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La escasez de agentes para proteger a las víctimas de violencia machista: “Uno de mis miedos es que nadie me crea”

Giovanna Esther, víctima de violencia machista

Esther Ballesteros

Mallorca —

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“A veces llegas a dudar tanto de ti misma que piensas que estás exagerando”. Giovanna Chávez tiene 35 años y durante nueve sufrió violencia física y psicológica por parte de su ex pareja. La situación llegó a tal extremo que, en abril de 2020, en plena pandemia, se fue de casa, en Santa Ponça (Mallorca), tras sufrir un episodio “muy violento” que acabó con moratones en su cuerpo y ella encerrada en una habitación. Las calles se encontraban prácticamente vacías. El estado de alarma decretado un mes antes para contener los embates de la COVID había confinado a la población en sus casas. Sin embargo, una amiga acudió de inmediato en su búsqueda: “Me da igual los controles que me encuentre, tú no te quedas más ahí”, le dijo. Poco después, aturdida, se encontraba en dependencias de la Guardia Civil y denunciaba a su compañero sentimental.

Giovanna relata su historia visiblemente emocionada. En una entrevista concedida a elDiario.es, narra la experiencia vivida desde que su expareja comenzó a maltratarla hasta que logró salir de la espiral de violencia a la que se hallaba sometida. Recuerda que empezó a tomar conciencia de su situación cuando, un día de 2019, una de las amigas que siempre han estado a su lado –su “tribu”, como las llama– la llevó “literalmente de la mano” a la Fundación IRES, dedicada a la atención de personas y familias en situación de vulnerabilidad. Allí comenzó a ir a terapia psicológica. Y uno de los primeros límites que le aconsejaron poner fue impedir que su expareja tuviera acceso a sus cuentas y a sus tarjetas. Fue una de las decisiones a partir de las cuales, asegura, comenzó a empoderarse.

Sin embargo, el camino no fue fácil. Tras marcar ese primer límite, los episodios de maltrato se recrudecieron. Con la irrupción de la pandemia, las sesiones pasaron a ser telefónicas y la violencia se intensificó. Al comentárselo a una de sus psicólogas, ésta le habló tajante: “Aquí de lo que se trata es de no permitir la violencia. La violencia es violencia y, por más que la justifiques, no está permitida bajo ningún concepto”. “Me dijo que tenía que salir de ahí de inmediato. Y en medio de una pandemia empecé a preguntarme: '¿Y ahora qué hago? ¿Adónde voy?'. Mi familia vive en la península y no podía coger un avión. Era una situación extremadamente complicada”, recuerda Giovanna, quien explica que “desde que la psicóloga me dijo aquello hasta que tomé la decisión debieron de pasar cuatro o tres días... Aquello ya era insufrible. Y entonces mi amiga vino a buscarme”.

Mi psicóloga me dijo: "Aquí de lo que se trata es de no permitir la violencia. La violencia es violencia y, por más que la justifiques, no está permitida bajo ningún concepto"

Giovanna Víctima de violencia machista

El juez “no se pilló los dedos”

En comisaría, la Guardia Civil le puso en contacto con los servicios sociales y le recomendó ingresar en el Casal Ariadna, un hogar de acogida y atención integral a víctimas de violencia machista. “Uno de los agentes me dijo: 'Mira, puedes volver a casa, a él esta noche se lo llevarán, pero en unas 24 ó 48 horas seguramente volverá a estar fuera. Sé que es una putada, pero tú y tus hijos estaréis más seguros en el centro porque al final el maltratador, por muchas órdenes de alejamiento que haya, no suele respetarlas'”, relata la joven. A ello se sumaba otro hándicap: al estar en pleno estado de alarma, nadie podía permanecer en la calle y el juez “no se pilló los dedos y no dejó claro quién tenía que abandonar el hogar familiar”.

