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Las medidas antivirus en EEUU chocan con un sistema político descentralizado

Protestas trumpistas contra el confinamiento se extienden por el EE.UU. profundo

Carlos Hernández-Echevarría

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“Dakota del Sur no es Nueva York”. Con esa frase, la gobernadora del estado justificó hace ya mes y medio su decisión de no imponer el confinamiento a pesar de las peticiones de los médicos. Y es cierto que Dakota del Sur no se ha convertido repentinamente en Nueva York, pero ahora mismo ese estado tiene el peor brote de coronavirus del país, con más de 600 casos en la misma fábrica. A pesar de esto la gobernadora Kristi Noem, como otros siete líderes estatales republicanos, está decidida a no dar marcha atrás y ordenar a sus ciudadanos que se queden en casa. Todos apelan a la “responsabilidad personal” y a su fe en el “gobierno limitado”.

En EEUU el poder de cerrar negocios y ordenar a la gente que se quede en casa pertenece a los estados y las autoridades locales. Son las cosas propias de un país fundado tras una guerra colonial contra el Rey de Inglaterra: que el sistema político está diseñado con una buena dosis de escepticismo hacia las bondades del poder centralizado. El propio Trump lo ha tenido que reconocer. Empezó la semana presumiendo de tener “total autoridad” para reabrir la economía de EEUU y antes del viernes ya había tenido que reconocer que será cada uno de los gobernadores quien decida cómo y cuándo. Todo lo que él puede hacer (y lo hace) es presionarlos en las redes sociales.

Una respuesta con muchas voces

Llaman mucho la atención esos ocho estados rurales y republicanos que siguen rechazando el confinamiento y también lo hace la lucha de Trump por obligar a varios gobernadores demócratas a reabrir sus negocios, pero lo cierto es que el papel del gobierno federal es muy limitado. Por eso las medidas contra el coronavirus difieren tanto de un punto a otro del país.

En una decena de estados, romper el confinamiento puede llevarte un año a la cárcel, mientras que en otros te puedes librar con una advertencia o una multa de menos de 100 euros. En Nueva York y en varios estados más, debes usar mascarilla o similar, pero en la mayor parte del país no es necesario. Pero las diferencias más importantes llegan a la hora de decidir las excepciones a la regla, las actividades y negocios considerados “esenciales” y que pueden permanecer abiertos mientras que el resto tienen que cerrar. Y dependen mucho del estado, del condado y del municipio.

Como regla general, se permite abrir a todas las tiendas de alimentación, bancos y gasolineras, pero el gobierno de Trump recomienda además que no cierren las armerías. En Delaware dejan aún que los floristas hagan pedidos a domicilio y en Arizona, donde han cerrado los parques nacionales, todavía se puede jugar en multitud de campos de golf. En Houston las tiendas de muebles pueden seguir abiertas y en otros puntos de Texas, también abren algunas tiendas de artículos deportivos y de pesca porque sus dueños se consideran esenciales como parte de la industria alimentaria. Para saber si hay que ir a trabajar o si se puede ir a comprar, lo mejor es llamar primero.

Esta abundancia de regulaciones, excepciones e interpretaciones da lugar a agravios comparativos. En Nebraska se puede salir a la calle sin mucho problema y casi todo está abierto, pero han tenido que cerrar las peluquerías, los tatuadores y los clubes de striptease. En Pennsylvania han cerrado las licorerías, que nunca antes habían vendido tanto como el día en que se dio la orden, pero siguen abiertos los dispensarios de marihuana. De hecho, en los estados vecinos de Ohio y West Virginia se dio orden de no vender a gente de fuera del estado para evitar las aglomeraciones en las licorerías.

Alianzas regionales contra el coronavirus

Con Trump presionando a diferentes gobernadores para que reabran las economías de sus estados lo más rápido posible, varios de ellos han decidido unir sus fuerzas. Las dos grandes locomotoras económicas del país, California y Nueva York, gobernadas por demócratas, han impulsado alianzas regionales para hacer políticas comunes frente al coronavirus y decidir juntos cuándo volver a la normalidad.

En la costa oeste se han unido todos los estados costeros desde Canadá hasta México: California, Oregon y Washington. En la alianza de la costa este están Nueva York, New Jersey, Connecticut, Pennsylvania, Rhode Island, Delaware y también Massachusetts, el único de todos esos estados gobernado por un republicano. Dos grandes grupos que concentran buena parte de la población del país y la gran mayoría de su riqueza, un contrapeso que Trump no puede ignorar.

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