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El Kremlin vigila de cerca a los jóvenes por su apoyo a las manifestaciones de la oposición

Policías rusos detienen a un manifestante en la calle Tverskaya en Moscú el lunes.

Agustín Fontenla

Las calles de las principales ciudades de Rusia se llenaron este lunes de jóvenes ávidos de participación. Muchachos con apariencia de escolares, universitarios, hipsters, militantes políticos y activistas de diverso espíritu, entre otros grupos sociales, protagonizaron la segunda marcha que convocó el activista anticorrupción y aspirante a la presidencia de Rusia, Alexéi Navalni.

Las escenas en la calle Tverskaia en Moscú, y otros sitios céntricos en diferentes ciudades de Rusia, son similares a las que se registraron el 26 de marzo, cuando Navalni lanzó una marcha anticorrupción después de publicar una denuncia contra el primer ministro, Dmitri Medvedev, por enriquecimiento ilícito.

El desarrollo de la marcha y la actuación policial también fueron casi calcadas en ambas ocasiones. Después de permitir por una o dos horas la manifestación, la policía dispersó a los manifestantes y procedió a un arresto masivo, que incluyó escaramuzas y forcejeos entre jóvenes y agentes. Las cifras de las detenciones varían en algunas decenas. En la primera se calculan unas 800 personas, mientras que en la segunda, se estiman alrededor de 1.000.

La presencia de jóvenes no tomó por sorpresa al Gobierno ruso, pero sirvió para confirmar lo que preveía desde la primera marcha convocada por Navalni. Las nuevas generaciones irrumpen en el escenario político, y las autoridades saben que deben hacer algo al respecto.

“Para algunos, la motivación (de participar en las marchas) es la de apoyar la agenda de la convocatoria, la lucha contra la corrupción”, afirma Valeria Kasamara, investigadora de la Escuela Superior de Economía de Rusia, que condujo una encuesta entre 6.000 estudiantes de 109 universidades del país.

“Otros simplemente simpatizan con Alexéi Navalni, y alguna gente no tiene suficientes motivaciones o adrenalina, y este tipo de eventos son una oportunidad para hacer una foto cool en Instagram”.

Palo o zanahoria

A juzgar por las medidas que se tomaron desde el 26 de marzo, el Kremlin tiene previsto alternar la represión con la seducción. En las semanas siguientes a la primera convocatoria, se registraron distintas medidas para intentar contener el ánimo de protesta entre los jóvenes.

En la ciudad rusa de Tomsk, un estudiante de una escuela regional filmó a su profesor reprendiendo a los jóvenes por haber participado en la marcha anticorrupción. El docente señaló que “era imposible erradicar la corrupción”, criticó la apariencia de los estudiantes que participaron de la marcha y les sugirió “otras formas de hacer dinero”.

La cadena televisiva regional Zebra publicó un informe sobre una vicedirectora de una escuela en la ciudad de Vladímir que había amenazado a los estudiantes con denunciarlos al Servicio Social Infantil para que los retirara de su hogar si visitaban la sede local del partido de Navalni.

El periódico Novaya Gazeta reveló que el Ministerio de Educación de Samara había enviado a diferentes escuelas de la región un documento instando a los profesores a persuadir a los estudiantes de no participar en marchas como la del 12 de junio, y fomentar el patriotismo.

El documento pedía que se discutieran “métodos de contraterrorismo” con los estudiantes y el apoyo al presidente Putin. Incluso señalaba que “es necesario decir a los estudiantes que bajo el artículo 282.1 (de la Constitución), las actividades extremistas están castigadas con penas de diez años de prisión en adelante”.

Hechos similares sucedieron en escuelas y universidades en diferentes ciudades del país. En algunos casos, podrían tratarse de recomendaciones realizadas a título personal por los docentes. Sin embargo, las declaraciones hechas por algunas autoridades sugieren que la corriente en contra de la participación política de los jóvenes partió de los despachos oficiales. 

Controlar Internet

“Existen numerosos ejemplos negativos sobre la utilización de los jóvenes como una fuerza dirigida”, afirmó el jefe de Consejo Supremo de Rusia Unida (el partido del gobierno), Borís Grizlov durante una reunión para reunir sugerencias para la Duma Estatal rusa, que celebró una sesión sobre políticas juveniles el 22 de mayo. “Son la base para generar fenómenos de protesta, ideas nacionalistas y fascistas”.

En la Duma, ya existen proyectos que recogen esta percepción de la participación política juvenil, vinculada al uso de las redes sociales. Uno de ellos es del legislador Vitali Milonov, del partido oficialista Rusia Unida, que recomendó prohibir el uso de las redes sociales a menores de 14 años, y exigir la utilización de la identidad verdadera de los usuarios que registren cuentas en sitios web. 

Aunque la propuesta no parezca directamente vinculada a la participación juvenil, hay que tener en cuenta que el principal medio de difusión del opositor Navalni es su canal de YouTube. En efecto, durante la primera marcha, integrantes de su staff fueron detenidos por realizar un streaming de la manifestación a través de las redes sociales.  

Finalmente, la Duma desestimó el proyecto de Milonov por las críticas inmediatas que recibió el borrador. Sin embargo, invitó al legislador a que continúe trabajando en su proyecto.

