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Ocho claves para entender lo que está pasando en Brasil

Bernardo Gutiérrez

São Paulo —

Mapa conceptual elaborado por Flávia Vivacqua en Nexo Cultural, São Paulo. Fotografía: Bernardo Gutiérrez

¿Revolución en red? ¿Revuelta? ¿Manifestaciones mayoritariamente apartidistas? ¿Alzamiento generalizado? ¿Primavera brasileña (en realidad invierno) o golpe de la derecha y de los medios conservadores contra la presidenta Dilma Rousseff? ¿Un nuevo episodio de la renacida #GlobalRevolution? ¿ O simplemente caos?

Apenas una semana después de la histórica manifestación del #17J que sacudió las principales ciudades brasileñas y acabó con una multitud cantando sobre el tejado del mismísimo Congreso nacional en Brasilia, las preguntas siguen sin respuesta. Son un eco constante. Sin embargo, las aguas de la #BRevolution empiezan a volver a su cauce. Es un río revuelto, plural, ingobernable, impredecible. Pero las piezas del puzzle empiezan a encajar.

Las estructuras políticas de la izquierda -partidos políticos y sindicatos- empiezan a abandonar la paranoia del “golpe a la derecha” que ha predominado desde el pasado jueves. Los movimientos sociales clásicos empiezan a incorporarse a las manifestaciones. El Movimiento de los Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) ya ha anunciado que se unirá a las protestas. La periferia sur de São Paulo ha convocado mañana una manifestación para paralizar la ciudad. Los sindicatos petroleros no quieren quedarse fuera. Los pueblos indígenas han anunciado que siguen su batalla contra Dilma. Los Comités Populares contra la Copa, contra la FIFA. La #GlobalRevolution - 15M, #DerinGezi, OccupyWall Street, #YoSoy132, Primavera Árabe...- está ya dialogando directamente con los colectivos brasileños.

Sin embargo, el poderosísimo lobby mediático conservador (Rede Globo y Grupo Abril, principalmente) están moviendo fichas. La presidenta Dilma Rousseff anunció ayer, aplicando las viejas lógicas de la política, un paquete de medidas que incluye la reforma de la Constitución. ¿Qué pasará en Brasil en los próximos meses? ¿Qué significará para el mundo? Imposible saberlo. Cualquier explicación es insuficiente.

Algunos de los malestares que incendiaron las revueltas están consolidándose como ejes de las protestas o incluso como grupos de trabajo. Aquí ocho claves, que se tocan entre sí, para entender mejor la #BRevolução.

1. Derecho a la ciudad. Las manifestaciones iniciales del Movimiento Passe Livre de São Paulo tenían una causa muy concreta: la subida de 0,20 centavos en el billete simple de transporte. Sin embargo, la petición era la metáfora de una movilidad urbana deficiente, sin transporte público de calidad y dominada por el coche. Los 0,20 centavos de São Paulo fueron los árboles de la plaza de Taksim de Estambul. Y las peticiones de movilidad ya han desembocado en algo mayor, transversal, que permea todo lo urbano. Como afirma el periodista paulsita António Martins, llegó La hora del derecho a la ciudad. De hecho, el derecho a la ciudad, el título de un libro de Henry Lefebvre de 1967 rescatado por David Harvey en su reciente Ciudades rebeldes, es uno de los grandes consensos de la #BRevolução.

Al transporte público se unen otras peticiones, como vivienda digna, carriles bici, espacios verdes, prohibiciones en el espacio público.... Y otro punto clave: los desalojos escandalosos en favelas propiciados por la especulación inmobiliaria que reina en el ambiente previo al Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016. La masacre de Pinheirinhos (incendios provocados en favelas de São Paulo y asesinatos) y los desahucios generalizados en las favelas y barrios de clase media de Río de Janeiro han sido caldo de cultivo de las revueltas. La revolución será urbana o no será.

2. Violencia. La violencia que la Policía Militar (PM) de São Paulo usó en las primeras manifestaciones convocadas por el Movimiento Passe Livre (MPL) encendió las revueltas, como ocurrió en Estambul hace unas semanas. La novedad no fue la violencia, sino que fue usada en un territorio diferente (centro urbano) y contra parte de la clase media. La violencia de la Policía Militar de los diferentes Estados y de otros cuerpos policiales es uno de los resquicios más visibles de la dictadura. Esa misma violencia es habitual en la periferia de las ciudad. El periodista Felipe Milanez, en el artículo El efecto boomerang de las balas de goma, va más allá: denuncia que la violencia del Estado es mucho más fuerte en la Amazonia: “Los Gobiernos ensayaron en la Amazonia y en las periferias la represión y la violencia que hoy se ve en las ciudades”. El grito contra la violencia policial es uno de los más agregadores de las revueltas y excede los entornos urbanos. La desmilitarización de la policía es uno de los gritos comunes en todo el país.

