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Las ciudades europeas apuestan por las bicicletas para mejorar la salud pública y atraer turistas en la vida post-pandemia

Carril bici en la calle Aragó de Barcelona, inaugurado el pasado diciembre.

Laura Laker

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Hace un año, cuando la pandemia del coronavirus obligó a decretar confinamientos, cientos de ciudades reconfiguraron sus calles para facilitar el tránsito de peatones y bicicletas con el objetivo de ayudar al distanciamiento social y reducir la contaminación del aire. Ahora, con el final de los confinamientos a la vista, las medidas han demostrado ser tan exitosas que ciudades de toda Europa están apostando por las bicicletas como punta de lanza en la recuperación.

Según la Federación Europea de Ciclistas (ECF), en 2020, las ciudades del continente invirtieron 1.000 millones de euros en medidas relacionadas al ciclismo a causa de la crisis sanitaria, creando al menos 1.000 kilómetros de vías ciclistas, adoptando medidas para suavizar el tráfico y promoviendo calles libres de coches.

Es más, no han sido solo los “sospechosos habituales”, Dinamarca y los Países Bajos, los que pasaron a la acción, sino también sitios con una infraestructura deficiente. La pandemia dejó en evidencia una demanda latente por una buena estructura que permitiese caminar y montar en bicicleta por las ciudades y presentó la oportunidad de “reconstruir mejor”, como suelen decir los políticos. Ahora, muchas ciudades están acelerando planes que ya tenían para hacer justamente eso.

“En gran medida la pandemia solamente aceleró algunos procesos”, dice Aleksander Buczyński, de ECF. “Las ciudades que hicieron vías ciclistas provisionales buenas tuvieron gran aceptación por parte de sus habitantes, aunque no fuera uniforme”.

El aumento de carriles bici en Barcelona

En Barcelona el uso del transporte público durante la pandemia cayó en un 50% y el uso del coche privado solo cayó en un 10%. En una ciudad donde mucha gente con coche antes solo lo utilizaba los fines de semana, esto era un desastre de atascos a punto de estallar.

Durante el verano de 2020, se instalaron unos 20 kilómetros de carriles bici provisionales para tapar agujeros de la red de vías ciclistas y animar a la gente que quería evitar el transporte público a usar la bicicleta. Luego se añadieron seis kilómetros más. Actualmente, el uso de la bicicleta ha aumentado en un 10% por encima de los niveles pre-pandémicos.

El Ayuntamiento de Barcelona está acelerando la construcción de 160 kilómetros de vías ciclistas nuevas o mejoradas, con el objetivo de que la red supere los 300 kilómetros en 2024. Así también se prepara el terreno para el programa Superbloques, dentro del cual las vías ciclistas son un elemento esencial y parte de los objetivos para reducir el uso de los coches en un 25% hacia 2024.

El auge del ciclismo en todo Europa

En abril de 2020, Milán lanzó el programa Calles Abiertas, con una propuesta de 35 kilómetros de nuevas vías ciclistas proyectadas y áreas con prioridad para peatones. El carril bici de Corso Buenos Aires es actualmente el más utilizado de la ciudad, con un tránsito de hasta 10.000 ciclistas al día, una cifra que aumentó en un 122% en unos pocos meses. Ahora Milán ha expandido el programa a 67 kilómetros y espera llegar a 100 kilómetros este verano. 

En París, las calles donde antes predominaban los coches ahora están llenas de bicicletas. Desde la primavera de 2020, se calcula que el uso de la bicicleta ha aumentado en un 70%, y 50 kilómetros de “coronapistes” provisionales se convertirán en permanentes y seguirán creciendo. La proporción de mujeres que usan la bicicleta ha aumentado y un sondeo reciente concluyó que el 62% de los vecinos quiere que los carriles bici sean permanentes. 

El año pasado, después de su reelección, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se propuso acelerar aún más los planes de vías ciclistas. Según la ECF, París ya ha concretado 160 kilómetros de carriles bici de los 320 que tiene planificados.

Lisboa está en proceso de casi duplicar su red de 105 kilómetros de vías ciclistas para llegar a 200 kilómetros este año, comenzando por carriles bici provisionales para luego crear carriles protegidos. Al igual que en Barcelona, esto es parte de un proyecto a largo plazo para promover que la gente camine y use la bicicleta, hacerle frente a la contaminación ambiental y reducir el impacto de las olas de calor, junto con otras medidas para aumentar la cantidad de sombra en las calles.

Lisboa también ha aumentado las zonas con una velocidad máxima de 30 km/h, las zonas para peatones, los espacios para aparcar bicicletas y la vegetación. En un año, el uso de bicicletas ha aumentado en un 25% y la proporción de mujeres que hacen uso de la bicicleta también ha crecido.

Ganas de ir en bici y caminar más

En un sondeo realizado en 21 ciudades europeas, el 64% de los encuestados dijeron que no quieren volver a los niveles de contaminación del aire previos a la pandemia, que en muchas ciudades además son ilegales. Tres cuartos de las personas encuestadas estarían dispuestas a que se reasignen espacios públicos destinados a los coches a espacio para ir en bici o caminando, mientras que el 21% dijo que piensa usar más la bicicleta después del confinamiento y el 35% planea caminar más.

Desde el comienzo de la pandemia, Londres ha comenzado a trabajar para sumar 100 kilómetros de vías ciclistas, y los datos de enero del transporte en la ciudad muestran que el uso de bicicletas ha aumentado en un 22% en el área del exterior desde 2019. Entre abril y junio de 2020, casi la mitad de todos los traslados se hicieron andando o en bici, lo cual representa un aumento del 29% comparado con tiempos pre-pandémicos.

Will Norman, comisionado de peatones y ciclistas de Londres, dice: “Es esencial que sigamos construyendo sobre este legado positivo que nos deja la pandemia, en lugar de volver a tener las calles repletas de coches, lo cual podría significar pasar de una crisis de salud pública a otra por la mala calidad del aire”.

En 2020, Bruselas aprobó 60 kilómetros de vías ciclistas provisionales, aumentando los “ciclistas activos” en un 87%, y ahora Bélgica busca extender su plan de carreteras ciclistas entre pueblos y ciudades. El Gobierno flamenco subió la apuesta en marzo de 2021 al anunciar un paquete de medidas para ciclistas de 150 millones de euros, llevando su inversión per capita a 22 euros anuales (por comparar, Reino Unido gasta el equivalente a unos ocho euros por persona).

Oportunidad turística

El auge del cicloturismo es común toda Europa, entre otras cosas porque las restricciones a los viajes han limitado mucho otro tipo de excursiones. Como parte de esta recuperación, Italia piensa invertir para construir más de 1.600 kilómetros de caminos para cicloturismo además de 1.000 kilómetros de carriles bici para ciudades y sus áreas metropolitanas.

El verano pasado, Cracovia instaló un puñado de carriles bici que duplicaron los niveles de uso de bicicletas, ya que muchas personas se pasaron del transporte público a la bici. Ahora, la ciudad ha desarrollado un plan a cinco años para expandir la red de vías ciclistas aún más

“La gente dice que a los Países Bajos o a Dinamarca les llevó 30 o 50 años construir su infraestructura para el ciclismo, pero nosotros no disponemos de tanto tiempo”, dice Buczyński. “Tenemos una emergencia climática, que no va a esperar 50 años. Debemos cambiar el sistema de transporte rápidamente, y será muy difícil si la bicicleta no se convierte en una opción viable para todos”. 

“Debemos hacerlo con prisa, quizás no en un par de meses pero sí en un par de años”.

Traducido por Lucía Balducci.

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