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Biden intenta mediar en el bloqueo político de Irlanda del Norte por el Brexit

El presidente estadounidense, Joe Biden, baja del Air Force One en el aeropuerto de Aldergrove en Crumlin, Irlanda del Norte, Gran Bretaña, el 11 de abril de 2023.

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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Veinticinco años después del acuerdo que pacificó Irlanda del Norte, un presidente de Estados Unidos intenta calmar los ánimos en un territorio que sigue marcado por la división y episodios de violencia. Pero Joe Biden no tendrá fácil mediar con una nueva generación de políticos enfrentados por el Brexit que ha llevado a la parálisis de las instituciones en Irlanda del Norte. 

El presidente de Estados Unidos llegó este martes por la noche a Belfast para los festejos del aniversario del Acuerdo de Viernes Santo, que se firmó el 10 de abril de 1998 para que el IRA dejara las armas y los unionistas -protestantes y defensores de la permanencia en el Reino Unido- y los republicanos -católicos y favorables a la unificación de Irlanda- se repartieran el poder en el nuevo sistema de gobierno. 

Este miércoles Biden dará un discurso en la Universidad del Ulster en Belfast en el que se espera que llame a los políticos actuales a acabar con el bloqueo que viven y apoyar el nuevo acuerdo del Gobierno de Rishi Sunak con la UE sobre Irlanda del Norte.

Biden viajará después a Irlanda, para dar un discurso ante el Parlamento en Dublín y otro delante de la catedral St. Muredach de Ballina, en el condado de Mayo, el lugar de origen de parte de su familia. También se reunirá con sus parientes lejanos. Los tatarabuelos del expresidente emigraron de Irlanda a Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Biden fue criado como católico en Scranton, en Pensilvania, y cuenta que luchó contra su tartamudeo leyendo poemas de W. B. Yeats, el escritor irlandés. 

En el Congreso de EEUU, era parte del caucus estadounidense-irlandés, pero no participó en la negociación del acuerdo en 1998.

El papel de EEUU

Para Estados Unidos, el Acuerdo de Viernes Santo, aunque imperfecto, es una de las victorias diplomáticas de las últimas décadas y sus representantes lo suelen poner como ejemplo para otros conflictos encallados. Además de Biden, la semana que viene también visitarán Irlanda del Norte Bill Clinton, el presidente cuando se alcanzó el acuerdo en 1998, y Hillary Clinton, que también intervino en la aplicación del pacto como secretaria de Estado entre 2009 y 2013 y que en 2020 fue nombrada rectora de la Universidad Queen de Belfast, la primera mujer en ocupar este puesto

Sin embargo, el proceso de paz en Irlanda del Norte sigue inconcluso por los episodios de violencia aunque sean aislados y, sobre todo, el actual bloqueo del acuerdo político de Gobierno por el Brexit. 

El papel de Biden consiste ahora en una presión simbólica, más que en implicarse directamente en el diálogo político, como hicieron hace 25 años en circunstancias más dramáticas Clinton y su enviado, George Mitchell. Ahora el presidente de Estados Unidos ya ha presionado con éxito para que el Reino Unido reculara en el desafío de Boris Johnson a la UE por el Protocolo de Irlanda del Norte que garantiza que no haya una frontera dentro de la isla de Irlanda, una de las claves de la paz. Este febrero, el primer ministro, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron un nuevo acuerdo para mantener los principios del Protocolo con algunos ajustes y evitar la disputa legal y una frontera dura, el llamado marco de Windsor. Johnson es uno de los pocos tories que ha intentado montar una rebelión contra el nuevo acuerdo y en la Cámara de los Comunes dijo “que les jodan a los americanos”

En cualquier caso, la esperanza de Biden de que hubiera un acuerdo de Gobierno entre unionistas y republicanos para este aniversario no se ha materializado. El partido ultra unionista DUP ha votado contra el nuevo acuerdo con la UE en el Parlamento británico y se niega a desatascar las instituciones en Irlanda del Norte. 

Los unionistas y republicanos no han logrado un pacto para gobernar el territorio desde que los unionistas conservadores se retiraron del Ejecutivo de Belfast en febrero de 2022 para protestar contra el Protocolo de Irlanda del Norte tras el Brexit, que en la práctica deja este territorio dentro del mercado único de la UE para evitar una frontera física dura entre Irlanda del Norte e Irlanda que podría desencadenar la violencia. Desde mayo de 2022, cuando se celebraron elecciones, han boicoteado la formación del nuevo Gobierno y la constitución del Parlamento. 

Consejos de Blair

Más allá de las buenas palabras, Biden puede utilizar la promesa de un acuerdo comercial con Reino Unido y más inversión, pero no está claro que eso vaya a importar a los unionistas más extremistas.

