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Enjambre de drones, el arma de China para desafiar la supremacía militar estadounidense

Vuelo de un dron en la sede de la empresa china DJI en Shenzhen.

Francisco de Zárate

Luchan de forma coordinada, saben volar y, lo mejor de todo, son baratos. El enjambre de drones era un arma demasiado tentadora como para que China no la incluyera en el arsenal con el que se ha propuesto desafiar la supremacía militar de Estados Unidos de aquí a 2050.

Tanto la empresa gigante estatal de electrónica china CETC como la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa del Ejército chino (NUDT, por sus siglas en inglés) llevan años superándose a sí mismas en exhibiciones de drones capaces de volar de forma coordinada. Como enjambres de abejas, sólo que en vez de aguijones pueden llevar cámaras, gases y explosivos.

En la última demostración en junio de 2017, la corporación CETC llegó a juntar 119 drones de ala fija volando como un solo cuerpo y sobrepasó el récord anterior, fijado por el Ejército de Estados Unidos en 103 drones. El ensayo que en diciembre organizó la NUDT pareció menos espectacular porque sólo participaron unos veinte drones, pero el desafío no era la cantidad sino la autonomía: varias partes de la misión de reconocimiento de los drones se llevaron a cabo sin ninguna supervisión de la base. La NUDT no especificó cuáles.

De acuerdo con Albert Sciarretta, especialista en drones de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus siglas en inglés), conseguir la autonomía total es la apuesta final de China. “Por Internet ya se pueden comprar drones con bastante autonomía. El Phantom 4 o el Mavic Pro que fabrica la empresa china DJI, por ejemplo, pueden seguir a un coche sin necesidad de comunicarse con el controlador, tienen una tecnología de reconocimiento automático de objetivos y otra para evitar los obstáculos”, dijo durante una entrevista telefónica con eldiario.es.

Un informe de la NAS coordinado por Sciarretta alerta de las amenazas que estos drones de consumo representan ya para los soldados estadounidenses, especialmente para “la infantería de a pie, el cuerpo de marines y las fuerzas de operaciones especiales”. De acuerdo con el informe, “los drones sirven para apoyar ataques convencionales y no convencionales; pueden llevar explosivos exteriores o interiores que exploten al impactar o cuando son manipulados”.

En la carrera de drones, China tiene dos puntos a su favor: un nivel de desarrollo similar al de Estados Unidos en inteligencia artificial (alimentado por su gigantesca población de internautas) y una ventaja competitiva en la fabricación de pequeños dispositivos electrónicos (la china DJI acapara el 70% del mercado mundial de drones de consumo).

No quiere decir que Estados Unidos esté esperando sin hacer nada. Su gasto en Defensa sigue siendo tres veces el de China, mantiene la ventaja en drones teledirigidos por humanos (unos 7.000 frente a los aproximadamente 1.300 en poder de China), y está desarrollando al menos dos programas de drones pilotados por inteligencia artificial: Perdix y Gremlins.

Lo que no está tan claro es cómo se defendería en caso de un ataque con drones inteligentes. La estrategia clásica de defensa, basada en interrumpir las ondas de comunicación, es inútil cuando los drones no necesitan ser teledirigidos por una persona. Una alternativa que se está investigando es disparar un láser contra los dispositivos. El problema, según el informe de Sciarretta, es que el peso del arma y de su fuente de energía es demasiado para los vehículos ligeros y los soldados de a pie.

Aunque los enjambres aún no son plenamente independientes, Sciarretta cree que falta poco para llegar ahí. “En los enjambres de drones de hoy, los 50 aparatos que puede haber siguen a dos o tres líderes que sí se comunican con la base, más allá de que cada uno pueda tener una misión específica, pero en el futuro serán enjambres completamente autónomos, se comunicarán entre ellos y tomarán sus propias decisiones”, dijo.

Prohibición total

“No conozco ningún arma eficaz contra los drones”, respondió en una entrevista por correo electrónico con eldiario.es el británico-estadounidense especialista en inteligencia artificial Stuart Russell. Profesor de informática en la universidad de Berkeley, Russell es el académico que en un alarmante cortometraje de la ONG The Future of Life Institute alerta de los drones de uso militar y pide la prohibición total de las armas basadas en la inteligencia artificial.

¿Y si la única forma de protegerse contra la inteligencia artificial fuera el desarrollo de armas similares? Según Russell, eso no representaría ningún dilema. “Hay una diferencia entre 'arma letal' y 'arma'; un arma diseñada para eliminar drones no es un arma letal por mucho que use inteligencia artificial; no sería prohibida de la misma manera que un antídoto químico que neutraliza un ataque químico no es considerado un arma”.

La premisa de The Future of Life Institute, donde Russell y Elon Musk (el fundador y consejero delegado de Tesla) son consejeros, es que las armas letales basadas en la inteligencia artificial pueden convertirse en armas de destrucción masiva. Como dice Russell, “en vez de dos o tres millones de soldados, alcanzará con dos o tres operadores humanos para manejar un millón de armas letales basadas en la inteligencia artificial”.

No es la única ventaja para un hipotético ejército invasor. Como dice Russell, “los drones dejan las propiedades intactas y pueden aplicarse selectivamente para eliminar solo a aquellos que amenacen a la fuerza de ocupación”: “El uso de armas nucleares es una frontera catastrófica que desde 1945 no hemos cruzado, a menudo por pura suerte, pero con las armas autónomas no existe esa frontera: los ataques pueden empezar con la muerte de 100 personas y de ahí ir pasando progresivamente a 1.000, 10.000 o 100.000 muertes”.

A principios de abril, más de 3.000 trabajadores de Google firmaron una carta de protesta por un acuerdo entre su empresa y el Pentágono para desarrollar un programa de reconocimiento de imágenes que mejoraría la puntería de los drones. “Creemos que Google no debería mezclarse en el negocio de la guerra”, dice la carta. Por el momento, no ha tenido mucho efecto. Sólo dos semanas después, el ex consejero delegado y actual consejero de la empresa, Eric Schmidt, hablaba en el Congreso de EEUU sobre una posible colaboración de Google con los militares. Le pareció lo más natural. “La inteligencia artificial es una tecnología de largo plazo que será útil con fines defensivos y, tal vez, también ofensivos”, dijo.

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