3. Derechos Civiles. La intensidad de la #BRevolução ha ocultado una cuestión crucial en el clima de indignación de los últimos meses: los derechos de los colectivos de gays, lesbianas y transexuales. De hecho, en medio de las revueltas brasileñas fue aprobado el proyecto de ley cura gay, que considera a los homosexuales enfermos. El viernes, el movimiento LGBT ocupó la avenida Paulista de São Paulo con un grito nítido: #ForaFeliciano.

Marco Feliciano es un pastor evangelista que, paradójicamente, es el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Gobierno de Dilma. Los movimientos sociales han salido a la calle con fuerza durante meses e incluso intentado presionar, sin éxito, a Dilma Rousseff para que vetase a Marco Feliciano. La reciente resolución del Conselho Nacional de Justiça (CNJ), que obligaba a las notarías brasileñas a reconocer las uniones civiles, fue un movimiento para evitar el debate parlamentario. En un país en el que mueren gays asesinados en las calles, el matrimonio gay dificilmente sería legalizado con trámite legal. La cuestión del aborto -fuertemente criminalizado en Brasil- también ha sido un asunto caliente en los últimos tiempos. Ambas cuestiones se incorporan a un grito común que pide que se protejan libertades y derechos civiles.

4. Nueva gramática político social. Una metáfora vale más que mil palabras. En la manifestación del pasado jueves de São Paulo, los partidos y organizaciones de izquierdas intentaron unirse a la protesta con banderas y con formato de columna militar. Fueron abucheados y tuvieron que salir de la manifestación. Sin embargo, algunos militantes conservadores participaron en una manifestación mayoritariamente apartidista, diluidos en la multitud, sin banderas, remezclando cantos del Movimiento Passe Livre y dirigiéndolos contra el Gobierno. Entendieron mejor que los militantes de la izquierda que la guerra no es lineal, antagónica o dicotómica.

Esta imagen resume la incapacidad de las estructuras de la izquierda de entender la emergencia de un nuevo sujeto político que está surgiendo en todo el mundo. El Estado busca un interlocutor reconocible (Dilma se esfuerza en negociar apenas con el Movimiento Passe Livre), peticiones concretas y un escenario de negociación clásico. Sin embargo, la pluralidad de #BRevolução está cuajando en una nueva arquitectura de las protestas y de las relaciones de poder. En una nueva gramática social.

Las asambleas populares en el espacio público, tal como adelantó eldiario.es, se expanden por todo el país. Brasilia, Belo Horizonte y Río de Janeiro se acaban de unir a la dinámica de asambleas, una nueva interfaz de diálogo político. El pensador Giuseppe Cocco, vinculado a la Universidad Nómada y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFJR) huye, en una interesante entrevista, de la lectura izquierda-derecha del movimiento: “Tienen una dinámica intempestiva, huyen de cualquier modelo de organización política (no sólo de los viejos partidos o de los sindicatos, sino también del tercer sector, de las ONGs) y afirman una democracia radical articulada entre las redes y las calles: autoconvocatoria y debates en las redes sociales”.

En una reunión de pensadores, movimientos sociales y artistas, celebrada el domingo en el espacio Nexo Cultural de São Paulo, surgieron muchas palabras y expresiones nuevas: “revolución molecular”, “bottom-up”, “multitud”, “rizoma”, “manifestaciones neuronales”, “revolución multicéntrica”, “grito coral”, “enjambre”, “cuerpo colectivo”... Palabras que convivían con las clásicas: “lucha de clases”, “movimientos sociales de izquierda”... El artista paulista Gavin Adams, resumía bien la encrucijada: “Necesitamos a los movimientos sociales clásicos en esto. Tenemos que convencer a nuestros amigos marxistas de que esta revolución horizontal y rizomática es buena”.

