Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

México, un año después del terremoto: “Vi, olí y sentí cosas que jamás olvidaré”

Rescatistas trabajan entre los escombros de los edificios colapsados en Ciudad de México (México) el martes 19 de septiembre de 2017, tras un sismo de magnitud 7,1.

Mexico.com

Marcela Vargas —

A Saúl Rodríguez, el sismo del 19 de septiembre de 2017 lo pilló en su casa, en Cancún, en su hora de comida. Tenía dos días de haber regresado de un operativo de rescate en Juchitán tras el sismo del 7 de septiembre. El rescatista no dudó y, aunque apenas había podido descansar un día después de una semana de actividad, puso manos a la obra.

“Tenía fresco lo de Oaxaca, vi los vídeos y pensé que era un hecho que me iba, mandé mensaje sin pensarlo, activando a la gente y empecé a hacer todo el trabajo de movilización”, cuenta Rodríguez, de 31 años, en entrevista con mexico.com.

Originario de Cancún, Quintana Roo, Saúl es ingeniero civil pero también es rescatista profesional especializado en estructuras colapsadas y rescate en selvas. Forma parte de la Brigada de Rescate Internacional Cancún (BRIC), donde tiene un puesto administrativo, aunque todas sus actividades son 100% voluntarias. Dice que su llegada a esta vocación fue un poco por azar.

“No es como que un día dije 'voy a ser rescatista'”, cuenta. En la universidad encontró un cartel que anunciaba a un grupo de rescate en selva. Como siempre le habían gustado el senderismo y los campamentos, pensó que con ese programa tal vez formalizaría sus conocimientos de supervivencia en la selva. Encontró mucho más que eso.

Ese llamado fue el mismo que lo llevó en septiembre de 2017 a los operativos en Juchitán, Oaxaca, y en la Ciudad de México. En ambas experiencias, Saúl dejó todo su esfuerzo y pedazos de sí mismo que se convirtieron en memorias indelebles.

Juchitán, Oaxaca

“Va a sonar super cursi pero dejé una parte de mi corazón en Oaxaca”, comenta. “Es uno de nuestros estados más pobres y las condiciones en las que ya vive la gente son de romperte el alma. Que un desastre les quite lo poco o casi nada que tienen te da en la torre”.

Saúl está capacitado para hacer evaluaciones estructurales, de modo que gran parte de su trabajo en Juchitán fue revisar casas para decirle a sus habitantes si podían seguir en ellas. “La parte social me pegó mucho”, recuerda. “A pesar de que se quedaron sin nada, si te veían te ofrecían comida, agua, no dejaban de tratar de ayudarte a ti que los ibas a ayudar, esa parte es lo que creo que sentí mucho”.

Los grupos voluntarios formales trabajan de la mano con las autoridades para asegurarse de que haya orden y eficiencia en los operativos. No obstante, esta alianza práctica los puso en conflicto con la comunidad en un principio. “Cuando llegábamos a decirle a las personas que veníamos de parte del municipio perdíamos toda credibilidad hacia la población. Para ellos éramos un ente ejecutor del gobierno. Cuando vieron que sí íbamos a ayudar, ya no hubo problema”.

Ciudad de México

“Hay muchos sentimientos encontrados, desde la frustración del primer sitio al que llegamos y no nos dejaron trabajar”, recuerda Saúl sobre su llegada a Ciudad de México tras el sismo del 19 de septiembre. “Había de todo, el tema social, el tema político, el tema humano, el tema de rescate. Yo creo que si dormía 2 horas al día durante esa semana fue mucho, fue un tema muy exhaustivo en lo físico. Vi cosas, sentí cosas, olí cosas que jamás se me van a olvidar”.

Encontrarse con tanta gente en la capital ofreciendo ayuda podía ser abrumador para los rescatistas, quienes tenían misiones claras en cada sitio afectado. “Los primeros días que estuvimos trabajando con la comida llovía, y yo veía canastas de comida enteras echándose a perder porque había exceso de ayuda”, añade Saúl, quien trabajó durante una semana con la BRIC en el edificio colapsado en Álvaro Obregón 286, colonia Condesa.

“Había centros de acopio impresionantes y mucha gente queriendo meterse a centros de trabajo a quitar escombros, a mover piedritas cuando no era lo correcto. Pero ¿cómo le dices a la gente 'no vengas porque no sabes'?”.

Por eso es que Rodríguez considera importante que la población en general se informe y se capacite si no para convertirse en rescatista entrenado, sí para que estén conscientes de los riesgos y puedan protegerse en caso de emergencia.

¿Qué se necesita para convertirse en rescatista?

Una de las consecuencias del 19-S fue la respuesta social, la unión de todos que llenó de esperanza a la ciudad entera y conmovió al país. Sin embargo, desde la perspectiva del rescatista profesional, no toda ayuda es buena, especialmente si pone en riesgo a la persona que la ofrece porque no tienen el conocimiento para hacerlo correctamente o el equipo para protegerse a sí mismos mientras trabajan.

“Durante una emergencia lo importante es no tratar de hacer cosas para las que no estamos capacitados”, advierte Rodríguez, quien participa en operativos de búsqueda y rescate desde 2012. “Si bien había gran necesidad de cosas que hacer en los sismos, te puedo garantizar que hubo un exceso de ayuda impresionante y eso también se tradujo en un derroche de dinero que no era necesario”.

“Es bien complicado ser rescatista, existen normas y estándares internacionales para poder serlo”, explica Rodríguez. “Es un proceso de formación continua, que nunca para. En la institución a la que yo pertenezco, el ser rescatista toma cerca de 10 meses de formación básica para que puedas asistir a un operativo como tal. En las prácticas te llevan a tu límite físico, emocional y psicológico”.

Su preparación contempla uso de herramientas, seguridad, conocimientos técnicos… además de considerar distintas ramas de especialidad, como el rescate en selva, el urbano, etcétera. “El perfil de rescatista tiene que cumplir con muchas capacitaciones desde la parte técnica hasta la parte práctica y emocional”, agrega. “Tenemos un programa para formarnos emocionalmente y psicológicamente para poder atender las emergencias. Al volver de cada una recibimos continuidad emocional y psicológica porque estás propenso a estrés postraumático y similares que alteran tu vida si no estás preparado para ello”.

“Debes informarte de las rutas de evacuación de tu edificio, cuáles son las escaleras de emergencia, al menos tener la inquietud de saber primeros auxilios básicos o cómo usar un extintor”, sugiere Saúl Rodríguez, que con la Brigada de Rescate Internacional Cancún participará por primera vez en el V Ejercicio Nacional de Búsqueda y Rescate USAR 2018, un simulacro organizado por la Coordinación Nacional de Protección Civil en el que los mejores equipos de búsqueda y rescate urbano del país ponen a prueba sus capacidades, técnicas y procedimientos.

Los sismos de septiembre de 2017 despertaron en los mexicanos una conciencia de prevención que estaba adormilada. A un año de estas tragedias, seguir los consejos de un rescatista profesional podría significar la diferencia entre ser una víctima o ser parte de las personas que están afuera en posibilidad de ayudar. Una emergencia no es solo un sismo, cualquier cantidad de cosas pueden pasar. Para la población en general, la recomendación es informarse, capacitarse y estar preparados: desde las infografías para armar una mochila de emergencia hasta comprender y aceptar que mucho ayuda el que no estorba.

Etiquetas
stats