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DOCUMENTO | El discurso que Nixon tenía preparado en caso de “desastre” en la misión a la Luna

Los astronautas estadounidenses Neil Armstrong y Michael Collins y Edwin Aldrin (i a d), tripulantes del Apolo 11.

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La misión del Apolo 11 despegó el 16 de julio de 1969 y llegó a la luna cuatro días después. Neil Amstrong se convirtió hace 50 años en la primera persona en pisar la luna. “Para los estadounidenses, este debe ser el día más orgulloso de nuestra vida”, señaló Nixon en una histórica llamada a los astronautas. “Gracias a lo que habéis hecho, los cielos se han convertido en parte del mundo de los hombres”. Sin embargo, esta misión y muestra de poderío estadounidense tenía sus riesgos y, en alguna carpeta, Nixon tenía preparado el discurso “en caso de desastre lunar”.

“El destino ha ordenado que los hombres que fueron a la luna a explorar en paz se queden en la luna descansando en paz”, arrancaba el documento enviado por el periodista Bill Safire, escritor de los discursos de Nixon, a H. R. Haldeman, jefe de gabinete del presidente. “Estos hombres valientes, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza de rescate, pero también saben que en su sacrificio hay esperanza para la humanidad”.

Durante una entrevista en 1999 son Safire para la cadena NBC, el periodista que redactó el discurso de Nixon en caso de que la operación fracasara confirmó que no habría operación de rescate: “Tendrían que ser abandonados en la luna y dejar que se muriesen allí. El control de misión tendría entonces que utilizar el eufemismo 'cerrar comunicaciones' y los hombres tendrían que morirse de hambre o suicidarse. Por eso nos preparamos para ello con el discurso que yo escribí”.

“Antiguamente los hombres miraban a las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En la era moderna hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres valientes de carne y hueso”, señalaba el discurso. “Otros les seguirán y seguro que vuelven a casa”.

El documento afirmaba que antes de la declaración del presidente, Nixon tendría que telefonear a las “futuras viudas”. Después de la declaración, “un clérigo debe iniciar el mismo proceso que en un entierro en el mar, encomendando sus almas a 'lo más profundo de las profundidades' y concluyendo con la oración del Señor”.

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