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The Guardian en español

Siete claves sobre la invasión de Irak desveladas por el informe Chilcot

Las conclusiones de la investigación sobre la invasión de Irak son demoledoras para el exprimer ministro británico Tony Blair.

The Guardian

La investigación Chilcot ha proporcionado un veredicto condenatorio sobre la decisión del exprimer ministro Tony Blair de comprometer a las tropas británicas en invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003. Esto es lo que ha dicho:

Reino Unido decidió unirse a la invasión antes de que se agotaran las opciones pacíficas

Chilcot es fulminante sobre la decisión de Blair de sumarse a la invasión estadounidense. “Hemos concluido que Reino Unido decidió unirse a la invasión de Irak antes de que se agotaran las opciones pacíficas para el desarme. La acción militar en aquel momento no fue un último recurso”, ha afirmado.

Blair exageró deliberadamente la amenaza que suponía Sadam Hussein

Chilcot considera que Blair exageró de forma deliberada la amenaza que suponía el régimen iraquí cuando aspiraba a defender la acción militar ante el Parlamento y la sociedad en el proceso previo a la invasión, durante 2002 y 2003. El entonces primer ministro desoyó las advertencias sobre las posibles consecuencias de la acción militar y confió demasiado en sus propias convicciones, más que en las consideraciones más matizadas de los servicios de inteligencia. “Las valoraciones sobre las capacidades de Irak se presentaron con una seguridad que no estaba justificada”, dice el informe.

George Bush ignoró en gran medida los consejos de Reino Unido sobre la planificación de la posguerra

La investigación ha concluido que el gobierno de Bush ignoró en repetidas ocasiones los consejos de Reino Unido sobre cómo supervisar a Irak después de la invasión, incluyendo la implicación de Naciones Unidas, el control del dinero del petróleo iraquí y hasta qué punto la seguridad debería estar en el centro de la operación militar. La investigación critica específicamente la forma en que Estados Unidos desmanteló el aparato de seguridad del Ejército de Sadam Hussein y califica de fracaso estratégico la invasión completa.

No había una amenaza inminente de Sadam

Irán, Corea del Norte y Libia se consideraban amenazas mayores en términos de la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas. El Comité Conjunto de Inteligencia de Reino Unido creía que Irak tardaría cinco años, tras el levantamiento de las sanciones, en producir suficiente material fisible para un arma, según ha hallado la investigación. La estrategia británica previa de contención se podría haber adoptado y continuado durante algún tiempo.

Las agencias británicas de inteligencia produjeron “información deficiente”

El informe Chilcot identifica una serie de grandes errores por parte de los servicios de inteligencia británicos que produjeron información “deficiente” sobre las presuntas armas de destrucción masiva de Sadam, la base de la entrada en la guerra. Chilcot dice que la comunidad de inteligencia trabajó desde el principio sobre el supuesto equivocado de que Sadam tenía armas de destrucción masiva y no hizo ningún intento de plantearse la posibilidad de que se hubiera deshecho de ellas, como había ocurrido.

Las fuerzas armadas británicas estaban mal equipadas para esta tarea

La implicación militar de Reino Unido en Irak desembocó en la “humillante” decisión de llegar a acuerdos con milicias enemigas porque las fuerzas británicas estaban muy mal equipadas y había una planificación y preparación “totalmente insuficiente” para la vida después de Sadam Hussein, dice el informe Chilcot. El Ministerio de Defensa planeó la invasión a la carrera y fue lento en su reacción a las amenazas de seguridad sobre el terreno, en especial el uso de artefactos explosivos improvisados que mató a muchos militares, dice el informe.

Las relaciones Londres-Washington no se habrían dañado si Reino Unido no hubiera entrado en guerra

Chilcot rechaza la visión de que Reino Unido habría perdido influencia diplomática si se hubiera negado a entrar en la guerra. “Blair tenía razón al sopesar con mucho cuidado las posibles consecuencias para la alianza general con Estados Unidos”, dice el informe. Pero añade: “Que Reino Unido se hubiera negado a unirse a Estados Unidos en la guerra no habría llevado a un cambio fundamental ni duradero en la relación entre Londres y Washington”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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