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La evacuación de Igor y su mujer minutos antes de un ataque de la artillería rusa durante la sangrienta batalla de Bajmut

Un voluntario ayuda a Igor a salir de su casa en Chasiv Yar, Ucrania, para ser evacuado. Esta pequeña localidad junto al frente de Bajmut sufría ataques constantes de la artillería rusa

Olmo Calvo

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La guerra en Ucrania es uno de los temas informativos más importantes de los dos últimos años. Desde que el ejército ruso invadiese Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha habido 25.000 víctimas civiles y 6,3 millones de refugiados. Las cifras hablan por sí solas.

A lo largo de este año y medio he viajado en tres ocasiones con elDiario.es para documentar esta realidad tristemente histórica. La primera de ellas fue sólo unos días después del inicio de la invasión. El ejército ruso entró un jueves y yo, junto con mi compañero Víctor Honorato, estaba mandando el primer reportaje el domingo desde la localidad polaca de Przemyśl. Fueron unos días muy intensos de trabajo desde la frontera.

Poco después regresé, en esta ocasión con la intención de recorrer gran parte de Ucrania y contar como se estaba viviendo la guerra en diferentes lugares. La primera parte de la cobertura la hice junto a mi compañera Gabriela Sánchez y la segunda junto a Mariángela Paone. Durante semanas recorrimos el país en trenes y coches: Leópilis, Kiev, Jarkiv, Dnipro, Zaporiyia, Odesa… hablando con decenas de personas, entrando en barrios completamente destruidos por misiles y piezas de artillería, intentando transmitir a los lectores lo que sucedía.

A mi regreso a Madrid no sabría si volvería a Ucrania, bien porque el conflicto finalizase de alguna manera, o porque el periódico no volviese a enviarme. Pero, este año, cuando se acercaba la fecha en la que se cumpliría un año de la invasión, Gabriela Sánchez me llamó… regresábamos a Ucrania. Este viaje fue diferente. Tuvimos algo de tiempo para prepararlo mejor y, sobre todo, fuimos todo el rato de la mano de Bohdan, nuestro conductor y traductor, nuestro fixer.

En las anteriores coberturas normalmente trabajábamos con diferentes fixer, dependiendo de las zonas a las que fuésemos. Pero en esta ocasión, desde que entramos a Ucrania hasta que salimos, estuvimos con Bohdan. Él es un pequeño empresario de la región de Leópolis. Habla español perfectamente, además de ucraniano y ruso. La primera noche la pasamos en su casa, a la que llegamos completamente empapados por la lluvia tras cruzar el paso fronterizo de Medyka. A la mañana siguiente hicimos un reportaje con el testimonio de sus vecinos y conocidos, y después preparamos todo lo necesario para nuestro largo viaje: unos 3.400 kilómetros en coche, desde Leópolis hasta Odesa, pasando por Kiev, Bucha, Jarkiv, Kramatorsk, Chasiv Yar o Jersón. Casi siempre buscando las historias de los civiles, de los vecinos que vivían en lugares arrasados por la artillería rusa.

Fue en un lugar así donde hice la foto que os presento hoy. Llevábamos ya tres días trabajando en Kramatorsk y en otra localidad más cercana al frente de Bajmut, Chasiv Yar. En ese tiempo habíamos hablado con decenas de personas en un local donde se reunían los pocos vecinos que aún quedaban para pasar las horas, cargar sus teléfonos móviles o recoger algo de comida y leña; con un militar que había vivido en España durante años y había regresado a Ucrania para luchar; y con una señora que cuidaba a una mujer muy mayor, con discapacidad, y que se pasaba todo el día sola en un viejo apartamento desde donde se escuchaban constantemente las explosiones.

Ese día queríamos contar la historia de las personas evacuadas por la guerra. Aunque parezca increíble hay mucha gente que no abandona su casa, pese a que la artillería esté destruyendo todo su barrio, y resiste hasta el último momento. Alguna incluso hasta que es demasiado tarde para huir y termina muerta bajo los escombros. Para ello fuimos al “punto de invencibilidad” de Chasiv Yar. Los “puntos de invencibilidad” son lugares de encuentro y aprovisionamiento para la población civil puestos en marcha por el Gobierno ucraniano.

En ese lugar nos encontramos con Vlad, voluntario que ayudaba a evacuar a los civiles. Nos comentó que justo tenía que ir a buscar a una pareja de personas mayores cerca de allí. Gabriela, Bhodan y yo le seguimos. Cuando llegamos nos encontramos un edificio de dos plantas parcialmente destruido, con tablas de madera tapando todas las ventanas. Entramos por un pasillo oscuro y Vlad y otro voluntario llamaron a una puerta. Una mujer mayor abrió rápidamente. Detrás estaba Igor, su marido, con problemas de visión. Mientras tanto, no paraban de escucharse explosiones lejanas. Ella salió primero y, después, uno de los voluntarios cogió del brazo a Igor para guiarlo hasta el exterior. Yo iba justo delante de él, me adelanté y me agaché esperando que se acercaran, levanté la cámara y clic… hice esta foto de cómo salían.

Ya en el exterior los voluntarios ayudaron a Igor a subir a la furgoneta, donde le esperaba su mujer sentada en la parte de atrás. No les dio tiempo a arrancar el motor cuando escuchamos un silbido y momentos después una fuerte explosión. Esta vez sí había caído muy cerca. Los voluntarios visiblemente nerviosos se montaron inmediatamente en el vehículo y salieron de allí. Nosotros teníamos el coche un poco más lejos. Sin perder ni un minuto empezamos a caminar y, cuando apenas habíamos recorrido unos metros, volvimos a escuchar otro silbido sobre nuestras cabezas, esta vez más cerca. Sólo nos dio tiempo a tirarnos al suelo y otra fuerte explosión retumbó a nuestro alrededor.

Por suerte no nos pasó nada. Nos incorporamos llenos de barro y fuimos lo más rápido que pudimos al coche para regresar al “punto de invencibilidad” y seguir el reportaje sobre evacuados de Chasiv Yar y Bajmut. Desde allí seguimos a Vlad por una carretera que estaba a tiro de la artillería rusa. Íbamos muy rápido. Recorrimos los 30 kilómetros hasta Kramatorsk y, una vez allí, paramos a las puertas de un gran local acondicionado para recibir evacuados. Allí pudimos sentarnos tranquilamente y conocer muchas historias de toda la gente que iba llegando. Por el momento estaban a salvo.  

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