno sería letal para Ourense– y lo incumplió con estrépito: los populares auparon a Jácome, tercera lista más votada, a cambio de su sostén a Baltar en el pleno provincial. Jesús Vázquez, ex conselleiro de Educación y el político que Feijóo colocó en Ourense como persona de su confianza, acabó rompiendo con el PP provincial y estos días ha critica con dureza a Baltar en una entrevista en Ouke_gal. Tampoco el Partido Socialista sabe qué hacer en el laberinto ourensano y se ha enredado en sus propias discusiones internas. Cómo la agitación en el campo conservador influirá en las urnas de una demarcación decisiva para apuntalar las mayorías absolutas de los populares a nivel autonómico también es una incógnita. En todo caso, solo una diputación estará, con toda seguridad a día de hoy, en manos del PP: la de Pontevedra.

Disputa intestina en Pontevedra

Pero tampoco en esa provincia, cuyo PP dirigió Alfonso Rueda antes de sustituir a Feijóo en el Gobierno gallego y en el propio partido, hubo paz a la hora de elegir su referente. En un principio apuntaron a Marta Fernández-Tapias, candidata en Vigo que subió de cuatro a cinco ediles y próxima a Rueda. Pero Luis López, ex regidor de Rodeiro, último en la lista de los populares a la alcaldía de esa pequeña localidad ganadera y presidente provincial del partido, opinaba diferente. Él quiere ser presidente de la Diputación de Pontevedra. Para hacerlo posible, dimitieron todos los miembros de la candidatura que quedaron fuera y uno de los cinco que resultaron elegidos (y que estarán en la oposición municipal), es decir, 16 renuncias. Así él entrará de edil este 17 de junio, cuando se conforman las corporaciones municipales, y podrá después optar a presidir el ente provincial, donde el PP tiene mayoría absoluta tras dos mandatos en manos de una coalición entre Partido Socialista y BNG.

A falta de que se despeje el escenario ourensano, el botín de las diputaciones es lo más valioso obtenido por el PP de Rueda en su primera prueba electoral. Su asalto al poder urbano quedó truncado. Solo Ferrol, una ciudad en la que desde 1983 no ha repetido ningún alcalde, pasó a manos de la derecha. Mientras el partido subía nueve puntos en el Estado, en Galicia apenas cinco, hasta el 38%. La suma de PSdeG y BNG alcanza el 45%, y gabinetes dirigidos por estas dos formaciones, en solitario o en pacto, gobernarán a la mayoría de la población gallega. El viento de cola que empujó a los populares en España fue sensiblemente más débil en Galicia. El PP posFeijóo, cuya consolidación depende en buena medida de su dominio de los medios públicos y una parte importante de los privados, no acaba de despegar.

El director general de la CRTVG, imputado

Es precisamente la Corporación de Radio y Televisión de Galicia un territorio conflictivo para Rueda. Heredero del sistema ideado por Núñez Feijóo, que profesionales de la empresa y asociaciones gremiales denuncian por manipulador y groseramente inclinado a la derecha, la situación se ha enconado bajo el nuevo presidente. Cinco jornadas de huelga contra la parcialidad y el maltrato laboral han conseguido paralizar programas emblemáticos de las parrillas de las emisoras públicas. Su dirección, acusada de tomar represalias contra los empleados por sus posicionamientos políticos o sindicales, apenas se ha movido. Y la persona que la encabeza, Alfonso Sánchez Izquierdo, acaba de ser imputado junto a otros integrantes de la cúpula por presuntos delitos de acoso laboral y contra los derechos de los trabajadores. Alfonso Rueda, beneficiario político del sesgo informativo de los canales públicos, en ningún momento ha cuestionado lo que sucede en la CRTVG. Tampoco el incumplimiento de la ley de medios.

El primer año de la presidencia de Alfonso Rueda fue continuista respecto a la acción de su antecesor Alberto Núñez Feijóo. Y aunque su agenda neoliberal es intensa -se nota en la sanidad pública-, apenas ha realizado anuncios relevantes ni enunciado ideas estratégicas de fondo. Su empeño en discutir al Gobierno central de socialistas y Unidas Podemos por una cosa y por la contraria replica a la de Feijóo durante sus largos años al frente del Gobierno gallego. La gestión del litoral es la última de estas batallas, iniciada después de batir el récord absoluto de la historia autonómica sin obtener ni reclamar nuevas competencias. Ante las protestas de los afectados por la implantación de energías renovables, consecuencia en parte de las decisiones adoptadas por el PP tras la derrota del bipartito en 2009, anunció que constituiría una empresa mixta para participar en los parques eólicos, pero con mayoría en manos privadas. Apenas ha dado sus primeros pasos.

Feijóo desmonta la Xunta y el grupo parlamentario del PP gallego

Hace prácticamente un año que se producían los incendios más grandes nunca registrados en Galicia, uno de ellos en el parque natural de O Invernadoiro. No ocuparon demasiado espacio en el debate político. Y eso que la promoción de los espacios verdes y el turismo, principalmente el relacionado con el culto xacobeo y sin atender a su sostenibilidad ni a la convivencia con los vecinos, conforma, quizás, el rasgo más identificable del gabinete Rueda. Que por propia voluntad ni siquiera realizó cambios de calado respecto del último gabinete de Feijóo cuando tomo posesión: solo incluyó la novedad de Diego Calvo como vicepresidente segundo para mantener los equilibrios internos del partido. Ahora no le quedó otra que reformarlo, pero por voluntad ajena. Feijóo le ha arrebatado al vicepresidente de Economía, Francisco Conde –“pieza indispensable”, según el propio Rueda hace unos meses–, para que encabece la lista del PP por Lugo al Congreso de los Diputados, y al portavoz parlamentario Pedro Puy. Los cambios se han llevado por delante a la responsable de Mar, Rosa Quintana, incapaz en los últimos tiempos de resolver algunos graves conflictos del sector.

Solo dos semanas después de explicar que no adelantaría elecciones en Galicia, Alfonso Rueda ya ha cambiado de opinión. Aquel “queda mucho por hacer” del 29 de mayo se ha transformado en una petición de “tensión electoral” a la organización. No descarta llamar a las urnas en otoño si el viento de la derecha le sopla de cola el 23 de julio.

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