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The Guardian en español

El recluso que expuso las torturas en cárceles rusas con la filtración secreta de centenares de vídeos

Sergey Savelyev

Andrew Roth

Moscú —

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Los vídeos del hospital penitenciario de Rusia son demasiado horribles como para describirlos. En los peores, las víctimas atadas son violadas o penetradas por otros reclusos con objetos metálicos. Los gritos y abusos son grabados por una cámara corporal que después se utilizó como chantaje.

Sergey Savelyev dice haber pasado dos de sus años recluido en prisión copiando en secreto cientos de vídeos de violaciones y otros abusos extraídos de la red interna del hospital penitenciario, calificado por activistas como una de las cámaras de tortura más notorias del país.

“Siempre tenía miedo”, dice en una entrevista desde Francia, donde ha solicitado asilo. “Si alguna vez hubiera hablado sobre lo que estaba haciendo, no estaría hablando contigo hoy”.

Cuando fue puesto en libertad a comienzos de este año, se llevó un disco duro de dos terabytes lleno de cientos de vídeos y otros documentos copiados en una operación que describe como “un momento de extremo riesgo, el más peligroso”.

Pero la verdad es que siempre estuvo en peligro. Y sigue estándolo. Por esa razón, Savelyev se ha presentado públicamente como la fuente de la filtración probablemente más potente de vídeos y archivos secretos en la historia del sistema penitenciario ruso. “Si hubiera conservado el anonimato y los servicios de seguridad conocían mi identidad, mi liquidación física no habría causado conmoción”, dice. “Ahora es mucho más difícil [matarme]”.

Las revelaciones han motivado una investigación reticente en Rusia, donde las autoridades han castigado a distintos oficiales y un alto mando de la prisión de Saratov, una entre varias regiones reconocidas por el abuso penitenciario, ha dimitido. Pero también han apuntado en contra de Savelyev y publicado una orden de captura internacional. 

“De hecho, es una admisión de culpabilidad, una confesión”, dice Savelyev, señalando que la presión en su contra es “inevitable”. Ahora recibe amenazas constantemente . “Pero ese tipo de instrumento no funcionará conmigo”

“Tortura sistematizada”

Activistas de derechos humanos han documentado durante años casos de tortura y abuso sexual en las cárceles rusas, normalmente a partir de testimonios de testigos oculares o filtraciones poco frecuentes de grabaciones de cámaras de seguridad. Pero la amplia evidencia de primera mano entregada por Savelyev es revolucionaria, según Vladimir Osechkin, director de Gulagu.net, el grupo de defensa de los derechos de los presidiarios que comenzó a publicar los vídeos el mes pasado.

“Este tipo de filtración de información secreta nunca había sucedido en la historia de la Rusia moderna o en el espacio postsoviético”, dice Osechkin desde Francia, donde revisa los datos junto a Savelyev y otros activistas.

Osechkin dice que los nuevos registros documentales podrían identificar a más responsables directos de la tortura y del abuso en el hospital penitenciario de Saratov. Luego, indica Osechkin, planean enfocarse en los oficiales superiores de los servicios penitenciarios y de seguridad que cree que estuvieron involucrados en el intercambio de material para extorsionar y que ordenaban el abuso de reclusos a cambio de dinero.

Las grabaciones de los abusos, que Savelyev dice que fueron premeditadas y luego entregadas a autoridades penitenciarias o eliminadas, demuestran que “estas instancias de tortura, incluyendo las violaciones, fueron cometidas siguiendo órdenes y no fueron decisiones individuales”, dice Osechkin, que ha publicado una carta dirigida a Vladimir Putin solicitando que ponga fin a la tortura sistemática.

Pero hay pocas expectativas de que se realice un verdadero balance del abuso en el hospital penitenciario de Saratov u otras colonias penales en Rusia. El problema de la corrupción entre las autoridades suele estar acompañado por un código de honor entre los reclusos que castiga a las víctimas de delitos sexuales rebajándolas a la casta de los “intocables”, que son acusados regularmente. Es difícil convencer a muchos para que hablen.

Savelyev dice que la reacción oficial en Rusia ha sido “débil”, señala que los sistemas penales y legales están “construidos sobre la tortura” y que reformarlos podría ser imposible.

“Parece necesario prender fuego el sistema y construirlo de nuevo”, dice Savelyev, que pasó más de siete años entre rejas por cargos relacionados con drogas.

El acceso a los vídeos

Dice que ahora se siente a salvo, aunque su familia sigue estando en riesgo en su Bielorrusia natal. Se enteraron de que él era la fuente de las filtraciones del sistema penitenciario después de que escapara a Francia, lo que dice haber logrado a pesar de que las autoridades rusas sabían que trabajaba con Osechkin desde poco después de su liberación este año.

Se escapó de Rusia el mes pasado a través de Bielorrusia, pasó por el norte de África y llegó a Francia, donde solicitó asilo.

Savelyev dice que no fue víctima de violencia en Saratov, pero que el abuso sistemático de otros reclusos es un hecho bien conocido. Después de ser identificado como un interno confiable que podía trabajar con computadoras, explica, lo designaron como una suerte de administrador de sistemas con permiso para revisar archivos, incluyendo las grabaciones de las cámaras que los guardias llevan en el cuerpo.

Fue entonces cuando empezó a ver videos de tortura y abuso sexual. No recuerda el momento exacto en el que empezó a copiar los archivos, cuenta, pero sí que su motivación fueron el asco y la sensación urgente de que el abuso tenía que hacerse público.

“Todos habían escuchado algo al respecto”, dice. “Pero escuchar es una cosa y verlo por ti mismo es algo muy distinto… Nunca tuve ninguna duda de que esto era lo que tenía que hacer”.

Desde la publicación de los registros filtrados, dice Osechkin, otros informantes han comenzado a filtrar videos desde adentro de al menos otras cuatro cárceles rusas. “Estoy orgulloso de haber dado el ejemplo para otros que tienen acceso a esa información”, dice Savelyev, que se ríe de las frecuentes comparaciones con el informante de la NSA Edward Snowden.

En Saratov, más de 400 reclusos se han quejado ya de la tortura, extorsión y abuso sexual de las autoridades penitenciarias. “Es un número muy grande”, dice. “Nunca se había visto algo así”.

Hay pocas posibilidades de que pueda regresar a Rusia o a su Bielorrusia natal en el futuro inmediato. Pero por ahora, dice, se siente a salvo. “Quiero seguir con esto”, dice. “Por primera vez en muchos años, lo que estoy haciendo me da satisfacción y ayuda a otras personas”.

Traducción de Ignacio Rial-Schies.

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