Tras contactar con el Casal Ariadna, la citaron a una hora determinada y le dieron instrucciones. “Al llegar había que pasar por el tema de la desinfección; me enfadé mucho con la trabajadora social por ese motivo, estaba muy susceptible”, relata. La circunstancia añadida era que, para poder pasar la cuarentena, desde el Consell de Mallorca habilitaron dos apartamentos vacíos situados en el mismo edificio para poder descongestionar el casal. Allí, las mujeres recién llegadas debían pasar quince días aisladas. “Entonces no sabíamos muy bien cómo iba el virus”, comenta Giovanna. El contacto con las propias trabajadoras de la casa se hacía por videollamada.

“Fue muy duro, aunque tuvimos suerte de ser los primeros en permanecer en esos pisos para poder asentarnos y superar la emoción”. Una sensación que se rompió cuando llegó una mujer de origen marroquí con un bebé de 18 meses. “Apenas hablaba español y de repente me derrumbé. Al llegar esta señora fue como un golpe de realidad muy duro, ver a otra mujer que estaba viviendo lo mismo que yo estaba viviendo. Cuando ves la realidad de otras madres con bebés te das cuenta del extremo al que han llegado. Aunque el bebé tenga tres meses o un mes o un día, la desesperación es tal que deciden irse y buscar ayuda”.

Ver a otra mujer que estaba viviendo lo mismo que yo estaba viviendo fue un golpe de realidad muy duro. Cuando ves la realidad de otras madres con bebés te das cuenta del extremo al que han llegado

Giovanna Víctima de violencia machista

En el casal, el hijo pequeño de Giovanna cumplió cuatro años. El mayor cumplió seis a finales de 2020. Como las demás mujeres, la joven contaba con una asignación semanal para poder hacer la compra. Cuando comenzó la desescalada, les dieron permiso para subir a la azotea. “Allí nos reuníamos y hablábamos. Cada vez llegaban más mujeres. te decían: 'Esta semana han entrado dos o tres y han llegado con niños'. Después, yo me iba a la habitación y me ponía a llorar. Era lo más duro, ver que seguía llegando gente y que contigo no se acababa todo”. Allí permaneció hasta principios de junio.

Giovanna hace hincapié en el hecho de que su situación “siempre fue muy distinta a la del resto de mujeres”. “Afortunadamente estaba cobrando un ERTE [trabajaba como recepcionista en un hotel], lo que me permitió poder ahorrar. También contaba con muchos más recursos que quizás la mayoría de mujeres que llegan ahí no tienen. Pero no es que eso me haga mejor o peor”, abunda, incidiendo en la importancia del apoyo social cuando una mujer atraviesa una situación así: “Yo ya tenía a mis amigas, mi tribu. Nos veíamos en la playa y eso hizo aquel verano mucho más ameno”.

“No es fácil denunciar al padre de los niños”

La joven explica que, tras irse de casa, su ex pareja intentó ponerse en contacto con ella en varias ocasiones. “Conmigo directamente no, porque yo lo bloqueé. Fueron las primeras directrices que me dieron en la Guardia Civil. Pero claro, gente que no sabía nada del caso empezó a llamarme: 'Oye, Giovanna, que A. me ha dicho que está muy preocupado y no sabe dónde estás'. Es muy duro, porque llegas al centro con muchísimo sentimiento de culpa después de poner la denuncia. No es fácil denunciar al padre de los niños. Llegas allí y aún te preguntas si está bien lo que has hecho”. No en vano, reconoce que ella misma sintió “ganas de llamarle en algún momento y decir 'Ven y sácame de aquí'”. Se lo comentó por teléfono a una de sus amigas, quien le dijo: “Mira, Giovanna, lo mejor es que no le llames, pero si tú le quieres llamar, yo no voy a ser quien te juzgue”. “Era una situación muy limitante. Al final, obviamente, no le llamé, pero se hizo muy duro”, confiesa.

Afortunadamente, añade, en las casas de acogida hay mucho apoyo psicológico, lo cual, enfatiza, “te ayuda a ver muchas cosas que quizás hasta entonces no habías visto, como reconocerte a ti misma como víctima, algo que por mis propios prejuicios no aceptaba”. “Hasta ese momento no me permitía darme el papel de víctima. Me decía: '¿Cómo me ha podido pasar a mí?'. Intentaba justificar las acciones de mi ex pareja y pensaba: 'Ha sido mi culpa, yo le provoqué. Le he dicho algo que tenía que haberme callado'. Al final, dejas de hacer cosas para que él no se enfade y acabas dependiendo de esa persona emocionalmente”, abunda.

