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The Guardian en español

Un exalcalde millonario en su cruzada mundial por la vida sana

En su etapa como alcalde, Bloomberg pidió a los restaurantes vetar voluntariamente los refrescos gigantes.

Sarah Boseley

En su etapa como alcalde de Nueva York, el multimillonario Michael Bloomberg luchó por prohibir la venta de refrescos gigantes y otras bebidas azucaradas. Acabó siendo odiado por la industria azucarera y la del tabaco, con las que finalmente perdió el pulso. Aunque él no lo ve así.

“Realmente ganamos aquella batalla”, explica. “Siempre he pensado que si no nos hubiesen parado los tribunales este tema hubiese muerto. Nadie hubiese sabido de ello. Pero el hecho de que continuase apareciendo en los periódicos fue un regalo oculto porque la gente empezó a pensar 'santo Dios, a lo mejor las bebidas azucaradas son malas para mí”.

“Así que lo que ha pasado es que el consumo de bebidas azucaradas ha bajado notablemente en todo el mundo. Si hubiésemos ganado el caso, creo que la bajada hubiese sido menor”, explica el exalcalde.

Bloomberg puso mucho el foco de su gestión en la salud pública, impulsando una de las primeras prohibiciones de fumar en bares y restaurantes, en 2003. Desde entonces, el exalcalde ha ampliado su esfera de influencia financiando a través de su fundación benéfica exitosas campañas para cobrar impuestos al azúcar en México y establecer restricciones al tabaco en todo el mundo.

Ahora, nombrado el año pasado como embajador global de la Organización Mundial de la Salud para enfermedades no contagiosas, la octava persona más rica del mundo —tiene aproximadamente 43.000 millones de euros— piensa llevar su filosofía y su dinero a 40 ciudades en todo el mundo.

Su oferta, aceptada hasta ahora por 40 ciudades y lanzada oficialmente este martes, es una ayuda de 4,5 millones de euros en asistencia de Bloomberg Philanthropies así como apoyo técnico a las ciudades que elijan centrarse en uno de los 10 puntos de vida saludable, incluido el límite al consumo de bebidas azucaradas, la contaminación del aire, la promoción del ejercicio y la prohibición al tabaco. Entre las ciudades beneficiarias están la rica Melbourne (Australia), Cali y Medellín (Colombia), Accra (Gana), Ulaanbaatar (Mongolia), Katmandú (Nepal) y Kampala (Uganda).

Los gobiernos nacionales y regionales recaudan impuestos, pero son los ayuntamientos de las ciudades los que ponen en práctica las medidas. El 50% de las personas vive actualmente en ciudades y se estima que esta proporción crezca hasta un 70% en la próxima década. “Las ciudades viven un momento crucial”, declara Bloomberg a the Guardian. “Los problemas están en las ciudades y las soluciones están en las ciudades”, añade.

El reto de las ciudades pobres

Bloomberg es optimista. Ganó su dinero en servicios financieros globales y ha sido demócrata, republicano e independiente en diferentes ocasiones. El exalcalde cree que la guerra contra el azúcar y el tabaco —en la cual su fundación es un referente— se está ganando.

“En algunas partes del mundo claramente sí y especialmente en relación al tabaco”, explica. “En Europa nadie hubiese pensado que la gente no insistiría en fumar en un bar irlandés, en un pub o en un restaurante italiano, pero la campaña contra el tabaco ha funcionado y el consumo en toda Europa occidental, América del Norte, América del Sur e incluso en China se ha reducido.

“Pero hay lugares en los que vive la gente pobre donde siguen fumando y dañando sus pulmones. Van a morir jóvenes. Está en nuestras manos mantener esta batalla. La batalla contra el azúcar está un poco menos desarrollada pero sigue en marcha”, explica el magnate.

Su foco está en los problemas de salud no contagiosos más conocidos —ello incluye la contaminación del aire, los accidentes de tráfico, los cigarros y la mala comida, entre otros. Las ciudades en países pobres pueden argumentar que tienen otros muchos problemas como para gastar el tiempo en bebidas azucaradas. Sin embargo, explica Bloomberg, la pobreza, la mala salud y la mala educación están interconectados. “Será más difícil ganarte a la población porque no entienden bien el daño que están haciendo a su propia salud. Pero ese es el reto. Las ciudades donde es fácil probablemente ya hayan abordado el problema”, explica.

“No recuerdo a nadie oponiéndose a la prohibición de fumar cuando la impusimos, aunque mucha gente me insultaba por la calle”, señala. “Si hubiese una solución fácil a un problema complejo, no tendríamos ese problema. Si quieres mejorar la situación, vas a tener que hacer cosas que son difíciles”, añade.

Las ciudades que se comprometen con la Asociación de Ciudades Saludables pueden elegir entre limitar el consumo de bebidas azucaradas, aprobar leyes para prohibir el tabaco en espacios públicos o prohibir la publicidad de tabaco, recortar los niveles de sal en la comida, utilizar combustibles más limpios, fomentar el transporte a pie y en bicicleta, reducir los límites de velocidad, fomentar el uso del casco y cinturones, limitar las bebidas al volante o elaborar un estudio para recaudar información sobre los riesgos a la salud del estilo de vida de la población.

Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, ha sido una de las primeras ciudades en entrar en el acuerdo y se centrará en reducir el consumo de bebidas azucaradas. Su alcaldesa, Patricia de Lille, afirma que se enfrentan a una diabetes de Tipo Dos causada por la obesidad. “La diabetes es un asesino silencioso”, indica De Lille. “No tenemos el lujo de poder probar y fracasar. Desafortunadamente tenemos que acertar a la primera”.

Londres ha afirmado que también quiere participar, aunque no ha revelado en qué asunto se centrará. Es una ciudad con la que Bloomberg afirma que tiene “una relación compleja” —su exmujer es británica y sus hijas tienen la doble nacionalidad. Tiene un título de caballero de la reina. También tiene una condecoración de la ciudad de Londres—. “Tengo el derecho de cruzar el puente de Londres con ovejas y, antes de morir, lo quiero hacer en hora punta, solo para ver qué ocurre”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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