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Lecciones de 'sexting' para precavidos con la mayor experta en la materia

Sextear está bien y es divertido, siempre y cuando se haga con consentimiento y respetando la privacidad

José Manuel Blanco

Alguien manda una foto sugerente a su pareja o a esa persona a la que acaba de conocer por una 'app'. Un autorretrato desnudo o semidesnudo en el espejo del cuarto de baño, un pene erecto o el vídeo de un trío comienzan a navegar por internet. O puede que solo haya texto: palabras picantes, propuestas libidinosas...

El 'sexting' o sexteo es una realidad. Los mensajes de contenido sexual están a la orden del día, en ocasiones, desgraciadamente, porque derivan en el infame porno por venganza. La confianza en la persona a la que mandamos esos mensajes puede tornarse en pesadilla. En 2016, un estudio entre adultos estadounidenses (entre 21 y 75 años) concluía que un 23 % habían enseñado a otras personas las imágenes y mensajes subidos de tono que otros le habían mandado, algo que no agradaba al 73 % de los encuestados. Y aunque tú asegures que no lo practicas, otros lo hacen. Y para ellos (y para ti también) hay una guía de estilo. Y la voluntad de hacernos entender que no es una práctica malévola.

Amy Adele Hasinoff es una investigadora estadounidense que se ha propuesto dar las indicaciones necesarias para sextear con seguridad, o por lo menos sin muchas preocupaciones. Empezó a interesarse por el tema allá por el año 2008 cuando, en su opinión, mucho del trabajo que se hacía en Estados Unidos sobre 'sexting' “era muy improductivo y un poco ineficaz, y me parecía algo injusto”, cuenta a HojaDeRouter.com.

En algunos ámbitos del país, el 'sexting' se confundía con la pornografía infantil. “En Estados Unidos, las leyes de pornografía infantil no tienen excepciones con los adolescentes. Me resultaba extraño que los adolescentes produjeran pornografía infantil con ellos mismos”. Un estudio de la Universidad de New Hampshire (Estados Unidos) estimaba que en 2009 el 7 % de las personas arrestadas por pornografía infantil eran en realidad adolescentes que habían compartido imágenes íntimas de forma consentida. También en ese año, un estudio de la MTV y Asociated Press señalaba que un 33 % de los adolescentes entre 14 y 17 años sexteaban, una cifra que aumentaba hasta casi el 50 % de la población conforme el rango de edad subía.

Ya en 2015, un estudio de la Universidad de Drexel, en Filadelfia, concluyó que cuatro de cada cinco estadounidenses adultos habían mandado o recibido este tipo de mensajes. En España, pero en 2011, un informe del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación señalaba que un 4 % de los menores entre 10 y 16 años se han hecho fotos o vídeos “en una postura sexy (no necesariamente desnudos ni eróticas)” usando el móvil, mientras que un 8,1 % declaraba haber recibido ese tipo de imágenes de conocidos. Y ya en 2014, la web de citas Ashley Madison aseguraba que España era el país cuyos adultos más practicaban el sexteo.

La peliaguda relación entre 'sexting' y pornografía infantil llevó a Hasinoff a investigar los mensajes sexuales. Su experiencia se ha materializado en un blog y un libro que ahonda en la cuestión y da consejos para un intercambio seguro de este tipo de mensajes, dirigidos a jóvenes o no tan jóvenes.

“Soy una experta en 'sexting', no una experta sexteando”, aclaraba en una charla TED. Por eso su experiencia, no tanto en la práctica como en el estudio de este fenómeno, le permite dirigirse a todos los actores implicados, padres de adolescentes incluidos, para que aprendan a enfrentarse a algo tan normal como enviar a un meme por WhatsApp.

“Cuando piensas en pornografía infantil piensas en un adulto explotando a un niño pequeño, que es una cosa horrible y obviamente muy trágica, pero parece completamente diferente al 'sexting'”. Aunque practicar el 'sexting' implica un cierto riesgo, Hasinoff defiende que no va más allá de aquel al que nos exponemos cuando hacemos otras cosas (“ir en coche, caminar por la calle, esquiar…”) que también nos resultan divertidas. “Es imposible estar completamente a salvo, porque no puedes confiar nunca al cien por cien en tu pareja, pero desde el punto de vista de la gente que lo va a hacer”, incide, “creo que el consentimiento es lo primero”.

