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Por qué esta vez puede ser diferente el intento de diálogo entre el Gobierno y la oposición de Venezuela

Jorge Rodríguez por Venezuela, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, el mediador noruego Dag Nylander y el representante de la oposición, Gerardo Blyde Pérez, en la inauguración del proceso de diálogo

Ayelén Oliva

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Por qué esta vez funcionará si tantas otras veces fracasó. Esa es la pregunta que se hacen los venezolanos sobre este nuevo intento de diálogo entre el Gobierno y las distintas ramas de la oposición. No es la primera vez que lo hacen. Este es el sexto intento de la historia si tomamos las negociaciones que se dieron durante la presidencia de Hugo Chávez.

Esta vez fue en México y con Noruega como mediador. La cita para cerrar las condiciones del diálogo es la antesala de un encuentro previsto para finales de septiembre. Este primer paso terminó con la firma de un memorándum de entendimiento, en la noche del viernes, entre el jefe de la delegación del Gobierno venezolano, Jorge Rodríguez, y la oposición.

Además, este sector reafirmó su compromiso “irrenunciable” para lograr un pacto de convivencia democrática que permita “elecciones libres, justas y verificables”. Nicolás Maduro también respaldó la decisión.

Si bien no existen grandes expectativas de lo que pueda llegar a pasar —muchos lo consideran un simple recurso de Maduro para ganar tiempo—, no faltan venezolanos que piden colaborar con el proceso.

“Todo aquel que tenga la posibilidad de tener incidencia dentro de esto dos grupos, ya sea un aliado o un tercer país, debería hacer todo lo esté a su alcance para que esto avance. Venezuela vive una emergencia humanitaria que provoca un sufrimiento evitable en las personas”, explica a elDiario.es Luz Mely Reyes, periodista y especialista en comunicación política.

Existen algunos elementos nuevos en esta negociación. Uno de ellos es el cambio en el tono. Las bajas expectativas y la extremada reserva en la información durante los días previos al encuentro hacen que estas conversaciones se desarrollen con más prudencia, al menos en comparación con las de años anteriores.

“Un indicador es el silencio que hay aquí en Venezuela. En los procesos previos, el Gobierno siempre tomaba la delantera, filtraba información. Ahora las dos partes están silenciosas. Interpreto que hay interés en esta conversación y que no se pueden repetir los errores de antes”, dice Ricardo Sucre Heredia, politólogo y profesor la Universidad Central de Venezuela desde Caracas, en conversación con este medio.

En segundo lugar, este encuentro tiene como objetivo en esta primera instancia y a diferencia de los anteriores construir “las reglas de las negociación”. Dicho de otro modo, el marco sobre el cual se sentarán a hablar, algo que en las veces anteriores no existió.

En tercer lugar, la posición del actual Gobierno de Estados Unidos con Venezuela cambió. La Administración Biden revirtió la posición de los años Trump. La nueva gestión busca promover un diálogo político entre venezolanos reduciendo al mínimo su participación. Así lo ve incluso el Gobierno de Caracas.

El Gobierno de Maduro que venía manteniendo conversaciones con el Gobierno republicano ya no las tiene. “En épocas de Trump tuvimos mucha comunicación con la Casa Blanca, con Elliot Abrams, con el Departamento de Estado. Hoy por hoy, no tenemos ninguna comunicación con el Gobierno de Estados Unidos, esa es la verdad”, dijo Nicolás Maduro la semana pasada.

Pero además, el sector de la oposición liderada por Juan Guaidó llega más debilitado en términos de respaldo internacional que las oportunidades anteriores. El momento de oro que tuvo Guaidó quedó atrás. Si bien tiene el respaldo del Gobierno de Estados Unidos, la posición de este país no es la misma que en los intentos anteriores.

Por último, el alineamiento de la Unión Europea con Estados Unidos se plantea como una nueva variable, donde la negociación aparece como la principal salida a la crisis.

La oposición llega dividida

No existe una única oposición en Venezuela. Si en algún momento estuvieron más cerca de presentar algún tipo de unidad, eso fue durante los años fuertes de Juan Guaidó. Pero eso es historia. El autoproclamado presidente encargado de Venezuela ha perdido legitimidad tanto dentro como fuera de Venezuela.

Además, en este último tiempo, ha crecido la percepción que la oposición está estancada. “Hay una desesperanza, una sensación de control eterno y no puede salir de eso”, dice Sucre Heredia.

La oposición se presenta dividida en al menos dos bandos: los que participarán de la mesa de negociación y los que no. Por eso varios especialistas definen a este intento de negociación como un diálogo entre el Gobierno y el G4, que deja a muchos otros actores afuera. Maduro los quiere a todos adentro pero el espacio que representa Guaidó no cree que muchos de ellos sean una “verdadera oposición”.