Otra imagen-metáfora: Fernando Haddad, el alcalde de São Paulo, del PT, el partido de Dilma, anunció la bajada de tarifa del transporte en el palacio dos Bandeirantes de su archienemigo Geraldo Alckmin, el conservador gobernador del Estado, del Partido de la Social Democracia Brasileira (PSDB). Una metáfora comparable, a pesar de sus diferencias, al pacto del PSOE y PP en España para modificar la Constitución en tiempo récord. Mientras tanto, las calles tomadas buscan formar un nuevo cuerpo colectivo al margen del PT y el PSDB.

5. Críticas a los grandes medios de comunicación. Durante las diferentes protestas, el grito contra la manipulación de los grandes medios de comunicación ha sido muy habitual. La multitud incendió incluso coches de cadenas como BAND o Record. Algunas sedes de la todopoderosa RedeGlobo han sido atacadas. Uno de los hashtags más populares de Brasil en Twitter del pasado día 16 fue #AbaixoRedeGloboOPOvoNãoÉBobo (“abajo la Rede Globo que el pueblo no es bobo”). Otros como #GloboManipula #GloboMente o #GloboMar han sido muy comunes. El pasado domingo se convocó, en un evento de Facebook, el Primer Boicot contra la Rede Globo. Mañana se celebra en São Paulo una asamblea temática en la praça Roosevelt titulada Democracianamídia (“democracia en los medios”).

La democratización de los medios será, sin duda uno de los ejes de las próximas semanas. La publicidad estatal todavía sostiene al imperio Globo y al ultraconservador Grupo Abril. El malestar contra los medios viene de lejos. Folha de São Paulo y algunos de los grupos citados fueron los responsables del término 'dictabranda' (“dictablanda” maquillaje del término “dictadura”) que escondía la represión. El documental Más allá del ciudadano Kane, producido por la BBC británica y prohibido en Brasil en aquella época, explica el contubernio de la Rede Globo con la dictadura brasileña. Y cómo la Rede Globo fue cocinando la anestesia de espíritu pacífico, sensualidad y felicidad para Brasil, uno de los países más desiguales del planeta.

El pasado domingo, Domingão do Faustão, conocido como Faustão, abrió el popular programa que presenta desde 1989 defendiendo a los manifestantes. Rodeado de mujeres ligeras de ropa y un público entregado al aplauso-sonrisa, Faustão habló para millones de brasileños: “Aquí cada uno tiene un asunto para hablar, contra la corrupción… ”. Rede Globo está conduciendo las revueltas contra el Gobierno de Dilma. Los ciudadanos están reaccionando en red. Mientras, la izquierda institucional sigue perdida.

6. Democracia Participativa. Más participación. Más transparencia. Más mecanismos de democracia directa. El deseo de una mayor participación en la vida política de Brasil es un eje transversal a casi todos los manifestantes y colectivos. Curiosamente, el país en el que nacieron los mecanismos de presupuestos participativos (Porto Alegre, 1989) no ha acabado de dar el paso adelante, salvo algunas experiencias regionales.

El reconocido sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos apunta en esa dirección en un texto reciente: “Las formas de democracia participativa fueron cooptadas, neutralizadas en el dominio de las grandes infraestructuras y megaproyectos, y dejaron de motivar a las generaciones más jóvenes, huérfanas de vida familiar y comunitaria integradora, deslumbradas por el nuevo consumismo”.

Vinicius Wu, secretario del Gabinete Digital del Estado de Rio Grande do Sul, afirmaba el domingo desde su cuenta de Twitter que una buena idea sería replicar a nivel nacional la experiencia del Gabinete Digital. En los últimos días han surgido varias iniciativas en esa dirección, que atraviesan el eje izquierda-derecha. La plataforma Reforma Política es una de ellas. Dilma Rousseff ha reaccionado rápidamente. Anunció ayer, tras reunirse con ministros y gobernadores, un plebiscito para profundizar en las reformas políticas. Un plebiscito que puede que nunca se lleve a cabo y que sea una la cortina de humo perfecta en la que esconder la falta de diálogo.

