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Viaje a las rompientes donde los percebeiros se juegan la vida para extraer el marisco más deseado de la Navidad

Brais Lorenzo / Gonzalo Cortizo

30 de diciembre de 2025 21:21 h

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Los percebeiros interpretan el tempo de las olas para calcular el margen del que disponen al arrimarse a las fendas [grietas] más profundas en los pocos segundos en los que el mar se retira para volver a golpear con fuerza. El baile con la marea es una disciplina reservada para los expertos. El objetivo: llenar la cesta con el cupo asignado (apenas cinco kilos por persona) y volver a casa de una pieza. Las rocas de la aldea de O Roncudo (el nombre resume el ruido que el mar hace al golpearlas) es la capital de esta danza. Mientras en los mercados los precios se disparan estos días, muchos olvidan el riesgo que supone la extracción de ese crustáceo para quienes bajan a por él cuando el temporal da una oportunidad. El fotógrafo Brais Lorenzo llevó su cámara a este lugar de A Costa da Morte el pasado 27 de diciembre. Es el retrato de una odisea cotidiana para estos trabajadores del mar. Aparentemente, era un día tranquilo para la faena.

Percebeiros en O Roncudo

Ataviado con su traje de neopreno, una pequeña bolsa de red anudada a la cintura y un gancho metálico con empuñadura de madera, Pachi apura el último cigarro antes de echarse al agua mientras camina por el pequeño sendero que conduce a la rompiente. Es uno de los más veteranos del grupo y eso en este oficio se considera un valor, sobre todo cuando el grupo actúa como un equipo en donde a voces se van avisando los unos a los otros de los peligros que traen las olas que llegan antes de lo esperado. La mecánica es pura repetición: esperar la ola, flexionar las piernas y lanzarse sobre los huecos en el breve espacio de tiempo que gasta el mar en su retirada.

Percebeiros en O Roncudo

El trabajo es intenso y se resuelve en unas pocas horas. En esta ocasión la cita es a las 13:00 horas. La marea es quien marca los horarios. Cuanto antes se obtenga el cupo, el riesgo se minimiza. Menos tiempo en el agua aleja la posibilidad de tragedia.

Percebeiros en O Roncudo

El consumo de percebes como producto de lujo es algo relativamente reciente, de principios de la década de los 60. Sin embargo, su uso como alimento es una tradición secular para la gente del mar que lo extraía para completar su dieta. Considerado como “alimento de pobres” antes de conquistar las cocinas más exclusivas también fue usado, como otros mariscos ahora muy apreciados, para abonar las tierras que los marineros cultivaban para llenar la despensa en las semanas en las que el mar muestra su agresividad invernal.

Los de O Roncudo tienen la fama de ser los más apreciados de la costa gallega, sin desmerecer a los que llegan de otras zonas como Aguiño, Lira o Cedeira. El percebe se nutre agarrado a las rocas y filtrando el agua de las zonas más batidas por el mar. Sus zonas de extracción son siempre parajes inhóspitos y de extraordinaria belleza.

Percebeiros en O Roncudo

Tras la faena y a pocos metros del agua se produce el primer triaje. Uno a uno y a mano se van seleccionando ejemplares por tamaños para evaluar el posible precio en las lonjas o en los restaurantes que compran directamente a los marineros: estos, para A Coruña; estos otros, para Santiago...

Percebeiros en O Roncudo

A las puertas de Nochevieja los precios superan los 100 euros por kilo para los de calibres medianos y mucho más si el tamaño y grosor es de categoría especial. Un manjar, sin duda, de precio elevado pero en cuya obtención los marineros bailan con las olas y ponen su vida en riesgo persiguiendo cada puñado.

Percebeiros en O Roncudo
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