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Reino Unido negocia con los líderes europeos una fórmula que “garantice” que no se quedará “atrapado” en la UE

La canciller alemana, Angela Merkel (izq), recibe a la primera ministra británica, Theresa May, en la Cancillería en Berlín (Alemania).

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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¿Y si el Reino Unido no consigue cerrar satisfactoriamente un acuerdo de relación futura con Bruselas –fundamentalmente comercial– y se queda ligado de por vida a la UE porque la salvaguarda –backstop– de Irlanda supone de hecho que no hay fronteras con el mercado único comunitario? En ese trabalenguas irresoluble es en el que está metida Theresa May, el Parlamento británico y toda la Unión Europea.

“He percibido una determinación compartida de afrontar el problema y resolverlo”, ha afirmado en Bruselas la primera ministra británica, Theresa May, tras reunirse con el primer ministro holandés, Mark Rutte, y la canciller alemana, Angela Merkel. Pero también ha reconocido que el Gobierno británico está acelerando en los preparativos para la hipótesis de un Brexit sin acuerdo, desordenado y caótico. Lo que nadie quiere.

El backstop es la garantía de que, si después del periodo de transición –a partir del 31 de diciembre de 2020– no hay un acuerdo comercial cerrado, en ningún caso habrá una frontera dura que divida Irlanda. El problema es que, si entra en vigor el backstop, es porque no hay acuerdo entre Londres y Bruselas sobre la relación futura entre Reino Unido y la UE. Por tanto, si hay una salvaguarda para que Irlanda no esté partida, lo que se partiría es el Reino Unido entre la isla de Gran Bretaña y la de Irlanda; y se daría la paradoja de que la isla de Irlanda, incluido el Ulster –territorio del Reino Unido– estaría de facto en el mercado único europeo; hipótesis que horroriza tanto a partidarios del Brexit como a refractarios.

Y lo que quiere Londres es garantías de que no se va a quedar “atrapado” en el backstop, que será una salvaguarda sólo temporal. Y por eso consiguió Theresa May en la declaración política un compromiso de alargar el periodo de transición hasta dos años, para poder tener tiempo para cerrar un buen acuerdo de relación futura. 

Ahora bien, cuanto más dure el periodo de transición, más tiempo permanece Reino Unido en la UE sin voz ni voto y contribuyendo a los presupuestos comunitarios, escenario inimaginable para un brexiteer que se precie.

¿Y qué es lo que está negociando May? Que la UE diga que el backstop es sólo temporal, porque se llegará a un acuerdo comercial satisfactorio entre las dos partes en tiempo y forma. “Un Canadá +++++”, dijo una vez el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El mismo Tusk que hoy ha afirmado tras verse con la primera ministra británica: “Claro que la UE a 27 quiere ayudar. La cuestión es cómo”.

Pero, ¿puede la UE comprometerse a que el Reino Unido no quedará vinculado para siempre al mercado único europeo si la frontera irlandesa es invisible? En los principios del Brexit, se fantaseaba con que la tecnología resolviera los problemas políticos, y que el escaneo de bienes y productos fuera tan sideral que la frontera sería literalmente invisible, porque de hecho existiría pero no se vería. 

El problema es que eso aún no existe, y no está claro que vaya a existir para finales de 2020.  

En tanto que las autoridades comunitarias han dicho por todos los medios que no se van a reabrir ni el acuerdo de retirada ni la declaración política; y en tanto que lo que pide Londres son “garantías jurídicas complementarias”, todo parece conducir a la redacción de algún documento con el que satisfacer a May y que ella pueda vender en Westminster: May pospuso la votación prevista para este martes para lograr esas “garantías” de la UE que le permitan ganar una votación que, se calcula, no podrá producirse más allá de la tercera semana de enero si se quiere tramitar todo a tiempo de la salida de Reino Unido de la UE, el 29 de marzo de 2019.

Cosa distinta es que los comunes se lo compren, posibilidad que está sobre la mesa: a partir de ahí, ante la derrota o la perspectiva de la derrota, se abren otras hipótesis: atraso de la salida prevista para el 29 de marzo o retirada unilateral del Brexit; dimisión de May; elecciones británicas; nuevo referéndum a tiempo de ir a las elecciones europeas del 26 de mayo en el caso de que ganara el sí a la UE, etc, etc, etc.

