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The Guardian en español

A la caza del líder del Estado Islámico, Bakr al-Baghdadi

Un retrato del líder del Estado Islámico, Bakr al-Baghdadi.

Martin Chulov/ Spencer Ackerman

Sinjar —

Si se aproximan todo lo posible al feudo del Estado Islámico (EI), los peshmerga, el brazo armado del gobierno regional kurdo, prácticamente pueden sentir a su enemigo. A menudo, los combatientes del EI disparan con morteros o balas en la línea de fuego, situada a unos 16 kilómetros de Sinjar. A veces incluso se arrastran por la hierba durante horas hasta que están lo suficientemente cerca como para disparar.

A unos cuantos kilómetros al sur, algunos de los más altos dirigentes del EI celebran encuentros periódicos en las aldeas de hormigón gris del Kurdistán iraquí, donde el grupo terrorista ha ido ganando posiciones. Durante más de una década, pudieron entrar y salir de esta zona de Irak de forma completamente segura. Según los kurdos que observan en el terreno y los servicios de inteligencia que controlan desde otros puntos estratégicos, uno de los que se mueve con total libertad entre las localidades de Ba’ej y Billij es el hombre más buscado del mundo, Abu Bakr al-Baghdadi.

Los servicios de inteligencia, que en los últimos dos años han intentado seguir todos y cada uno de los movimientos de Baghdadi, ahora están convencidos de que se mueve en esta reducida zona que abarca el noroeste de Irak y el noreste de Siria. Creen que ha permanecido aquí prácticamente todo el tiempo y que se ha autoproclamado líder. 

Los agentes kurdos y de Occidente, los miembros más estacados del EI y otros que forman parte del círculo de Baghdadi aseguran que a partir de marzo del año pasado Baghdadi permaneció en Ba’ej durante seis meses seguidos, ya que se recuperaba de las graves heridas que sufrió en un bombardeo. Solo un grupo muy reducido de amigos y de enemigos sabía que el hombre había sido alcanzado por un misil. 

Los servicios de inteligencia y los líderes Peshmerga que se encuentran en el norte de Irak aseguran que en las últimas semanas Baghdadi se ha movido a sus anchas por el noroeste del país, especialmente cerca de Ba’ej y Tal Afar. “Se mueve mucho”, indica un alto mando de los servicios de inteligencia: “También va a Mosul”.

“Confiscan todos los teléfonos”

En primera línea, al sur de Sinjar, que en noviembre fue retomada por las fuerzas kurdas con el apoyo aéreo de Estados Unidos, el teniente coronel Khalid Hamza señala que está seguro de que Baghdadi viajó a Ba’ej hace dos meses. “Tenemos información muy precisa de una fuente de la ciudad y sabemos que estuvo con los Wali (líderes locales del EI)”, indica ante una berma de tierra cuya función es impedir que los francotiradores del EI que se encuentran a unos cuatro kilómetros puedan alcanzarlos.

Al oeste de donde se encuentra Hamza, un depósito de agua gigante se alza sobre Ba’ej, que se divisa en el horizonte. También destacan tres fosas comunes, con los restos de unas 150 mujeres yazidíes que los soldados del EI descartaron como esclavas cuando masacraron Sinjar tras su paso por Ba’ej y Billij en agosto de 2014. 

“Las tribus lo apoyan”, explica Hamza: “Son muy leales. Sabemos cuándo va a la ciudad ya que confiscan los teléfonos de todo el mundo unas horas antes de su llegada. No quieren que nadie haga una llamada”.

Cerca de él hay un vigía peshmerga cuyo trabajo consiste en autorizar bombardeos proporcionando las coordenadas de GPS. En la muñeca lleva un aparato que se asemeja a un reloj, con una amplia pantalla. Lo llaman prácticamente todos los días para que movilice a los aviones de combate que atacan a los miembros del EI que avanzan por una carretera recta hacia la primera línea de fuego a gran velocidad o que se arrastran sigilosamente por la hierba para estar lo suficientemente cerca como para poder disparar. 

