Los niños asesinados en Filipinas son “daños colaterales” de la guerra contra las drogas
Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas, se ha referido a la gente inocente y a los niños como “daños colaterales” en su guerra contra las drogas porque la policía utiliza armas automáticas cuando se enfrenta a criminales. Cuando le preguntaron por los niños inmersos en esa ola de violencia en una entrevista con al-Jazeera, el mandatario dijo que esos casos serían investigados, pero añadió que la policía puede matar a cientos de civiles sin responsabilidad penal.
También dio hipotéticos ejemplos de un oficial utilizando un rifle de asalto M16 cuando trata con un “gánster” que empuña un revólver. “Cuando se encuentran, intercambian disparos. Con la policía y los M16, es una ráfaga, brrrr, e impacta sobre 1.000 personas y mueren”.
“No podría ser negligencia porque estás salvando tu vida. No podría ser imprudencia porque te estás defendiendo”, explica.
Después, Duterte comparó el asesinato de inocentes en Filipinas con los ataques de EEUU en las guerras de Vietnam y Afganistán, donde se asesinan civiles durante los ataques aéreos sobre rebeldes. “Cuando tu bombardeas un pueblo, intentas matar a los rebeldes pero también matas a niños allí... ¿por qué para Occidente eso son daños colaterales y para nosotros es asesinato?”
Las fuerzas policiales filipinas y los grupos de vigilancia han asesinado a más de 3.800 personas desde que Duterte tomó el cargo el pasado 30 de junio, como parte de una guerra contra las drogas que él asegura que salvará al país. Unas 1.500 personas murieron en operaciones policiales, pero la mayoría de los asesinatos han sido obra de grupos armados que Duterte, en ocasiones, ha animado públicamente.
Sus críticos dicen que el presidente ha permitido una atmósfera de impunidad que ha posibilitado que las bandas armadas puedan llevar a cabo venganzas sin represalias.
De todos modos, el presidente ha arremetido contra cualquier crítica por parte de las organizaciones locales de derechos humanos y contra los gobiernos extranjeros por su brutal represión. “Tenemos tres millones de adictos a las drogas y esto sigue creciendo. Por lo que, si no acabamos con este problema, la próxima generación tendrá serios problemas”, aseguró.
“Si destrozas mi país, te mataré. Y eso es algo legítimo. Si destruyes a nuestros jóvenes, te mataré. Se trata de una declaración legítima. No hay nada de malo en tratar de preservar los intereses de la siguiente generación”, apuntó. “En mi país no hay leyes que digan que no puedo amenazar a criminales. ”No me importa lo que digan los chicos de derechos humanos. Tengo la obligación de preservar la generación. Si eso compromete los derechos humanos, me importa una mierda. Tengo que infundir miedo“, concluyó.
Traducido por Cristina Armunia Berges