“Tendría su aquél que esta vez sea Reino Unido el que jurara y perjurara que este tipo de declaraciones tienen valor jurídico, cuando se decía que no tenían valor jurídico cuando las consiguió España”, ha ironizado el secretario de Estado ante la UE, Marco Aguiriano, en alusión a las que reclamó Pedro Sánchez sobre Gibraltar.

Un acuerdo semejante es el que logró el primer ministro holandés, Mark Rutte, para poder sacar adelante el acuerdo de asociación con Ucrania, rechazado por los holandeses en un referendo. El jefe del Gobierno neerlandés logró una declaración de sus socios de la Unión Europea en diciembre de 2016 para aclarar que Ucrania no tiene “estatuto de país candidato a la adhesión a la UE” y que el tratado no abre por sí mismo la posibilidad a que lo sea en el futuro. También, que el acuerdo “no contiene una obligación para la UE o para los Estados miembros de aportar garantías colectivas en seguridad u otra asistencia militar a Kiev”.

Pero, ¿qué puede esperar May de los líderes europeos? “Espero que se feliciten las Pascuas, se deseen mucha fuerza y lo mejor para el año nuevo”, ha dicho en Bruselas el ministro de Exteriores alemán, Michael Roth. ¿No es el momento de decir “ya está bien, no perdamos más el tiempo o lo tomas o lo dejas? ”Tengo la impresión de que ese es el mensaje“, ha respondido Roth: ”El tiempo se acaba, todos estamos implicados en esto, las vacaciones navideñas del Parlamento británico están a la vuelta de la esquina [20 de diciembre-7 de enero] y debemos prepararnos para cualquier cosa. Si podemos ayudar, seremos razonables y constructivos, pero Londres tendrá que tomar decisiones“. 

“El acuerdo es el único posible”, ha dicho la ministra francesa de Exteriores, Nathalie Loiseau, “hemos hecho muchas concesiones. Tenemos que estar preparados para un Brexit sin acuerdo, porque no es una posibilidad improbable.  Estamos muy preocupados por el retraso de la votación”.

“Lo que pedimos son garantías adicionales”, ha explicado el ministro del Brexit, Martin Callanan en Bruselas: “No queremos quedarnos atrapados en el backstop. Es una negociación difícil y compleja, nadie se ha ido antes de la UE, y la primera ministra está negociando duro por el Reino Unido. Quiere mayores seguridades legales de que el RU no puede estar atrapado permanentemente en el backstop irlandés, ha sido el asunto siempre. Es importante que haya garantías legales adicionales”.

A la cumbre de jefes de Gobierno de la UE le ha salido “un invitado sorpresa, el Brexit”, ha reconocido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, visiblemente cansado por reabrir una discusión que parecía haberse encarrilado el 25 de noviembre cuando se santificaron los acuerdos a sabiendas de que a May le quedaba lo más difícil por delante: “Estoy asombrado porque el 25 de noviembre habíamos convenido que había una solución, pero parece que han surgido problemas en el último minuto. Hemos alcanzado un acuerdo, el mejor acuerdo, el único acuerdo, y no podemos ni hay margen para renegociaciones, pero sí para aclarar e interpretar lo que haga falta. Votamos este acuerdo y no vamos a abrir todas las negociaciones y empezar de nuevo. El problema es Irlanda, el backstop, y hay una voluntad común para hacer todo lo posible para no vernos en la tesitura de tener que usar algún día el backstop. Nunca dejaremos tirada a Irlanda, nunca”.

Seguramente las palabras de Juncker no convaliden como una garantía con valor jurídico, pero si se ponen por escrito en un papel pueden responder a lo que reclama Londres: “Haremos todo lo posible para que el backstop no entre en vigor”. Si eso es así, será porque hay un acuerdo satisfactorio para todas las partes antes de que concluya el periodo de transición. 

Pero, para eso, primero tiene que conseguir May ese papel. Y, a continuación, le seguirá quedando la parte más difícil: venderlo con éxito en Westminster. 

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