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“Ningún partido británico tiene un plan creíble para atajar la pobreza”

Una persona duerme en la calle junto a un teatro de Londres. Foto: Andy Rain/EFE.

Maruxa Ruiz del Árbol

Londres —

“Hard working families” es el concepto más repetido en la campaña electoral británica. Políticos de todo color adoran interpelar a esta comunidad indefinida del electorado. Lo mencionan en todo tipo de discursos, sobre impuestos, inmigración, sobre el precio de la vivienda… cuantas más veces, mejor. Pero ¿qué piensan estas “familias trabajadoras” de los políticos? ¿Cómo viven las elecciones las familias que, además de trabajar duro, viven en la pobreza? ¿Y los parados? ¿Saldrán a votar?

De los 13 millones de pobres que viven en Reino Unido, la mitad vive en una familia trabajadora, según un informe elaborado por la Fundación Joseph Rowntree para poner cara a la pobreza ante estas elecciones.

“Yo me pregunto si saben lo que quiere decir”, comenta Edward, un dependiente de Sports Direct que no llega a fin de mes. Nos lo confiesa en voz baja, mientras dobla camisetas en una de las muchas tiendas de esta firma de ropa deportiva en el centro de Londres. “Cuando les oigo, me gustaría que hicieran la prueba de vivir mi vida durante un mes, sólo uno, y que sintieran la angustia de mirar mi cuenta corriente. Yo a veces ni la miro por ahorrarme el mal trago”. Edward no sabe si irá a votar. “Si voy, quizá vote a los laboristas”, dice poco convencido.

De entre los trabajadores sociales de las organizaciones que apoyan a los más desfavorecidos es imposible arrancar una confesión de voto. “Somos una organización políticamente neutral”. En cualquier caso, ningún programa le convence, comenta al teléfono Jim McCormick, asesor en Escocia para la Fundación Joseph Rowntree (JRF) desde 2007. Esta organización se dedica analizar las causas de la pobreza en el país.

“Ninguno de los partidos que puede salir elegido la próxima semana tiene un programa creíble y sólido contra la pobreza. Todos los partidos parecen tener algo que decir aunque cada uno la mira desde ángulos muy distintos y todos utilizan un lenguaje muy diferente. Sin embargo, ninguno de ellos tienen una visión sólida de cómo erradicar la pobreza en toda su dimensión”, dice McCormick.

En Paisley, Escocia, la directora del centro social Star Project tampoco quiere decirnos a quién votará. Emma Richardson conoce bien presión que las políticas ejercen sobre el electorado más vulnerable, pues trabaja desde hace más de ocho años dando consejo y tratando de mejorar la vida de personas que viven en la pobreza en esta comunidad, una de las circunscripciones más pobres del país. En las elecciones de 2010 el escaño de Paisley se lo llevó el partido laborista. “Aquí estamos en contacto con una comunidad de más de 500 personas que son aquellas a las que se refieren cuando se habla de ‘problemas sociales’”.

Emma desconoce cuántos de los usuarios del centro irán a votar el próximo jueves. “No veo mucha motivación por su parte. Aquí no escucho muchas charlas sobre política, sólo si ha habido algo divertido en los periódicos”, dice Richardson. “La razón es que, por un lado, sienten la política como algo muy distante de ellos. Por el otro, votar no es una prioridad cuando tus fuerzas están centradas en llegar a fin de mes o en que no te quiten la casa”.

“Es extraño –matiza Emma- en realidad sí que hablamos de asuntos políticos, pero no de política. A diario la gente habla sobre los problemas que tienen cada día en el centro de búsqueda de empleo. Sin embargo, no hacen la conexión de esos problemas con los líderes del gobierno. Ellos lo sienten como algo personal, no algo político”, dice.

El próximo jueves, aprovechando que los niños no van al cole porque se vota, el Star Project hará una jornada en que sacará el argumento electoral entre sus usuarios. “Quizá entonces sepa algo más sobre a quién votarán”.

Aunque Jim McCormick ni Emma Richardson confiesan su voto, ambos se muestran conformes con compartir sus opiniones sobre cuáles han de ser las prioridades de un partido que quiera solucionar los problemas de los más vulnerables en Reino Unido. Destacan dos asuntos urgentes: eliminar la precariedad laboral y las sanciones en el sistema de benefits, un castigo económico que ha impuesto el partido conservador para, dicen, dejar de pagar a quienes cobran subsidios de forma abusiva.

La gran mayoría de organizaciones sociales del país coincide en que estas sanciones sanciones, que entraron en vigor hace más de dos años, son severas hasta niveles exagerados y que están retirando ayudas y dejando agente sin dinero para vivir de manera injusta.

“En los últimos años hemos visto un crecimiento del empleo y eso es un desarrollo positivo –dice McCormick–. Pero cuando miras por debajo de los titulares lo que encuentras es que muchos de esos trabajos se encuentran en sectores localizados y mucho de ese crecimiento es en trabajo autónomo. Pero no son autónomos emprendedores que abren un negocio. Son personas empujadas por su empleador a registrarse como autónomo, de tal manera que hacen sólo trabajos temporales. Según nuestros datos, más del 40% de ese trabajo es muy inseguro por lo que creo que el problema número uno debería de ser mejorar la calidad del trabajo”, dice Jim McCormick.

También Paul McNamee, director de la revista vendida por indigentes Big Issue, está de acuerdo. “Lo primero que hay que atajar son los contratos de cero horas”, nos dice por email.

La Fundación Joseph Rowntree ha hecho una propuesta formal al Gobierno escocés para hacer un proyecto piloto sin sanciones. “Al Gobierno de Reino Unido le hemos dicho abiertamente que el Ministerio de Trabajo y Pensiones debería venir y probar una manera mejor de trabajar en este área. Queremos negociar una aproximación más flexible para demostrar que puedes obtener mejores resultados y ahorrar dinero”. El Gobierno escocés no tiene competencias sobre las sanciones y los subsidios. Si hay proyecto piloto o cualquier tipo de cambio que afecte para bien o para mal a los más vulnerables será decisión del Gobierno que salga de las urnas el próximo jueves.

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