Hasta ese momento no me permitía darme el papel de víctima. Me decía: "¿Cómo me ha podido pasar a mí?". Intentaba justificar las acciones de mi ex pareja y pensaba: "Ha sido mi culpa, yo le provoqué"

Giovanna Víctima de violencia machista

Ha llegado incluso a quedarse sin voz en dos ocasiones, en 2021 y el pasado verano. “Cuando dejas de decir lo que tú quieres y lo que tú sientes, te reprimes de tal manera que al final dejas de hablar. Y no es algo que tú decidas. El cuerpo y la voz se rebelan y te dicen: ”Bueno, hasta que no empieces a decir lo que es importante, no, no voy a volver“.

Giovanna recuerda, además, que uno de los momentos más duros fue hacer frente a las preguntas “culpabilizadoras” de quienes la atendieron en un primero momento. “Me preguntaban cómo una chica como yo había aguantado tanto. Aquello me derrumbaba. Me sentía peor. Como si aguantar hubiera sido un capricho. Era como un castigo: si estás ahí es porque te lo has buscado. Esa es una de las cosas de las que tomé conciencia al llegar a la casa de acogida”. Para la joven, se trata de aspectos sobre los que se debe sensibilizar a la sociedad. Empezar en casa y continuar en las escuelas“.

La de Giovanna es una de las múltiples historias vividas dentro y fuera de las casas de acogida. En Mallorca, el Consell anunció recientemente la puesta en marcha del proyecto 'Aurora', con el que se creará una red de viviendas en la isla para acoger a mujeres víctimas de violencia machista y explotación sexual. La iniciativa contará con una treintena de viviendas que permitirán pasar de atender a unas 40 mujeres –que en la actualidad se encuentran en ocho pisos asociados– a 101, con lo que se prevé superar lo establecido en la Estrategia Estatal para combatir las Violencias Machistas 2022-2025, que fija en una plaza por cada 10.000 habitantes la tasa adecuada para atender a las víctimas. De todas las viviendas, una parte deberá estar ubicada en Palma, Inca y Manacor.

El Consell de Mallorca creará una red de viviendas en la isla para acoger a mujeres víctimas de violencia machista y explotación sexual así como centros especializados en tratamiento psicológico para abordar las secuelas del maltrato

La intención de la institución insular pasa por poder contar con todos los pisos en 2024, a lo que prevé sumarse ese mismo año un centro especializado en tratamientos psicológicos y de deshabituación a sustancias estupefacientes para abordar las secuelas de la violencia ejercida contra las mujeres. “Desde que recibimos las competencias de igualdad y diversidad en 2019, nos hemos volcado en las campañas de sensibilización y en asesoramiento tanto psicológico como jurídico”, señala, en declaraciones a elDiario.es, el conseller insular de Presidencia, Javier de Juan, quien alude, sin embargo, a la actual dispersión de los recursos disponibles y apunta a la necesidad de acompañar a las mujeres en todo el proceso, desde darles una solución habitacional a proporcionarles trabajo y formación.

Centros especializados en tratamiento psicológico

“Ya nos hemos centrado en lo más urgente, que es que estas mujeres puedan tener un sitio donde estar, recuperarse y rehacer su vida. Pero también nos interesa el después. Muchas de estas mujeres vienen con una serie de problemáticas, a veces asociadas a diagnósticos de salud mental como consecuencia de la violencia sufrida y en una red de pisos ordinaria es difícil trabajar según qué cosas. Por ello, el siguiente paso que daremos será establecer centros especializados para poder atenderlas”, señala el conseller, quien subraya que, al margen de todo ello, el Consell diseñará un proyecto de formación e inserción sociolaboral para todas ellas. “Si no tienes solucionada tu vida en ese sentido y una mujer no logra ser independiente económicamente para rehacer su vida, es muy probable que todo lo que se ha trabajado con ella se eche a perder y regrese de nuevo a la casilla de salida. Eso es lo que queremos evitar”, señala.

