Los jóvenes londinenses se ven obligados a convivir con la amenaza de las armas blancas
Uno por uno, los niños que hay en la sala se levantan y actúan frente a sus compañeros y familiares –una canción de Frozen, un monólogo de una obra de teatro, una broma digna de una fiesta familiar de Navidad– mientras el público observa con un silencio respetuoso. Junto a la pasión por las artes escénicas, los chicos y chicas que participan en el concurso de talentos Croydon BME Forum tienen algo más en común: de una manera u otra sus vidas se han visto afectadas por ataques cometidos con armas blancas.
Esta no es la razón por la que se han reunido. El acto ha sido organizado por el grupo juvenil Music Relief Foundation, que trata de utilizar la creatividad para liberar el potencial de la gente joven. Es una realidad dolorosa, pero lo cierto es que si eres un adolescente en Londres, tú o alguien a quien conoces va a tener una historia que contar sobre la violencia con navajas o puñales.
Además de historias de personas apuñaladas, los chicos tienen ideas muy firmes sobre cómo puede abordarse el problema. Algunos consideran este tipo de delitos como una epidemia.
Después de cantar una conmovedora versión de 'Killing Me Softly', Nia Shaw (de 18 años) cuenta a the Guardian que conoce al principal sospechoso del asesinato de Kyall Parnell, un chico de 17 años apuñalado en Tulse Hill el día de Nochevieja. El chico de 16 años, que ha sido arrestado, vive a dos minutos de su casa. “Pasa constantemente, pero nunca te lo esperas cuando se trata de alguien que conoces”, explica. “Nunca pensé que fuese un chico que llevase un cuchillo u otro tipo de arma. Ahora lo siento tan cerca de casa”.
Parnell fue uno de los cuatro jóvenes asesinados a puñaladas en un espacio de tiempo de quince horas en torno a Año Nuevo. La oleada de apuñalamientos por todo Londres ha hecho que el problema de los delitos con cuchillos o navajas vuelvan otra vez a primera línea. Es una historia que no deja de repetirse.
Un factor es la pobreza
Nia, que vive en Tulse Hill y va al instituto Richmond-upon-Thames, dice que está muy inquieta por los recientes apuñalamientos. “Siento como si no tuvieran realmente un objetivo, simplemente es gente inocente a la que le termina ocurriendo”. “Creo que uno de los factores tiene que ver con la pobreza”, apunta. Piensa que las penas por los delitos relacionados con cuchillos deberían ser más altas. “Sigue sucediendo. Pensar en el castigo debería impedir que cometieras ese error”.
Ella y muchos otros de sus amigos de la fundación defienden la existencia de clubes juveniles como una manera de ayudar a la gente joven a mejorar el uso de su tiempo libre. Pero Nia cree que estos clubes no pueden ser solo una sala de un centro comunitario en la que se deja la puerta abierta para que los jóvenes entren y salgan. “El club necesita más que un espacio o una habitación. Necesita tener instalaciones reales y que pongan en marcha actividades para los jóvenes”.
Javan Roberts, que tiene 15 años, va al famoso Brit School en Croydon, colegio al que fueron figuras como Adele y Amy Winehouse. En su escuela anterior, conoció a Jermaine Goupall, que murió con 15 años después de sufrir una puñalada en la pierna en Thornton Heath el año pasado. Javan se enteró de la muerte de su amigo por las redes sociales.
“Fue tan repentino e inesperado”, cuenta. “Simplemente entré en Snapchat, escuché algo, supe que había muerto. Me enteré y escribí una canción”. ¿Cuál es su mensaje? “El estribillo decía: 'A sangre fría, los hermanos no tienen amor'”.
Javan dice que ve y oye hablar de violencia con navajas casi todos los días. “Es algo que no cesa. Te enteras de que hay chicos que tratan de demostrarse algo a sí mismos, a veces lo que intentan es protegerse”. Pero él no se siente intimidado. “No estoy asustado. Algunas personas son un poco estúpidas en la forma en que se comportan. Yo no necesito actuar como un chico malo porque eso no es lo que soy”.
