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'Populares', socialdemócratas y liberales hacen valer su pacto y logran el respaldo de la Eurocámara al nuevo 'gobierno' de la UE

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Andrés Gil

Enviado especial a Estrasburgo —

'Populares', socialdemócratas y liberales han hecho valer su pacto este miércoles han avalado con una amplia mayoría en la Eurocámara el nuevo 'gobierno' de la UE: 461 votos a favor, 157 en contra y 89 abstenciones. Una amplia mayoría que ha contado también con el visto bueno de gran parte de los ultraconservadores del ECR –salvo Vox, que ha votado en contra–.

“Pongámonos manos a la obra, para que dentro de 30 años podamos decir viva Europa”. Pero no ha dicho cómo. Quizá porque la cosa estaba ya cocinada por las grandes familias políticas y sus líderes; quizá por el perfil de Ursula von der Leyen; quizá por lo fraccionado del Parlamento Europeo y la diversidad de colores en los Gobiernos de los 27. O quizá por todo a la vez, pero lo cierto es que Ursula von der Leyen se ha presentado este miércoles a las nueve de la mañana en Estrasburgo para pedir el voto de la Eurocámara para su Comisión Europea.

Von der Leyen ha llegado con un mes de retraso, a causa de los tres comisarios tumbados en septiembre por el Parlamento Europeo –la francesa, el húngaro y la rumana–, con la vacante británica sin cubrir y después de enmendar importantes polémicas que acompañaron su arranque: el título de protección del estilo de vida europeo como cartera; la ausencia de la cultura en ningún título, así como la investigación y la pesca.

Lagunas, tensiones con el Parlamento Europeo, comisarios caídos por el camino... Pero, aun así, Von der Leyen ha llegado sabiendo que goza del apoyo de los populares –incluido el Fidesz de Viktor Orbán, que cuenta con su comisario–, socialistas, liberales, parte de los ultraconservadores –por el comisario polaco, del PiS–, y la abstención mayoritaria de los verdes.

Le han sobrado los votos –Jean-Claude Juncker logró 423 a favor–, entre otras cosas porque es una sola votación sobre el paquete completo, sobre el equipo de 26 que le acompañarán.

Pero le ha faltado pulso y emoción en su discurso, pronunciado ante una Cámara favorable –a la que no ha levantado más que tímidos aplausos–, pero también ante los 500 millones de habitantes de la UE que difícilmente verán los más de 40 minutos de un discurso frío y con menos pasión y ambición política que el que pronunció en julio cuando logró el voto del Parlamento para su persona como presidenta electa.

La exministra de Angela Merkel, que llegó a dedo por un pacto de los líderes de las grandes familias políticas europeas en tres días a puerta cerrada a costa de enterrar el incipiente amago democrático del spitzenkandidaten. Este miércoles, Von der Leyen se ha limitado a pasar revista de los 26 integrantes de su colegio de comisarios con las competencias de cada cual, entre ellos a Josep Borrell, futuro jefe de la diplomacia europea, cuya “experiencia” ha reconocido para el objetivo de “una Comisión Europea geopolítica”.

Ha hablado de igualdad de género como primera presidenta de la Comisión más paritaria de la historia –15 hombres y 12 mujeres–, pero ya no ha citado a grandes mujeres de la arquitectura europea, sino a Vaclav Havel: esta vez el hilo conductor de su discurso ya no ha sido el morado feminista como en julio, sino el terciopelo de la revolución checa de hace 30 años, y por eso ha hablado más de unidad y cooperación, de ampliación y vecindad. Ha hablado de transición ecológica justa, pero se ha olvidado de su ambiciosas promesas de hace unos meses, como el seguro de desempleo, por ejemplo, o cifrar la reducción de emisiones de CO2 hasta el 50% como mínimo en 2030 frente al 40% actual, aunque sí ha vuelto a defender la neutralidad total en 2050.

Von der Leyen tampoco ha vuelto a hablar de una tasa que grave las importaciones de países que no cumplan unas condiciones de reducción equiparables a las europeas, sigue sin concretar el plan de inversión sostenible ni se ha acordado de los trabajadores uberizados, por ejemplo. Eso sí, ha prometido un plan europeo contra el cáncer, después de recordar la muerte de su hermana con 11 años.

“Dentro de 30 años”, ha dicho Von der Leyen, “otras personas van a volver la vista a atrás, y lo que digan depende de que le hagamos nosotros juntos. Si lo hacemos bien, la Europa de 2050 será el primer continente neutro, continuará siendo la economía que mejor lo haga, estará a la cabeza de la resolución de todos los problemas”.

La presidenta de los socialistas en la Eurocámara, Iratxe García, ha recordado: “Le dimos un voto de confianza porque se comprometió a unas prioridades, como que la transformación ecológica justa sea su eje. Queremos empezar a trabajar cuanto antes y con la seguridad de que no nos defraudará, para que ese gran objetivo se materialice con medidas concretas que mejoren la vida de nuestra ciudadanía”.