Para ello, De Juan explica que se irá conformando una serie de servicios lo suficientemente flexibles como para dar la respuesta que una mujer necesita en cada momento. “A veces no es una cuestión de falta de recursos, sino de coordinación de los mismos. Que una mujer pueda acceder a ellos sin necesidad de estar pendiente de si sale una convocatoria o una determinada ayuda”, incide el conseller, haciendo hincapié en la necesidad de que “todo lo que ahora se aborda en forma de subvenciones pueda ser agrupado en un mismo programa y que las decisiones sean mucho más ágiles”. Hasta octubre del pasado año, el servicio de acogida de víctimas de violencia machista del Consell de Mallorca atendió a un total de 97 mujeres, diez de ellas derivadas del servicio del Ajuntament de Palma.

A veces no es una cuestión de falta de recursos, sino de coordinación de los mismos. Que una mujer pueda acceder a ellos sin necesidad de estar pendiente de si sale una convocatoria o una determinada ayuda

Javier de Juan Conseller insular de Presidencia del Consell de Mallorca

Un policía de protección por cada 150 víctimas

Sin embargo, desde las asociaciones, la portavoz del Lobby de Dones, Esperança Bosch, asevera que, en Balears, “lo que es evidente es que faltan recursos”. Alude, en primer lugar, a la falta de un número suficiente de policías de protección para las víctimas de violencia machista, que en Balears se sitúan en uno por cada 150 mujeres, según señalan fuentes policiales a elDiario.es, una cifra que, sin embargo, no han confirmado desde el Ministerio del Interior tras haber sido consultados por este diario al respecto. “Desgraciadamente hay tantas mujeres que necesitan ser protegidas de sus maltratadores que no hay policías suficientes. Esto lo podemos entender, pero lo que no puede ser es que esto llegue al extremo de que de que haya demasiados pocos recursos. Es un problema de prioridades”.

“Cuando ocurre un suceso de violencia machista, todo el mundo de repente lo tiene claro, está muy concienciado y es muy feminista, pero después todo esto se olvida y las mujeres siguen sufriendo y continúan siendo violentadas y asesinadas”, lamenta Bosch, quien asevera que “lo que se necesita son recursos y políticas activas. Pero, por encima de todo, tomárselo muy en serio. Los focos mediáticos se apagan. Es de sentido común que se revise todo”, comenta.

Bosch alude a un 2022 con cifras “inasumibles” de violencia machista a nivel estatal –48 mujeres fueron asesinadas en 2022, ninguna de ellas en Balears–. Mientras tanto, un reciente informe de Delegación del Gobierno contabiliza un total de 41 mujeres que fallecieron por violencia de género en las islas desde el 1 de enero de 2003 hasta el 30 de noviembre de 2022. En este contexto, la portavoz del Lobby de Dones considera que la revisión de recursos y protocolos sería “una reacción absolutamente lógica ante una situación de este tipo”.

Sobre el papel policial en la lucha contra la violencia machista, el jefe de investigación de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional en Balears, David López del Val, alude a la “problemática” existente a nivel nacional “en cuanto a los recursos contra la brecha de género”. “Desde nuestro punto de vista, la sensación es que todas estas medidas que anuncian desde el Estado a nosotros, en Balears, no nos llegan. Digamos que son destinadas a otras cosas que también son importantes, pero nosotros no hemos notado absolutamente ningún cambio desde hace años”, enfatiza.

La sensación es que todas estas medidas que anuncian desde el Estado a nosotros, en Balears, no nos llegan. Digamos que son destinadas a otras cosas que también son importantes, pero nosotros no hemos notado absolutamente ningún cambio desde hace años

David López del Val Jefe del equipo de investigación de la UFAM en Balears

López del Val hace hincapié, asimismo, en la importancia del 'protocolo cero', que obliga a actuar de oficio a los cuerpos de seguridad ante el más mínimo indicio de existencia de violencia de género, haya o no denuncia. En este sentido, asevera que la actuación policial “no debe de variar” independientemente de que la víctima haya denunciado. “El problema radica en que si la víctima, en sede judicial, no quiere declarar, se complica mucho más la toma de decisiones por parte de la autoridad pública competente”, señala.

