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La fascinación de los alemanes con Mallorca: así se forjó el 'land' del sol y el suelo barato

Un ciudadano alemán lee la prensa de su país en Mallorca.

Angy Galvín / Ana Ordaz

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La modelo Claudia Schiffer o el tenista Boris Becker no están solos: casi cinco millones de alemanes visitan Mallorca cada año (si tomamos como referencia los datos de antes de la pandemia) y otros 15.385 están empadronados en la isla mayor de Balears. Mallorca, convertida desde hace décadas en el 'land' (estado) número diecisiete de Alemania, sigue siendo uno de los destinos preferidos de los ciudadanos alemanes, a pesar de la pérdida de población alemana residente en la isla.

El 'land' mediterráneo comenzó a registrar una presencia importante de alemanes en 1986, tras la integración española en la Unión Europea, como recuerda Antonio Salvà, catedrático emérito de Geografía Humana de la Universitat de les Illes Balears. A partir de entonces, la comunidad alemana empezó a superar a la británica, en un archipiélago donde la población extranjera empadronada representa actualmente el 18,78%, según los datos del IBESTAT, el Institut d'Estadística de les Illes Balears.

De los 18.222 alemanes empadronados en las islas, 15.385 están en Mallorca. Son la nacionalidad extranjera europea con un mayor número de empadronados en esta isla, que tiene una población total de 912.544 habitantes. A los alemanes le siguen italianos (13.302 empadronados), británicos (12.259), rumanos (7.500), búlgaros (5.419), franceses (3.867) y polacos (2.451). Si bien estas cifras quedan lejos de los 22.909 marroquíes que habitan en la isla mayor.



Aunque el número de alemanes empadronados en Mallorca ha sufrido un descenso en los últimos años: de los 31.096 que había en 2011 a los 15.385 de 2021. Caso distinto es el número de turistas alemanes que visitan cada año la isla, que no paraba de crecer antes de la pandemia. Según los datos de AENA, 2.422.444 alemanes aterrizaron en Son Sant Joan (el aeropuerto de Palma) en 2021, casi la mitad de los que vinieron en 2019. Con estos datos, no es de extrañar que los primeros turistas extranjeros en visitar las islas tras la apertura de fronteras por la crisis sanitaria de la COVID-19 fueran alemanes.



El alemán medio empadronado en Mallorca tiene entre 16 y 64 años (representan el 75% de los alemanes residentes en la isla, según el IBESTAT). “Muchos de los alemanes con casa en la isla son los hijos de los primeros turistas que vinieron al archipiélago”, explica Salvà. “Ellos cambiaron la tendencia: antes los alemanes se hospedaban en hoteles, pero los hijos de los primeros turistas empezaron a comprar casas para residir permanentemente o para tener una residencia secundaria”, añade.

Compra de casas baratas

Salvà dice que una de las posibles explicaciones a la compra masiva de casas en Mallorca por parte de alemanes fueron los posibles beneficios fiscales que habrían obtenido por las inversiones en el extranjero entre finales de los años 80 y principios de los 90. “Las casas les salían muy baratas, se generó un boom, el marco alemán era muy fuerte al cambio con las pesetas”, explica este profesor, quien ya apuntó en el diario ARA que muchos mallorquines aprovecharon la circunstancia para hacer caja.

Se vendieron fincas a unos precios que para la población local parecían ser muy elevados, pero que en realidad para el alemán de la época eran muy asequibles. La crisis del mundo rural y la imposibilidad de una sustitución generacional en el campo mallorquín crearon, junto con la citada diferencia en cuanto al poder adquisitivo entre locales y extranjeros, un clima favorable hacia la venta de fincas a los alemanes.

La 'fiebre' alemana por comprarse una casa en Mallorca derivó en una locura de mayor calado: el diputado alemán Dionys Jobst, antes de la unificación de los cuatro 'lands' de Alemania, propuso al Gobierno alemán la compra de Mallorca. Salvà recuerda que entre los años 80 y 90 había mítines electorales y propaganda de las elecciones alemanas en las islas en los meses de verano: “Los partidos tenían más posibilidad de acceder a los alemanes en Mallorca que en sus lugares de origen”.