Kai Henderson, que tiene 13 años, era amigo de Michael Jonas, de 17, que murió acuchillado en Betts Park (en Anerley, al sur de Londres) el año pasado. “Le acuchillaron una semana después de verle por última vez. Me hizo sentir miedo. Si hubiera ido al parque con él, podría haberme pasado a mí. Todavía tengo un poco de miedo a ir allí”.
Se necesita personal de apoyo
Kai, que va al Orchard Park High en Croydon, ha oído hablar de chicos a los que han expulsado del colegio por llevar armas, pero no cree que esa sea la respuesta. “No está bien”, dice. “Los sacan de la escuela y los ponen en lugares en los que hay otros chicos conflictivos, sitios a los que van los chicos malos. Deberían permanecer en la escuela y tener acceso a personal de apoyo para que les ayuden”.
Angel Lowe, que tiene 12 años, interpretó un intenso monólogo de una obra de teatro que había estudiado en la escuela Gordon, un internado público. Se aloja allí de lunes a viernes antes de volver a su casa de South Norwood los fines de semana. “Cuando estoy en el colegio estoy a salvo de los crímenes con cuchillo. Pero cuando vuelvo a casa me acuerdo de ellos todo el rato”, señala.
Angel cuenta que el primo de su hermanastra fue apuñalado 14 veces en Peckham. “Tuvo mucha suerte, no murió”. Explica también que muchos de los que llevan a cabo estos ataques forman parte de un sector de la sociedad al que se ignora. “Puede que si hubiera alguien ahí escuchándoles, fuesen diferentes. Mucha gente siente que no es escuchada”. Cree que la policía que trabaja para frenar este tipo de delitos tendría que ser menos agresiva.
Joshua Jean-Pierre tiene 13 años, va al Harris Academy South Norwood y estuvo a punto de tener un incidente con una navaja. “Acabábamos de salir de clase, estábamos yendo al McDonald's. Mi amigo vio al chico que había intentado robarle en otra ocasión. Vino hacia nosotros y estaba a punto de sacar algo de su bolsillo. Sabíamos que iba a ser un cuchillo”.
Una persona que pasaba por allí intervino, solucionó lo que estaba pasando, pero se quedó verdaderamente asustado. ¿Quizás podría ir a la policía? “La policía ha entrado a nuestras escuelas y ha registrado nuestras mochilas. No me hace sentir segura. Muchos de nosotros tememos que la policía quizá ponga algo en nuestras mochilas y que después nos arresten. No confiamos en ellos”.
¿Y qué pasa con el Gobierno? “El Gobierno no hace nada por abordar este tipo de crímenes”, dice Joshua. “Gastan todo su tiempo y su dinero en el Brexit, y no invierten lo suficiente en la gente joven”.
Magdalene Adenaike tiene 37 años y fue la encargada de poner en marcha Music Relief Foundation. Al principio, esta asociación se creó para madres jóvenes después de que ella misma tuviera un hijo a los 18 años. Con el tiempo, se convirtió en una organización juvenil que tiene por objetivo llegar a los más jóvenes a través de la música.
“La gente joven es capaz de expresarse a través de la música”, apunta. “Es una manera poderosa y positiva de transmitir mensajes fuertes”. MRF tiene una campaña de concienciación de los crímenes con navajas llamada More than Able y la semana pasada algunos de sus representantes acudieron al Parlamento junto a la diputada por Croydon Sarah Jones.
Entre el público del concurso de talentos de MRF están los padres orgullosos de los niños que participan. La divertida abuela de Kai no puede resistirse a subir al escenario para recitar el poema de Maya Angelou 'Still I Rise'. Los niños la miran cautivados.
Es un momento cálido y mágico en el que el sentimiento de comunidad que hay en esa sala y la fragilidad que hay oculta, en especial tras las conversaciones con los jóvenes, quedan al descubierto.
Traducido por Cristina Armunia Berges