No todas las medidas instrumentadas por el Gobierno fueron de carácter represivo. Días después de la primera marcha, el ministro de Cultura se reunió con la popular youtuber rusa, Sasha Spielberg (es su seudónimo), con ocho millones de usuarios entre sus cuentas de Instagram y YouTube, para debatir sobre políticas y canales de comunicación destinados a los jóvenes. Después, Spielberg recibió una invitación para intervenir ante la Duma.

Spielberg leyó un discurso en la pantalla de su teléfono y, aunque algunos legisladores la observaron divertidos, señaló algunos puntos sensibles para la estrategia electoral del Kremlin. “La televisión y otros medios de comunicación antiguos no proponen nada interesante a los jóvenes”, afirmó. Con las redes sociales, “no existen barreras, ni redactores entre los blogueros y su audiencia”.

Ese, justamente, es uno de los problemas del Gobierno para conectar con los jóvenes, puesto que durante años ha dado prioridad a la televisión como medio para dirigirse al electorado. Con razón, ya que más del 80% de la sociedad rusa se informa a través de esta fuente.

Consejo de 'youtubers'

Otra medida para “acercarse” a los jóvenes fue la idea de formar un Consejo de youtubers. Envuelto en una pátina nostálgica de las políticas de la Unión Soviética, el proyecto surgió del Partido Liberal Demócrata de Rusia (LPDR), liderado por el eterno candidato a presidente y aliado del Kremlin, el ultra Vladímir Zhirinovski. 

La idea original es que estas celebridades digitales sirvan de canal entre las autoridades políticas y los usuarios. Sin embargo, en espacios opositores como la radio Echo Moskvi, sugieren que utilizarán la imagen de los famosos youtubers para comunicar regulaciones controvertidas en el ámbito de Internet.  

Durante el reciente Foro Económico de San Petersburgo (1-3 junio), fuentes de la Administración Presidencial afirmaron al diario ruso Vedomosti que el Gobierno central se concentrará en los jóvenes en la próxima campaña electoral. 

Dos centros de estudios de opinión pública en Rusia serán los encargados de analizar estrategias dirigidas a los jóvenes. Según Vedomosti, el director del Centro de Investigación de Opinión Pública de Rusia (VTSIOM por sus siglas en ruso) confirmó que las principales iniciativas apuntan a “la calidad de la educación, la primera contratación, el empleo, los programas de crédito, la economía digital, y la seguridad”.  

A su vez, habría un proyecto de “soporte ideológico (bajo la consigna ‘el futuro pertenece a los jóvenes’), junto a la realización de conciertos, foros, festivales de la juventud y de los estudiantes.

La combinación de medidas represivas y otras de seducción de los sectores juveniles expresan la encrucijada en que están las autoridades. Sus intenciones de generar una interacción con los jóvenes a través de canales ajenos (a su cultura) como las redes sociales colisionan con su voraz apetito por controlar el espacio en Internet.

“Si el gobierno quiere acercarse a la juventud, debe hablar con ellos en un idioma y con canales de comunicación que sean accesibles y comprensibles para los jóvenes”, analiza Victoria Kasamara. “Otra pregunta es si resultará o no, porque el entorno de Internet es un espacio muy creativo y libre, y actuar con métodos autoritarios no dará resultados”.

La explicación de Kasamara puede refiere al funcionamiento cada vez más controlado de Internet en Rusia. El año pasado, las leyes vinculadas al mundo digital se endurecieron aún más. Un ejemplo es la Ley Yarovaya, que toma su nombre de la legisladora homónima de perfil ultraconservador.

La ley ordenó a las compañías de internet y telefonía rusas almacenar información sobre las llamadas, mensajes de texto, imágenes, audios y vídeos de sus usuarios, aumentó los delitos por los que pueden ser juzgados menores de 14 años, y agravó las penas para la difusión o incitación del terrorismo (un concepto de dudosa aplicación).

En este último caso, se produjeron casos en los que usuarios de redes sociales fueron penalizados por postear o retuitear información que el Gobierno considere como “extremista”.  

La norma fue repudiada en su momento por el extécnico de la NSA Edward Snowden, que la calificó de “Gran Hermano” y afirmó que “no solo viola los derechos humanos sino también el sentido común”.

Más cerca en el tiempo, el presidente Putin firmó un decreto para que se desarrolle una nueva estrategia para la “sociedad de la información en Rusia del 2017 al 2030”. Entre sus aspectos centrales, el documento precisa que se deberá priorizar “los valores morales y espirituales tradicionales de Rusia”. 

Kasamara advierte sobre los riegos de extender las medidas represivas sobre los jóvenes. “Creo que si las autoridades continúan ajustando las tuercas y penalizando la participación política, se verá reflejado en el voto de los jóvenes en las urnas”. 

Como fuera, la relación entre el Kremlin y los jóvenes no parece suponer una gran amenaza para las autoridades en el corto plazo. Sobre todo, si se apunta a las elecciones presidenciales previstas para marzo de 2018, en las que Vladímir Putin buscará extender por seis años más su cargo de presidente de la Federación Rusa. 

“De acuerdo a nuestra investigación, una mayoría relativa de los estudiantes rusos jóvenes (47%) apoyará a Putin en la próxima elección”.

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