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La victoria tory en Reino Unido despierta el fantasma de Brexit

Maruxa Ruiz del Árbol

Entre el otoño de 2016 y la primavera de 2017 Reino Unido celebrará otro referéndum histórico: la consulta sobre la permanencia del país en la Unión Europea. En este caso las consecuencias tendrán un efecto dominó en todo el continente. Su sola celebración, de la que no cabe duda tras la victoria de David Cameron por mayoría absoluta, pretende influir en las negociaciones sobre la reforma de los tratados que definen la esencia de la Unión Europea.

Amantes de los acrónimos, los británicos han bautizado el caso como Brexit (Britain's Exit). El vocablo perseguirá a los ciudadanos de toda Europa hasta el hartazgo en los próximos dos años.

Casi no se conocía la composición del nuevo gobierno cuando el bombardeo de especulaciones ya había comenzado. ¿Cómo ha de formularse la pregunta y quién tendrá derecho a decidir? ¿Debería hacerse extensible la votación a otros ciudadanos europeos, a los irlandeses, a los ciudadanos de la Commonwealth? ¿Se votará a partir de 16 o de 18 años?

Pese a que Cameron ha defendido con pasión la celebración de un referéndum, es más que probable que él haga la campaña por la permanencia y no por la escisión. Lo que el primer ministro británico quiere de verdad es forzar grandes reformas en la Unión Europea que le permitan seguir dentro pero con más independencia para decidir sobre sus políticas internas.

Sin embargo, el ala más conservadora de su partido está a favor de la separación total de Europa. La toma de posición con respecto a la campaña podría desembocar en una seria crisis de los tories. “No resultaría extraño que dentro del partido haya dos campañas distintas”, dice Sara Hobolt, del Instituto Europeo de la London School of Economics. Según los cálculos de Hobolt en la anterior legislatura, de los 307 parlamentarios conservadores “unos 150 se manifestaron apasionadamente a favor de la permanencia y unos 30, 40 estaban convencidos que lo mejor es cortar los lazos con el continente”. El miedo al ascenso de UKIP ha acentuado el carácter antieuropeísta de la campaña electoral.

Restricciones para los emigrantes

Restricciones para los emigrantes El escepticismo británico hacia Europa es tan viejo como la propia alianza. En 1973 el país se unió a la Comunidad Económica Europea (CEE). Dos años más tarde el 67% de la población ratificó esa decisión en referéndum.

La polaridad en la opinión británica se ha mantenido desde entonces pero una cosa ha cambiado. Mientras antes el debate era principalmente sobre economía y soberanía, ahora el protagonismo se lo lleva la inmigración. El líder de UKIP, Nigel Farage, ha admitido que le costó que calara su mensaje eurófobo mientras centró su discurso en ideas abstractas sobre soberanía. Pero cuando comenzó a cargar contra “la pérdida de control en las fronteras” tocó una fibra mucho más sensible del electorado británico.

Una de las propuestas más importantes de Cameron para la reforma de la Unión Europea es imponer reglas más estrictas en la inmigración interna e imponer una moratoria de cuatro años sin acceso a las ayudas del Estado a los emigrantes procedentes de la UE. Esta propuesta es también respaldada por el partido laborista. Por eso, los 200.000 españoles que, se calcula, viven hoy en Reino Unido podrían verse muy afectados por la celebración del referéndum, y como ellos, los 2,34 millones de europeos que viven en la isla.

En el continente, un millón de pensionistas británicos en España podrían sufrir las consecuencias, así como el resto de los 1,8 millones de británicos que viven en Europa, según los datos más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas británica.

Además unos 2.800 negocios alemanes operan en Reino Unido y emplean a 370.000 personas, uno de los países con más intereses de la unión en el país. Las exportaciones de Reino Unido a la Unión Europea suponen el 9% del Producto Interior Bruto del Reino Unido.

Riesgo de contagio

Riesgo de contagioEl efecto contagio de una posible salida de Reino Unido es uno de los principales miedos en Bruselas, según un análisis del think tank proeuropeo European Council on Foreign Relations (ECFR). “Nuestras investigaciones muestran que hay un serio riesgo de contagio de una salida de Reino Unido, algo que debilitaría la voz de Europa en todo el mundo”. En el mismo informe, Martin Kotthaus, jefe del departamento de Europa del Ministerio de Exteriores alemán, asegura que se hará “casi cualquier cosa para prevenir que Reino Unido deje la Unión”.

Pero dentro del Parlamento Europeo otras muchas voces están cansadas del “eterno chantaje británico, que lleva desde el primer día tratando de adaptar la Unión a sus circunstancias”, explicaron ayer fuentes de la Comisión Europea. Parte del Parlamento piensa que la salida de la Unión podría incluso tener sus impactos positivos. “Eliminaría un obstáculo para una integración mayor”, comentan las mismas fuentes.

“Algunas voces dentro del Europa apuntan que, sin Gran Bretaña, Francia y Alemana podrían empujar proyectos económicos y de política exterior que no son posibles cuando Reino Unido se sienta en la mesa de negociación”, analiza el informe de ECFR.

Suceda lo que suceda de aquí al referéndum, el caso Brexit promete dar más de un dolor de cabeza a políticos, ciudadanos y consejeros europeos en todas las latitudes del viejo continente.

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