El ex primer ministro Tony Blair, que consiguió el acuerdo en 1998 y se apoyó en Bill Clinton, comentaba este martes en una entrevista con la radio BBC4 que hay que utilizar con cuidado a los presidentes de Estados Unidos: “Tienes que meterlos en el momento adecuado en el lugar adecuado”. Según Blair, “los estadounidenses pueden jugar un papel real, pero hay que hacerlo con cuidado porque hay una diferencia entre influir y presionar, y uno tiende a ser positivo y otro, negativo”. Su experiencia indica que cuando los unionistas no quieren hacer algo, da igual que la presión sea del primer ministro británico o el presidente de Estados Unidos.

En los llamados Troubles - un eufemismo para llamar al terrorismo desde los años 60 en Irlanda del Norte- al menos 3.500 personas fueron asesinadas, la mayoría a manos de grupos paramilitares. La firma de hace 25 años no trajo la paz de manera inmediata. Cuatro meses después del Acuerdo de Viernes Santo, 29 personas murieron en el atentado de Omagh, entre ellas dos personas españolas que estaban allí por una excursión escolar: Fernando Blasco, de 12 años, y su monitora, Rocío Abad.

En la década siguiente al Acuerdo de Viernes Santo, la mayoría de los grupos terroristas renunciaron a las armas, pero la violencia nunca ha desaparecido del todo. 

La violencia ahora

Este febrero, un inspector de policía, John Caldwell, fue herido gravemente en un atentado en un estadio de Omagh mientras sacaba del coche unos balones junto a su hijo para entrenar a un grupo juvenil de fútbol. Un grupo heredero del IRA, New IRA, asegura haber ordenado el ataque, aunque la policía sigue investigando. Caldwell sigue hospitalizado.

En 2019, una periodista de 29 años, Lyra McKee, fue asesinada durante unos disturbios en Derry. Dos hombres que participaron en los disturbios han sido acusados y esperan juicio en Belfast.

El Gobierno británico ha elevado desde marzo la alerta terrorista de “sustancial” a “grave”, lo que significa que un ataque “es muy probable”. “Un número pequeño de personas siguen estando decididas a causar daño a nuestras comunidades a través de actos de violencia de motivación política”, dijo el ministro para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris, al anunciar la alerta. El ministro llamaba en ese comunicado al pacto de 1998 el “acuerdo de Belfast (Viernes Santo)”, un recordatorio de que políticos unionistas y republicanos ni siquiera están de acuerdo en cómo referirse al texto que se conmemora ahora. 

El nombre se ha convertido en un asunto más relevante de lo que fue al principio, como explicaba en una entrevista a elDiario.es Jonathan Powell, que fue el jefe de gabinete de Tony Blair y el principal mediador británico para Irlanda del Norte tanto para la firma del acuerdo como para -lo más difícil- ponerlo en práctica. A Powell no le sorprenden las diferencias de fondo, pero sí está preocupado por el efecto del Brexit. “El Acuerdo del Viernes Santo fue un acuerdo para no estar de acuerdo. No resolvió el problema político. Los unionistas todavía quieren estar en el Reino Unido y los republicanos y nacionalistas quieren estar en una Irlanda unida. No solucionamos ese problema político, no pudimos resolverlo; solo le quitamos la violencia. Y al deshacerse de la frontera, la gente se podía sentir irlandesa, británica o lo que quisiera en Irlanda del Norte. El Brexit es una amenaza al Acuerdo del Viernes Santo por socavar esa forma de eliminar el conflicto de identidad”, explicaba hace unos días. 

Los de antes y los de ahora

Los grandes protagonistas de los partidos políticos entonces que aceptaron la paz y se repartieron el poder, el unionista Ian Paisley y el republicano Martin McGuinness, han muerto. Gerry Adams, el ex líder del Sinn Féin, se retiró oficialmente de la política en 2020. Algunos se quejan de que los líderes actuales, que han vivido en paz, no entiendan lo que se juega.

“Es paradójico que Ian Paisley y Martin McGuinness, que ayudaron a empezar la guerra en Irlanda del Norte, pudieran convertirse en un dúo de amigos y gobernar juntos, y que, sin embargo, Arlene Foster [líder unionista y jefa del Gobierno de Irlanda del Norte hasta 2021], que no participó en la guerra porque era demasiado joven, y la nueva generación del Sinn Féin no puedan llevarse bien”, indicaba Powell. “Las personas que lucharon entre sí lograron gobernar de manera estable. Pero aquellos que no tuvieron nada que ver con la guerra parecen no poder hacerlo. Tal vez porque hay menos en juego. Esto no conduce a la muerte de personas, pero hay un problema con la nueva generación para cerrar la brecha”, aseguraba.

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