Tras una batalla de más de dos años contra el EI, unos 15 miembros destacados del grupo han sido alcanzados por los misiles, entre ellos, Abu Muslim al-Turkmani y Abu Ali al-Anbari, que habían sido los hombres de confianza de Baghdadi, y Omar al-Shishani, el responsable del programa de armas químicas del grupo en Irak, Abu Malik y muchos otros líderes regionales en las provincias de Anbar y Nineveh. El año pasado, Baghdadi también estuvo a punto de morir.

El herido secreto

Una investigación de The Guardian llevada a cabo a lo largo del año confirma que Baghdadi fue herido de gravedad durante el ataque aéreo. Se trata de uno de los secretos mejor guardados no solo por el grupo terrorista sino también por sus enemigos. Todo parece indicar que Baghdadi no era el blanco de ataque.

La investigación de The Guardian ha conseguido reunir toda la información relativa al ataque, la lenta recuperación de Baghdadi, su recuperado protagonismo en las comunidades del EI y los nuevos esfuerzos por garantizar que conseguirán alcanzarlo la próxima vez que lo intenten.

Un responsable de los servicios de inteligencia en la región ha confirmado que Baghdadi fue herido cerca de la pequeña localidad iraquí de Shurgat, situada en la orilla del río Tigris, a unos 300 kilómetros al norte de Bagdad. The Guardian ha contactado con ocho fuentes distintas que conocen de primera mano el estado de salud de Baghdadi. Confirmaron que fue herido de gravedad en la zona lumbar y que durante meses se quedó sin movilidad.

Solo un reducido grupo de doctores y enfermeras estaban al corriente de su estado. Salvo los altos mandos del EI, el resto del grupo no estaba al corriente de su problema. A algunas personas de su confianza que lo conocen desde antes de la formación del grupo terrorista les pareció extraño que dejara de asistir a las reuniones. 

Un destacado miembro del EI y las autoridades iraquíes en Bagdad habían llegado a creer que el bombardeo tuvo lugar el 18 de marzo del año pasado cerca de la frontera con Siria. Lo cierto es que el ataque se produjo en esas fechas pero a unos 180 kilómetros al Este.

Una de las fuentes de The Guardian es un miembro veterano de la legión extranjera del EI en Uzbekistán, Hamid Khalilov. Estuvo destacado cerca de Dabiq, en Siria, con Shishani, el comandante del grupo terrorista en el norte de Siria, que murió en un bombardeo hace dos meses. Khalilov fue capturado en Baiji, cerca de Shurgat, en agosto de 2015 y explicó que había estado con Baghdadi cerca de Shurgat y en la localidad de Ba’ej, en el noroeste de Irak, donde recibía tratamiento médico. Khalilov ha proporcionado detalles de sus reuniones con Baghdadi a los servicios de inteligencia de Irak. También ha respondido las preguntas de The Guardian

Un segundo prisionero, que fue capturado cerca de Shurgat, ha descrito con todo detalle las heridas de Baghdadi a los interrogadores estadounidenses e iraquíes. También lo ha hecho un tercer hombre que ve al líder del EI de forma habitual y que ha pedido que su identidad permanezca oculta. The Guardian ha confirmado la identidad de esta fuente.

Una cuarta fuente es un alto mando del EI con el que The Guardian ha estado en contacto a lo largo de los años. La información proporcionada por los cuatro hombres ha sido confirmada por un responsable de los servicios de inteligencia regionales y por dos gobiernos de Occidente con acceso a información detallada de los ataques aéreos y de la recuperación de Baghdadi. Ninguno de ellos quiso que se mencionara su nombre, alegando reticencias de otros servicios de inteligencia aliados.  



“Sé que fue herido. Fue fortuito y no resultó mortal”, indica una fuente de los servicios de inteligencia: “ahora ya va de un sitio a otro pero fueron muchos meses de recuperación. Y ahora comprendemos sus movimientos mejor que antes”, señala una fuente de los servicios de inteligencia. “Los servicios de inteligencia iraquíes ya saben lo que pasó”, indica el académico radicado en Bagdad y experto sobre el EI, Hisham al-Hashimi: “Se tardó mucho en poder confirmar la información proporcionada por Estados Unidos pero finalmente se ha logrado”.

