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La famosa cala de Ibiza que pasó de parque natural a santuario del 'postureo'

La etiqueta #CalaDHort en Instagram y un grupo de turistas

Nicolás Ribas / Eivissa

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La isla de Eivissa cuenta con innumerables parajes naturales de especial valor medioambiental que han estado amenazados durante mucho tiempo por multitud de proyectos urbanísticos. Uno de ellos es el enclave de Cala d’Hort, situado en el municipio de Sant Josep de sa Talaia, con sus legendarios islotes de es Vedrà y es Vedranell. Un lugar que es visitado cada verano por cientos de miles de turistas que quieren disfrutar de un paisaje de incalculable valor, desde donde se pueden apreciar las puestas de sol.

Esta zona, así como los islotes de es Vedrà y es Vedranell –los islotes forman parten de la Red Natura 2000 y tienen la consideración de Reserva Natural–, cuenta con varias figuras de protección: Lugar de Interés Comunitario (LIC); Zona de Especial Conservación (ZEC); Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) e incluida en el Área Natural de Especial Interés (ANEI). Su interés radica tanto en la flora que la habita como en su fauna, ya que es un lugar de nidificación muy importante para la pardela balear o virot (el ave marina más amenazada de Europa) y el halcón de Eleonora o falcó marí, entre otras especies de vertebrados como el cormorán moñudo, la gaviota de audouin, la águila pescadora, la gaviota patiamarilla y la lagartija o sargantana de las Pitiüses.

El entorno natural de Cala d’Hort, sin embargo, estuvo amenazado por diversos proyectos urbanísticos, especialmente desde 1991 hasta 1999. Durante este periodo una promotora pretendía construir un campo de golf de 600.000 metros cuadrados, con 18 hoyos y dos urbanizaciones anexas, según documenta el periodista y escritor Joan Lluís Ferrer en Ibiza. La destrucción del paraíso (Balàfia Postals, 2015). Como respuesta a este proyecto emergieron diversos movimientos sociales y ecologistas para combatirlo, que en aquel periodo ya estaban luchando por la declaración de ses Salines como Parc Natural -ejemplo paradigmático de la riqueza que posee el ecosistema mediterráneo-.

“Cala d’Hort, junto con ses Salines, representa algo más que un espacio natural para los ibicencos, pues forma parte de su repertorio de enclaves más entrañables”, explica Ferrer. “El mítico islote de es Vedrà, celoso guardián del devenir de los siglos en este tramo de costa ibicenca, forma junto con Cala d’Hort un área rebosante de riqueza ecológica, pero también arqueológica, paisajística y sentimental”, afirma el escritor. De hecho, todas las asociaciones de vecinos que había en ese momento en la zona, seis en total, se oponían a que el proyecto saliera adelante.

El PP local, sin embargo, no respaldaba que estas zonas alcanzaran el nivel de protección medioambiental que reivindicaban los movimientos sociales y los grupos ecologistas. Fueron dos factores, según Ferrer, lo que llevaron a los populares a renunciar a seguir defendiendo el proyecto: la importantísima movilización social que se desató en contra del campo de golf, que fue capaz de convocar una manifestación con 11.000 personas en la calle en 1999 (la más numerosa de la historia hasta ese momento) y, por otro, que la izquierda se presentaba unida por primera vez a las elecciones locales. El PP tenía miedo de perder el poder, como así ocurrió, cuando Pilar Costa, entonces candidata del PSOE-PSIB, se convirtió en la primera mujer en presidir el extinto Consell Insular d’Eivissa i Formentera.

La izquierda declaró Cala d’Hort como parque natural

Cuando entró el Pacte Progressista en el Consell Insular (1999-2003), Costa decretó una moratoria en la construcción de campos de golf en Eivissa, lo que puso fin a la amenaza, momentáneamente. El mismo año en que la izquierda se hizo por primera vez con el poder del gobierno insular, los ecologistas del GEN denunciaban que la promotora del frustrado campo de golf pretendía construir, además, 11 mansiones de gran tamaño al borde del mismo acantilado de Cala d’Hort, con vistas a los islotes de es Vedrà y es Vedranell.

En el ámbito balear, durante las dos primeras décadas de democracia solamente hubo gobiernos conservadores en el Govern. No fue hasta 1999, igual que ocurrió en Eivissa, cuando la izquierda alcanzó el poder, con un gobierno de coalición formado por distintas fuerzas y liderado por el socialista Francesc Antich. Ese gobierno progresista, con Margalida Rosselló como consellera de Medio Ambiente, aprobó una ley por la cual se declaraba el Parc Natural de Cala d’Hort, Cap Llentrisca y sa Talaia, así como las reservas naturales de es Vedrà, es Vedranell y de los islotes de Ponent.

En la exposición de motivos de la ley, el gobierno progresista argumentaba que se trata de “una de las zonas naturales más importantes de Eivissa”, que en su momento justificó, bajo el gobierno conservador de Gabriel Cañellas (Alianza Popular y Partido Popular), que casi la totalidad de este espacio fuera declarado Área Natural de Especial Interés (ANEI). En su artículo cuatro se prohibían todas las actividades que implicaran una explotación directa de los recursos naturales si ello era contrario a los “objetivos de preservación de este espacio natural protegido”, incorporando las reclamaciones que tiempo atrás hacían diferentes grupos sociales y ecologistas.