García, como hizo el lunes en el debate sobre el convenio de Estambul, ha pedido una directiva contra la violencia machista y “un fondo de transición justa ambicioso”, antes de anunciar que el apoyo “con voto exigente y leal”.

No obstante, los socialdemócratas alemanes, en caída libre en su país frente a los verdes, no parecían dispuestos a dar ese apoyo a la exministra de Merkel.

La jefa de la delegación del PP en la Eurocámara, Dolors Montserrat, ha pedido “una Europa más fuerte para que crezca económicamente y cree empleo; unida desde el Estado de derecho para hacer frente a los nacionalismos y populismos que la amenazan, y más segura para que defienda nuestras fronteras exteriores, luche contra el terrorismo y defienda las democracias en el mundo”.

Dacian Ciolos, presidente del grupo liberal (Renew Europe, el grupo de Cs y PNV), que en las negociaciones ha logrado la presidencia del Consejo Europeo –Charles Michel– y la vicepresidencia de Margrethe Vestager, expresó su apoyo a la nueva Comisión y expresó un deseo: “Pido que nos muestre tres cosas: que sea viva, apasionada y ambiciosa, es la única manera de preparar a Europa”.

Los verdes, sin embargo, se abstendrán mayoritariamente, si bien el español Ernes Urtasun (Catalunya en Comú) ha votado en contra, en sintonía con sus compañeros de candidatura de Unidas Podemos. “A pesar de contar con algunos excelentes representantes, Catalunya en Comú ha decido votar en contra del colegio de comisarios. Hay algunos peajes que lo hacen inviable: el más visible y obvio, haber dejado la política de vecindad en manos de un hombre de Víctor Orban, algo que podemos pagar muy caro como nos recuerda todos los días el primer ministro húngaro a través de sus declaraciones. Pero nos preocupan también las carteras de demografía, o la cartera de 'modo de vida europeo”, ha dicho Urtasun.

A pesar de que el debate climático ha entrado de lleno en la agenda de la política europea actual, el grupo verde echa de menos concreción. Su presidenta, Ska Keller, ha sido dura con este asunto, pero también con miembros de la Comisión discutidos.

“¿Van a estar a la altura de los retos?”, se ha preguntado Keller: “Eso requiere valor, convicciones, y durante las audiencias lo hemos visto, pero no en todos ni en todos los temas. Si no hay voluntad de cambiar la agricultura ni la política comercial... Necesitamos una agenda verde ambiciosa, de lo contrario. cualquier política del clima estará desnuda”.

“Es una situación sin precedentes”, ha proseguido señalando al francés Thierry Breton, “un CEO de una de las empresas más importantes va a ser comisario de economía digital y el conflicto de intereses puede poner en peligro la cartera. No podemos aceptar que haya este tipo de conflictos”.

“No le podemos apoyar como Comisión”, ha proseguido Keller, “pero estamos dispuestos a colaborar cuando adopten iniciativas, estaremos encantados de cooperar, encontrará un socio constructivo, pero también seremos críticos. El clima, la desigualdad social no pueden esperar”.

“Los pueblos y el planeta merecen más”, ha resumido la copresidenta del GUE, Manon Aubry, grupo en el que se integran Podemos e IU y que ha votado en contra de la Comisión Europea –que incluye a Borrell–. “Lo hemos dicho desde el principio: No es una cuestión de nombres, no es una cuestión de género, ni una cuestión de lo bonito que es el título de las diferentes carteras del colegio de comisarios. Nuestra decisión es política, y en cuanto a políticas, esta Comisión va a profundizar en las mismas recetas que han disparado la desigualdad, la precariedad y la pobreza en Europa”, ha advertido la portavoz de IU en la Eurocámara, Sira Rego.

“Es importante apostar con valentía por una Europa social, que haya derechos sociales mínimos que todos los europeos y europeas tengan en sus países. Estamos viendo cómo la actual Comisión va a seguir una línea continuista en políticas de recortes y creemos que hay que apostar por una Europa social, verde y feminista, y es difícil hacerlo con muchos de los comisarios propuestos”, ha explicado la eurodiputada de Podemos Idoia Villanueva, responsable de Internacional del partido.

Los ultraconservadores del ECR se han dividido: los polacos, del gobernante PiS, han apoyado mayoritariamente a una Comisión que cuenta con un miembro de su partido, mientras que otros, como Vox, han expresado su rechazo. Al igual que el grupo de la extrema derecha Identidad y Democracia, que integra a los eurodiputados de Matteo Salvini y Marine Le Pen, entre otros. El M5S, en el grupo de los No Inscritos, ha votado a favor de la Comisión Europea.

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