El grupo de los “cinco ojos”, integrado por Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, ha compartido la información relativa al estado de salud de Baghdadi; también con sus aliados en Oriente Medio, incluyendo los kurdos, Irak, Arabia Saudí y los países del Golfo. 

Sin embargo, existe una fractura entre los oficiales de inteligencia que son partidarios de divulgar los detalles y los responsables políticos, que tienen reticencias. La discusión se centra en cómo va a reaccionar la opinión pública si descubre que se llevó a cabo un ataque fallido y que Baghdadi fue herido de forma fortuita. 

“Realmente, no te puedo contar por qué nadie quiere hablar de esto, no lo sé”, indica un alto mando que tiene pleno conocimiento de lo sucedido: “Sí que sé que ha habido un debate sobre si hablar de ello beneficia a Baghdadi, ya que podría presumir de haber sobrevivido y si el hecho de que se crezca supera la importancia que tiene para nosotros decir que hemos sido los primeros en alcanzarlo”. “Lo que sí sabemos es que a finales de año ya se había recuperado”, señala.

En declaraciones a The Guardian, un oficial de Estados Unidos volvió a negar que tenga conocimiento de un ataque dirigido a Baghdadi: “No disponemos de información veraz que nos permita afirmar que al-Baghdadi resultó herido en un ataque”, dijo en un comunicado: “Los servicios de inteligencia creen que Baghdadi es el emir del EI y el líder del grupo, y el papel que creemos que desempeña coincide con la propaganda del grupo terrorista”. 

Los servicios de inteligencia en el Kurdistán iraquí y en Europa creen que, ahora que ya está prácticamente recuperado, Baghdadi se mueve constantemente entre el norte de Irak y el noreste de Siria. En los últimos seis meses, se ha confirmado que ha estado en Shadadi, en Siria, y en la localidad fronteriza de Boukamel. También es bastante seguro que viajó a Ba’ej, Abbasia y Tal Afar, en el noroeste de Irak, y a Mosul, donde en junio de 2014 se autoproclamó califa del llamado Estado Islámico durante una comparecencia pública en la mezquita al-Nouri. 

En Sinjar, el teniente coronel Qassem, el líder del equipo de seguridad local conocido con el nombre de Asseyesh indica que: “Tenemos nuestras fuentes. Cuando Baghdadi está aquí, lo sabemos. Por ejemplo, unas tres semanas atrás, los miembros del Estado Islámico en Tal Afar empezaron a comportarse de una forma extraña; dejaron todos sus coches en la calle y ellos también salieron a la calle. Era evidente que algo pasaba y llamamos a los estadounidenses. Coincidieron con nosotros pero nos dijeron: no podemos atacar indiscriminadamente. Nos tenéis que dar un objetivo concreto”.

“También sé a ciencia cierta que ha regresado a Abassia para orar. Se alojó en una pequeña cabaña en las afueras de la localidad. De esto estamos seguros. Sabemos de sus idas y venidas”, indica. 

La campaña aérea se lleva a cabo con diferentes tipos de señales de inteligencia, que se consiguen interceptando llamadas telefónicas y mensajes, así como correos electrónicos y SMS. Un exoficial del servicio de Inteligencia de Estados Unidos ha explicado a The Guardian que la unidad de tecnología de la información del Estado Islámico está en manos de unas 30 personas, encargadas de establecer una comunicación segura entre el llamado califato y los miembros de la organización en el resto del mundo. 

“Los mejores son excelentes, no tienen nada que envidiar a nuestros expertos”, ha indicado la fuente: “Otros, son bastante chapuceros”. Tal Afar, Billij y Ba’ej reciben la señal de las torres de telefonía instaladas en la región kurda. Y si bien el Estado Islámico ha destruido algunas torres, los residentes de estas aldeas todavía pueden acceder a la red de telefonía kurda, con lo cual las fuentes pueden contactar con los agentes kurdos. 

“Al final, será nuestro”, afirma uno de los oficiales kurdos de Sinjar: “Estas aldeas te pueden parecer que le son leales pero lo cierto es que no todos sus habitantes lo son”.

Traducción de Emma Reverter

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