Los 'guetos' alemanes

La principal diferencia entre los alemanes y otras nacionalidades es su tendencia por los apartamentos o las urbanizaciones residenciales no muy turísticas, alejadas de la congestión de los hoteles, mientras que otros residentes europeos optan por las grandes fincas y terrenos. Salvà afirma que las principales colonias de alemanes están en Calvià, Llucmajor y la zona de Llevant, como Cala Ratjada. “Hay urbanizaciones que dominan los alemanes. Son una especie de gueto, dejando a un lado las connotaciones negativas”, afirma.

El clima mediterráneo y las amplias horas de sol, el estilo de vida tranquilo y la fácil y rápida conexión en avión con Alemania son los principales motivos que explican la presencia germana en la isla, según el catedrático emérito. “En caso de tener una enfermedad, en una hora o hora y media están en su ciudad, y pueden ir a los hospitales alemanes. También en una hora y media están en su apartamento mallorquín disfrutando del sol”, explica Salvà.

“La isla tiene todo lo que necesitas: sol, mar, playas paradisíacas, la Tramuntana y sus itinerarios para andar o ir en bicicleta, etc. Además, el ritmo de vida es mucho más relajado que en Alemania, con más de trescientos días de sol al año, y esto les da vida, cuando en Alemania pueden estar semanas con frío, lluvia y cielos grises”, añade Ana De Castro, profesora de alemán de la Escuela Oficial de Idiomas de Palma.

De Castro defiende “desde hace décadas” el alemán es un idioma pujante en la isla porque “implica a toda la economía, no solo al turismo”: “Es el segundo idioma después del inglés. No solo el turismo necesita trabajadores que hablen alemán, sino otros servicios como las clínicas privadas, bancos, abogados, administrativas, servicios de atención al cliente de cualquier empresa, etc. Yo siempre les digo a los alumnos que si una recepcionista habla español, catalán, inglés y alemán tiene muchas más posibilidades de encontrar trabajo y obtener mejor salario”.

Hans Lenz, director de la zona sudoeste de Engel & Völkers, una importante agencia inmobiliaria extranjera, señala que el año pasado el 40% de las compras de vivienda en la isla fueron de extranjeros y que, dentro de ese porcentaje, el 60% fueron compradores alemanes: “Están dispuestos a pagar un precio muy alto, incluso más alto que en Alemania. Cuando yo era pequeño, Mallorca era barata, pero ahora es mucho más cara, incluso para los alemanes”.

“La gente que compra en Mallorca conoce muy bien la isla, tiene vínculos sociales con amigos y familia. Con la pandemia, se ha hecho más común que trabajen aquí durante una temporada. No hablo solo de nómadas digitales, sino incluso de personas que forman parte de grandes consejos de administración en Alemania, que a veces lo tienen más fácil para encontrarse con sus compañeros de empresa en Mallorca que en Alemania”, afirma.

La integración en la cultura mallorquina

“Hay un vínculo de historia y sangre, muchos de los alemanes que vinieron en los años 80 y se encargaron de restaurar edificios antiguos se preocuparon por entender la cultura”, comenta Hans Lenz. “Los hay como yo, que son medio alemanes, aunque hayamos nacido aquí. Es muy difícil separar Mallorca de Alemania, no creo que nada vaya a cambiar ni que otro destino turístico pase a ocupar el papel que tiene la isla para los alemanes”, añade. “No es que vengan una vez, es que repiten mucho”, comenta el trabajador de Engel & Völkers.

Lenz insiste en que “somos afortunados por tener unos visitantes fieles y respetuosos” y cree que a los alemanes les gusta la isla porque “los mallorquines son discretos y abiertos a su manera, después se acaban integrando y entendiendo entre ellos”. Lenz, que también es presidente de la Asociación Balear Inmobiliaria Nacional e Internacional (ABINI), reconoce que no siempre existe esta integración y que muchos alemanes siguen hablando solo en su lengua materna porque todos los servicios están disponibles en la misma.