Imagen del trendsmap del domingo, cuando #BRevolution fue punto de diálogo de la #GlobalRevolution

7. Vínculo con la #GlobalRevolution planetaria. Acabou a mordomia, o Rio vai virar uma Turquia” (algo así como “se acabó la vida cómoda, Río va a ser otra Turquía), fue uno de los gritos de las manifestaciones en Río de Janeiro. La bandera de Brasil se levantó en la plaza Taksin de Turquía hace unos días. Y las referencias, contactos, diálogo y analogías entre el nuevo movimiento brasileño y las denominadas redes globales es un hecho. 15M, Occupy Wall Street, Primavera Árabe y #DerinGezi (la resistencia turca) están siendo citados intensamente tanto por los colectivos brasileños. Incluso grandes medios, que han informado muy mal de las revueltas globales, empiezan a analizar comparaciones, no siempre correctas.

O Globo publicó un texto firmado desde Barcelona por Chico Amaral haciendo una acertada analogía (aunque no perfecta) entre los Indignados y las revueltas de Brasil. El pasado domingo, de hecho, tuvo lugar una campaña en Twitter para expandir el hashtag #BRevolution, primer contacto visible de lo que está pasando en Brasil con la #GlobalRevolution. Cuentas como @AcampadaSol, @DemocraciaReal, @Yayoflautas, @Madrilonia, @15MBcn_in, @OccupyWallSt, @Takethesquare o @Soy132MX participaron con intensidad. Desde círculos activistas y movimientos de izquierda se sintió cierto alivio tras el apoyo de las llamadas redes globales contra las élites brasileñas.

Para el próximo jueves está marcada una reunión global en Mumble (herramienta de audio) titulada Transnational Online Forum to evaluate the Re-resurgence of the Grassroots. La peculiaridad brasileña y su escaso diálogo con el mundo dificulta un poco las conexiones. Miembros del Projeto Ágora Brasil escribían desde Minas Gerais a una de las listas importantes de las revueltas globales denunciando que el excesivo uso de Facebook estaba bloqueando la conexión de las protestas brasileñas.

Por otro lado, Anonymous Brasil, reyes absolutos de las redes brasileñas según los estudios de Interagentes, han sido muy criticados por abrazar la causa de la corrupción, una de las habituales de la derecha brasileña. Algunas de sus peticiones encajan desde las lecturas izquierda-derecha con las de grupos conservadores que luchan contra la corrupción desde el escándalo del Mensalão de la era Lula.

Sin embargo, cada vez más personas entienden la bandera de la corrupción de una forma más transversal y global. El sociólogo Luis Eduardo Soares, uno de los más respetados, reconoce en sus textos el vínculo con las revueltas globales: “Hay en el movimiento magnetismo, hay conexión metonímica con cuestiones centrales para Brasil y el mundo”. Una diferencia clara: en Brasil ha sido una causa concreta y local, no algo genérico, lo que ha generado la explosión. Además, ya se ha triunfado en la petición de los 0,20 centavos. Brasil ya da una lección a la #GlobalRevolution.

8. Modelo macroeconómico. ¿Hasta qué punto encaja la lucha contra el 1% de Occupy Wall Street con la revuelta brasileña? Bastante. El Gobierno de Dilma ha continuado, en palabras del sociólogo Boaventura de Sousa Santos, el modelo capitalista: “el ”nuevo modelo“ económico consistiría en realidad en reeditar el viejo nacional-desarrollismo, rebautizado como neo-desarrollismo”. Grandes infraestructuras, incentivar la industria, la fabricación de coches, fuentes de combustible fósil, deuda estatal y privada, exportación de commodities, consumismo....

El modelo Dilma, que continúa ayudando a las clases más desfavorecidas con programas sociales, no cuestiona para nada el capitalismo global. Y provoca la paradoja, según el citado Giuseppe Cocco, que en Brasil no exista sociológicamente “una nueva clase media”, a pesar del aumento de la renta per cápita. Brasil ha apostado por un nefasto desarrollo cuantitativo, como apunta el carioca Rodrigo Nunes en un artículo en Al Jazzera. Y el modelo ha explotado.

Las revueltas tiran al suelo el mito del milagro brasileño y el mito de los BRIC, sigla que delimita la nueva frontera del capitalismo especulativo. ¿Corregirá Dilma el rumbo macroeconómico? Giuseppe Cocco, como una buena parte de los colectivos sociales, antes del anuncio presidencial de ayer, era pesimista: “(Dilma) se limita a reconocer la existencia de otra composición social en el movimiento y la construcción de un gran pacto en torno a los servicios públicos, pero no anuncia nada nuevo”. Brasil se debate, en definitiva, entre ser la esperanza del 99% o entre ser un miembro influyente en el club 1%. La #BRevolution, pues, es una batalla global.

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