Entre los que sí quieren participar existen tres grupos. El sector de mayor peso político, más conocido como el G4, que integran Primero Justicia de Julio Borges, Voluntad Popular de Leopoldo López, el tradicional Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Éste fue el primer sector en confirmar su participación.

También está la llamada “mesita”. Un colectivo de una veintena de partidos, agrupados bajo el sello de Alianza Democrática, que se han mostrado más dispuestos al diálogo con Maduro, lo que les generó el apodo de “los alacranes” o la “oposición colaboracionista”.

Entre las figuras política de “la mesita” está el diputado Javier Bertucci de El Cambio y Herny Falcon de Avanzada Progresista. Para Sucre Heredia, “esta no es un oposición que busque diferenciarse con el Gobierno. Es una oposición que juega con las reglas del sistema pero no lo desafía”.

Henrique Capriles, que fue candidato a presidente dos veces y se considera más moderado que Guaidó, rompió este jueves su silencio al llamar a participar y votar en las elecciones regionales de noviembre y confirmó que también participará de las conversaciones.

“La división de la oposición en Venezuela, sobre todo en el caso de Capriles que llamó a participar en las elecciones regionales, plantea un escollo para terminar de entender qué va a buscar el grupo que se va a sentar en la mesa de negociación y qué están buscando estos otros grupos de oposición”, dice Luz Mely Reyes.

“El proceso de negociación es entre la oposición y Maduro, no es entre dos Gobierno, es entre el Gobierno de Maduro que controla el poder y nosotros que somos la oposición”, dijo Capriles en una rueda de prensa en referencia a una parte del antichavismo que dice tener la “Presidencia interina” de Venezuela.

La exdiputada María Corina Machado, el ala más dura de la oposición, no participará del encuentro porque no lo considera un mecanismo que lleve a resolver el problema.

Un Gobierno con dos caras

Jorge Rodríguez estará al frente de esta rueda por parte del Gobierno. Definido por muchos en Venezuela como un “negociador duro”, una “persona astuta” y hasta una especie de “mente política” del actual Gobierno, es sin duda un hombre fuerte del chavismo. Fue vicepresidente durante los años de Hugo Chávez, pasó casi una década como alcalde de la ciudad de Caracas y actualmente es presidente de la Asamblea Nacional elegida en 2020 y no reconocida por la oposición. Pero además, es el hermano de la poderosa vicepresidenta de Venezuela y exministra de Relaciones Exteriores Delcy Rodríguez.

“Cuando hay que jugar duro, él juega duro. Sin embargo, sigue siendo el interlocutor de todo aquel cree que mediante el diálogo y los nexos con grupos que piensan distinto se puede avanzar algo”, dice la especialista venezolana.

También está Héctor Rodríguez, de 39 años, que ha pasado por varios cargos de ministro en diferentes carteras como Deporte, Juventud y Educación, además de miembro del poder Legislativo pero que actualmente ejerce como gobernador del estado de Miranda. Si bien no tiene el peso político del anterior, juega un rol de moderado entre los dos.

“Es una figura que en el público no chavista genera menos rechazo de Jorge Rodriguez. La combinación de los dos Rodríguez, uno más duro y el otro más conciliador, pero dentro de un mismo proyecto político”, explica Sucre Heredia.

Este jueves, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, informó de que su hijo, el diputado Nicolás Maduro Guerra, también formará parte de la delegación del Gobierno.

Las metas del diálogo

El Gobierno se sienta a la mesa con tres demandas prioritarias: el reconocimiento del Gobierno como poder Ejecutivo por parte de las oposiciones, la condena de la violencia como práctica política y el levantamiento de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos.

Estados Unidos reafirmó este jueves que está dispuesto a revisar su política de sanciones contra Venezuela si se dan “avances significativos” en las conversaciones.

Por su parte, el G4 pide acordar una elección presidencial con condiciones justas capaces de garantizar la competencia electoral. Eso implica permitir las misiones de observación electoral internacionales como la de Unión Europea, revertir la inhabilitación de candidatos y liberar a los políticos presos. El último político detenido ha sido Freddy Guevara, número dos de Juan Guaidó, en julio.

La antesala de las elecciones regionales

Esta semana se ha abierto el plazo para las inscripciones de candidaturas para las elecciones regionales y locales del 21 de noviembre. La oportunidad para formalizar candidaturas durará hasta agosto pero lo que no se conoce es si participará la oposición y, en tal caso, de qué modo lo hará.

“La estructura electoral está desmontada, desde la maquinaria hasta los fiscales de los partidos políticos de oposición. Hay que buscar cómo restablecer la organización político-electoral de los grupos de oposición”, dice Luz Mely Reyes.

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