El IBdona: “El riesgo y la prevención son nuestra prioridad”

Mientras tanto, desde el Institut Balear de la Dona (IBdona), dependiente del Govern, su directora, Maria Duran i Febrer, apela a buscar una protección efectiva de las mujeres partiendo de los criterios de riesgo bajo, medio y alto establecidos por el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (VioGen), en el que interactúan de manera coordinada la Policía Nacional, la Guardia Civil y las policías autonómicas y locales. Considera, sin embargo, que también deben tenerse en cuenta a aquellas mujeres que aún no han denunciado “pero de las que las administraciones públicas tenemos constancia de que se encuentran, al menos, en riesgo mínimo”. 

“Una llamada telefónica de una mujer que consideramos que, por lo que nos traslada, se encuentra en riesgo aunque no quiera denunciar pese a que le ofrezcamos acompañamiento debe llevarnos a activar todos los recursos”, subraya Duran, quien hace hincapié en la necesidad de que Ayuntamientos, Consells Insulars y Govern estén sincronizados a la hora de velar por la seguridad de las mujeres. “El riesgo y la prevención son nuestra prioridad”, incide.  

En concreto, el IBDona cuenta con un servicio de atención social y acompañamiento a víctimas de violencia machista, tanto vía telefónica las 24 horas (a través del 971 17 89 89, y del  639 83 74 76 vía whatsapp) como personal cuando la víctima no cuenta o no puede contar con apoyo social o familiar adecuado; presenta dificultades de comprensión del procedimiento; no tiene conocimiento del entorno geográfico o tiene dificultades a la hora de acceder a los recursos; se halla en situación de especial vulnerabilidad (joven menor de edad, tercera edad, discapacidad, mujeres con menores y/o personas dependientes a su cargo, nacionalidad extranjera...).

El IBDona cuenta con un servicio de atención social y acompañamiento a víctimas de violencia machista, tanto vía telefónica las 24 horas (a través del 971 17 89 89, y del 639 83 74 76 vía whatsapp) como personal

En situaciones de emergencia, cuando una mujer llama pidiendo ayuda y “se encuentra aterrorizada y no quiere volver a casa”, explica Duran, el IBDona gestiona su situación con las casas de acogida y encamina el procedimiento a seguir. Además, se le proporciona información jurídica y “contención emocional: cuando hay mucha violencia psicológica, la mujer e incluso los niños muchas veces están muy alterados”. En cuanto al acompañamiento presencial, señala que si una mujer no quiere avisar a los familiares pero no quiere acudir a denunciar sola, las técnicas van con ella a comisaría o al juzgado. 

La directora del organismo señala que desde Nochebuena hasta el próximo 21 de enero se han doblado sus servicios para prevenir nuevos casos. Durante 2022, el IBDona atendió a una media de trece mujeres por día vía telefónica, una cifra que en agosto se elevó a dieciséis. Asimismo, a lo largo del año se llevaron a cabo más de 450 acompañamientos. 

Mientras tanto, Giovanna y sus hijos continúan adelante: “Todo ha acabado y estamos intentando transformarnos. Pero el duelo sigue”. Considera que una de las cosas más importantes en una situación como la que vivió es “salir del papel de víctima: no te puedes quedar así toda la vida”. Y, sobre todo, rodearse de amigas: “Las amistades y el entorno, eso es fundamental, no solamente los recursos”. “La amiga es para todo. Para irte a tomar una caña. Para irte a tomar una tila. Para estar dos horas en mi casa sin hacer absolutamente nada. O cuando te guardan a los niños un momentito. Al final, la tribu es como una planta, se la tiene que alimentar y se la tiene que regar. Es una retroalimentación. La amistad también se cuida”, sentencia.

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