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El centro de Madrid se cubre de verde para dar un último impulso a la ley del aborto en Argentina

Cabecera del pasacalles a favor de la despenalización del aborto

Cristina Armunia Berges

“Vecinas, ¿qué queréis vosotras?”, pregunta una de las integrantes del colectivo Vecinas de Lavapiés. “Yo quiero que haya aborto legal y libre en mi país”, responde un chica joven que se llama Eliana Murgia, natal de Buenos Aires. En el corazón de Madrid y para comenzar los festejos del céntrico barrio de la capital, decenas de mujeres y niñas han acudido con pañuelos verdes para gritar por Argentina y por el derecho a decidir.

Las Vecinas de Lavapiés han hecho coincidir su pasacalles con una muestra de solidaridad hacia “las compañeras argentinas”, una convocatoria que han organizado a través de las redes sociales. “Además, de ser un alegato contra las violencias machistas, quisimos organizar nuestro pañuelazo”, apunta Arantxa López, una de las participantes.

En el momento en el que toda la plaza empieza a rugir “nosotras parimos, nosotras decidimos”, Eliana se emociona de inmediato. “Estoy estudiando y trabajando aquí en Madrid y hoy está siendo un día muy complicado. Estoy muy lejos, pero al mismo tiempo sintiendo la sororidad de las compañeras”, explica para eldiario.es.

Al decirle que, por el momento gana el no en el Senado de su país, resopla con resignación porque es muy consciente de ello, pero no quiere creerlo. “Realmente, no me puedo creer los argumentos de los senadores que están en contra, pero todavía tenemos esperanzas. Me siento asombrada y avergonzada de los senadores de mi país”, cuenta en la plaza, prácticamente llena.

La concentración teñida de verde ha arrancado en la plaza de Lavapiés, pero pocos minutos después y tras varios alegatos por América Latina, el grupo se ha transformado en un pasacalles multitudinario con acento argentino. Las pibas han agarrado los micrófonos para protestar contra la Iglesia y el Papa Francisco.

“Las personas queremos abortar y la Iglesia se tiene que callar. Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley”, han cantado megáfonos en mano.

No solo ha habido concentraciones en Madrid. En toda la geografía española se han vivido muestras de solidaridad con las mujeres argentinas durante todo el día. Por ejemplo, en Barcelona, los manifestantes se han congregado frente al Consulado argentino. En Madrid también ha habido protestas frente a la Embajada este mediodía.

“He ido a las 12 a la Embajada de Argentina a protestar y ahora estoy aquí. He querido formar parte del grito global y creo que lo mejor de todo esto es que vemos que hay consignas universales. Hay una manifestación en Japón, otra en Australia...”, dice Vivi, que es de Madrid y siente que va a ganar el . “Pero si sale el no, la lucha del movimiento argentino continúa”, apunta.

El grupo ha finalizado la protesta cerca de las 21.00 de la noche en la plaza madrileña de Nelson Mandela, pero el día sigue al otro lado del Atlántico, donde en estos momentos 72 senadores tienen en sus manos el futuro y la vida de millones de mujeres.

Nervios en Argentina

“Qué nervios tenemos”, “esto sale, pero está muy justo”, “la calle está abarrotada”. Desde Buenos Aires, las activistas argentinas llevan horas consultando sus teléfonos y actualizando las redes sociales porque los números no salen.

A esta hora, el proyecto de ley que despenaliza y legaliza el aborto en Argentina no saldría adelante. En la Cámara son 38 los senadores que votarían en contra de la propuesta y 31 los que votarían a favor, según han ido confirmando los representantes políticos. Desde el martes, se sabe que habrá dos abstenciones y tan solo uno de los senadores no ha confirmado cuál será su decisión final.

En total, el Senado argentino tiene 72 senadores y en una votación con 70 senadores, los votos a favor deberían ser 36 para conseguir una mayoría. En caso de empate a 35, decidiría el voto de Michetti, que es contraria al aborto incluso en casos de violación.

Que no mueran más mujeres durante abortos clandestinos, que no lleguen a los hospitales públicos en estado grave y que puedan decidir sobre su cuerpo. Las senadoras y senadores que han defendido la ley que despenaliza el aborto durante la extensa sesión del Senado lo han hecho aludiendo a la salud pública y a los derechos de las mujeres. Los contrarios a la ley hablan de la posibilidad de salvar las dos vidas y de que no es justo hacer pasar por ese trance a las mujeres.

“El aborto es un drama, no es algo a lo que la mujer acuda con alegría. Entonces, por qué tomar este camino. Seamos capaces de generar otras herramientas como sociedad para que se haga realidad la consigna de salvar las dos vidas”, decía instantes antes del comienzo del debate la senadora nacional por La Rioja Inés Brizuela y Doria.

La senadora Nancy González por Chubut cree que todavía se puede hacer cambiar de opinión a alguno de los senadores. “Lo tenemos que conseguir a través del debate. Hoy va a haber casi dos millones de personas en la calle pidiendo que se cambie la ley. Hay senadores que no entienden esta evolución así que lo que tienen que hacer es llamar en el último momento a sus hijos y a sus hijas, porque una de ellas podría estar pasando por lo que han pasado otras”.

Uno de los senadores que cambió de opinión durante el transcurso de las negociaciones que han durado meses fue Pedro Guastavino, senador nacional por Entre Ríos. “Se trata de un debate al nivel del matrimonio igualitario. El mundo nos está mirando y piensa que vamos a caminar hacia adelante. Argentina será un poco mejor si tenemos aprobada esta ley. He recibido innumerables mensajes en el nombre de Dios, el día de ayer me lo pasé esquivando crucifijos por parte de un sector de la Iglesia”, ha denunciado en la cámara.

“En un primer momento dije que estaba en contra. Pero también dije que tenía la mente abierta. Siempre estuve en contra del aborto. Después de estos meses de debate intenso, comprendí que la única manera de entender todo esto es desde el lado de la Salud Pública”, añade Guastavino.

Todavía quedan unas cuantas horas y, como pasó en el Congreso de los Diputados, ninguna de las mujeres ataviadas con el pañuelo verde pierde la esperanza.

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