La norma incorporaba que cualquier cambio de uso de los terrenos incluido dentro del parque natural estaba sometido al régimen de planificación del espacio natural y sujeto a evaluación de impacto ambiental cuando así lo previera el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN). El artículo tres explicaba que los objetivos del parque natural eran “la conservación íntegra y la mejora del patrimonio natural, paisajístico y etnológico del ámbito territorial”; la valoración del patrimonio natural existente (tanto en suelo público como privado) y la promoción socioeconómica ligada a la conservación del paisaje, entre otros.

El PP derogó la protección de Cala d’Hort

La protección duró muy poco. El PP ganó las elecciones de 2003 por mayoría absoluta, por lo que comenzaba la segunda legislatura con Jaume Matas al frente del Govern, en su etapa más oscura, debido a la financiación ilegal del partido y los casos de corrupción que lo asolaron. Con Jaume Font como conseller de Medio Ambiente, el Ejecutivo conservador aprobó, en 2005, la ley para la conservación de los espacios de relevancia ambiental (LECO), que dejaba sin efecto la protección implementada por el anterior gobierno progresista: solo mantuvo la consideración de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent como Reserva Natural, eliminando el Parc Natural de Cala d’Hort, Cap Llentrisca y sa Talaia.

Pese la derogación de la zona de Cala d’Hort y Cap Llentrisca como parque natural, la LECO sí preveía, en su disposición adicional segunda, la prohibición del proyecto de campo de golf. Dicha norma establecía que el PORN que apruebe el Govern “tiene que prohibir expresamente la ejecución del proyecto de campo de golf de Cala d’Hort y su oferta complementaria”.

Por otro lado, el primer gobierno progresista (2015-2019) de Francina Armengol (PSOE-PSIB), con Vicenç Vidal como conseller de Medio Ambiente (Més per Mallorca), introdujo una modificación en la disposición adicional sexta, que prohibía, en el ámbito de los espacios naturales protegidos, “la difusión, la comercialización y la realización de fiestas y eventos multitudinarios en embarcaciones con música o que alteren sensiblemente los niveles sonoros naturales del lugar”, ya que se trata de una actividad “incompatible con los objetivos de conservación de estos espacios protegidos y con el descanso de las personas que disfrutan de las playas y del litoral”.

Las conocidas como party boats siguen proliferando cuando llega la temporada turística, también en zonas protegidas como las reservas naturales de es Vedrà y es Vedranell, algo que afecta especialmente a las aves, que son especialmente sensibles al ruido. “En los islotes de Ponent hay mucha masificación de barcos con música. Eso les afecta porque silencia a las colonias cuando cantan, lo cual es importante para ellas”, explica Amanda Tur, periodista especializada en medioambiente y autora de Nacidas para volar. Aves de Eivissa y Formentera.

En este sentido, el cormorán moñudo o corb marí, que también habita los islotes de Cala d’Hort, es citado como ejemplo de los efectos positivos que tiene declarar determinadas zonas como reservas marinas y naturales, tanto por la mayor riqueza de peces que eso supone, como por la menor presión humana que se consigue. En la legislatura que se acaba, con Miquel Mir (Més per Mallorca) como conseller de Medio Ambiente, el Govern ha aprobado el Plan de Gestión Natura 2000 Costa Oeste de Eivissa, aumentando la protección de las zonas de Es Vedrà-Es Vedranell, Illots de Ponent, Porroig, Cap Llentrisca-Sa Talaia y Costa Oeste de Eivissa, que han pasado a tener la consideración de Zona de Especial Conservación (ZEC). También ha sido aprobada la creación de dos nuevas reservas marinas: ses Bledes y es Vedrans.

Los ecologistas reivindican recuperar el parque natural

El grupo ecologista GEN-GOB sigue considerando que la zona de Cala d’Hort debería tener la consideración de parque natural, así como buena parte de Es Amunts (una zona montañosa de especial interés paisajístico que incluye parte de la zona costera de Sant Antoni de Portmany hasta el Port de Sant Miquel, y que cuenta con la clasificación de Lugar de Interés Comunitario –LIC– dentro de la Red Natura 2000). Cuando el PP derogó el Parc Natural de Cala d’Hort, lo hizo previa campaña de fake news, según explican los ecologistas.

“En su día se inventaron que la normativa del Parc Natural prohibía hacer obras de mantenimiento de las viviendas”, explica a elDiario.es Joan Carles Palerm, presidente del GEN-GOB. “Incluso decían que se prohibía pintar las casas y persianas, de modo que se permitía que la vivienda se cayera con el paso del tiempo”, lamenta Palerm. “Quiero pensar que el PP actual ya no es el mismo y que podremos promover un espacio natural protegido”, asegura. En opinión de los ecologistas, la distinción de parque natural favorece a todos, tanto a propietarios como a visitantes, así como a la biodiversidad, ya que son espacios que cuentan con gestión activa y vigilancia.

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