Ese es su principal consejo: “Asegurarte de que tienes siempre consentimiento para todo lo que estás haciendo”, porque quizá otras personas “no quieren recibir una foto sexual tuya” o que tú divulgues las que te han mandado. “Es lo mismo que debes hacer con cualquier tipo de comportamiento sexual”, añade, e incluso lo que debería hacerse, por ejemplo, antes de compartir la imagen de una fiesta en la que aparecen otras personas. “Si no preguntas estás violando su privacidad”, sentencia.

Un ‘sexting’ seguro

En su blog se recogen numerosas indicaciones para practicar un 'sexting' seguro: recortar la cara u otras marcas identificatorias en las fotos, eliminar las más antiguas y pedir a la pareja que haga lo mismo o usar una ‘app’ que borre las fotos una vez vistas (como Snapchat).

Además, intenta concienciar y animar a la gente para que se oponga de manera activa a la cultura de la violación, el 'slut-shaming' o el acoso homófobo'slut-shaming'. “Deberíamos aceptar que mucha gente se expresa sexualmente de alguna manera. Es injusto condenar y criticar a mujeres y niñas por ello”, escribe la experta.

Su blog también es una recopilación de recursos para intercambiar mensajes sin sufrir desagradables consecuencias. Hay guías prácticas recogidas en un archivo .pdf (en inglés), una serie de recomendaciones para los legisladores (como discriminalizar el 'sexting' consentido) y consejos para eliminar imágenes que han sido divulgadas sin consentimiento.

Consejos para los padres

A los padres preocupados y a los docentes, Hasinoff les recomienda educar de la misma forma que lo hacen con el sexo, sin prohibirles de forma radical la práctica del 'sexting', intentar meterles miedo u optar por retirarles los dispositivos. Es preferible hablar sobre la necesidad de confiar en otra persona y sobre estrategias para evitar imprevistos.

Los profesores también tendrán que advertir sobre el “impacto devastador” de la divulgación de imágenes sexuales sin el permiso de la persona involucrada y apoyar a las víctimas si se da una violación de la privacidad, sin hacerlas sentir culpables. Asimismo, deberían llevar también a las aulas la repulsa al 'slut-shaming', la cultura de la violación o el 'bullying' homófobo.

Mientras sea completamente consentido, ¿cuál es el problema con el 'sexting'?”, se preguntaba Hasinoff en la citada charla TED. “A la gente le encantan cosas que podrían no gustarte, como el queso azul o el cilantro”, y eso, obviamente, no las hace moralmente reprobables.

Por eso Hasinoff quiere trasladar el debate sobre la cuestión moral a la privacidad, donde los gigantes de internet tendrían mucho que decir: “Creo que las empresas tecnológicas pueden hacer más por permitir a sus usuarios que protejan su privacidad, porque ahora mismo el modo en que las redes sociales funcionan es que cuanto más compartes, más dinero gana la compañía”, nos cuenta.

Entre sus propuestas está la protección de los propios envíos. “Una de las cosas que sugiero en mi libro es que las compañías podrían proveer a sus usuarios de una herramienta de gestión. Como si compras un libro en Amazon para tu Kindle: no puedes enviárselo a cualquiera porque [el dispositivo] evita hacer eso. ¿Por qué no hacer lo mismo con una foto?”. La experta cree que hay “un montón de potencial” para herramientas como esta. Sin embargo, “creo que las compañías no se sienten a gusto, porque quieren crear contenido y compartir más contenido”.

Además, cuando sucede alguna desgracia o las imágenes se filtran, se tiende a señalar a la persona que tomó las fotos (sobre todo si es mujer) como la culpable, olvidando que, en realidad, es una víctima. Para ellas, “vamos a cambiar nuestras ideas sobre la privacidad digital y vamos a responder con compasión”, reclama Hasinoff. Porque, al fin y al cabo, el 'sexting' es divertido si se ejerce con consentimiento y sin traicionar la confianza.

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Mike Licht, Amy Adele Hasinoff y Pro Juventute

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