Salvà señala, por su parte, que los estudios que ha hecho sobre los alemanes de avanzada edad residentes en Mallorca reflejan que “la cultura no es el principal atractivo” y que “hasta 2010 solo un 3 o 4% conocía el catalán”. “Solo ha habido cierta integración de los alemanes que se quedaron en el interior de la isla”, puntualiza.

En la misma línea se pronuncia Ana de Castro: “Algunos alemanes siguen teniendo ese sentimiento de colonización de finales del siglo XIX. Ellos llegaron a la isla hace muchísimo años y construyeron su propio circulo con 'su gente' (inmobiliarias, asesores, abogados, médicos… todos ellos alemanes) y todavía siguen teniendo esa mentalidad de que ellos trabajan mejor que los 'mallorquines' por el simple hecho de haberse criado en Alemania. Pero esto no es del todo cierto: hay alemanes que son caóticos y mallorquines que son grandes profesionales. Tengo amigos que han vivido mucho tiempo en Mallorca, han vuelto a Alemania y después de un par de años han vuelto a la isla con un sueldo más bajo porque echan mucho de menos la vida mallorquina”.

“Los alemanes han creado sus círculos alemanes, aquí no necesitas hablar español para residir en el isla. Hay carpinteros, electricistas, arquitectos, abogados, asesores tributarios, inmobiliarias, médicos… etc. Yo diferencio dos tipos de inmigrantes: los que vienen aquí para disfrutar de la isla y solamente se mueven en sus círculos de habla germánica u otros extranjeros (un ejemplo de ello es el barrio de Santa Catalina, donde conviven diversas nacionalidades) y aquellos que se preocupan por aprender el idioma, las costumbres y están perfectamente integrados en la isla”, añade Castro.

“Una de las quejas principales es que las instituciones no hacían nada para integrarles”, comenta Salvà, quien señala la amplia oferta nacional de la que disponen los alemanes en Mallorca: desde los canales de televisión por satélite o por Internet a las emisoras de radio y la prensa en alemán o la “gran cantidad de productos alemanes que hay en los supermercados, por ejemplo, las salchichas”.

Precisamente, uno de los magnates de los embutidos alemanes propuso la creación de un partido político: Amigos Alemanes en España. En los años 90, Horst R. Abel, que llevaba tres décadas afincado en la isla, buscaba que su proyecto, que decía que no era ni de izquierdas ni de derechas, fuera decisivo para “interceder entre alemanes y españoles”, como recoge El País. El 'rey de la salchicha' falleció en Mallorca fruto de una larga enfermedad, tras haber dejado su huella en la isla, donde creó una fábrica de embutidos y puso en marcha una cadena de restaurantes de productos alemanes.

Los alemanes: fundamentales para la economía

Más allá de la integración cultural, la llegada de alemanes a Mallorca y al resto de islas representa uno de los principales combustibles para que funcione el gran motor de la economía balear: el turismo. Carles Manera, consejero del Banco de España y exconseller del Govern balear, señala que el cambio del modelo de crecimiento “no se hace por decreto ni en una legislatura”: “Existe una enorme masificación, los turistas colapsan el espacio vital que tenemos, que es limitado. ¿Pero de qué alternativa hablamos? ¿De volver a la industria o a la agricultura? Sería un error”.

Manera afirma que podemos “intuir” algunas líneas de diversificación de la economía balear y señala ciertos sectores que “no funcionan mal”, como el calzado, la bisutería, la agroalimentación, las energías renovables y la ingeniería de software y ambiental. “Son sectores tangibles, no estás inventando nada, lo que no puedes hacer es caer en discusiones abstractas o teóricas sobre reducir drásticamente la presencia de turistas. Puedes decir que quieres que la agricultura tenga peso en Balears, ¿pero cuántos están dispuestos a dejar su trabajo para irse al campo?”.

Sobre la recuperación económica del archipiélago tras la crisis de la COVID-19, Manera señala que los últimos disponibles de la fundación Funcas y la fundación BBVA colocan a Balears en la cabeza del crecimiento por la recuperación turística: “Las vacunas y la seguridad sanitaria en España facilitan el reflujo de turistas, sobre todo alemanes y británicos. El crecimiento del PIB balear será muy alto, aunque hay estimaciones dispares; será quizás más alto que la media nacional”.

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