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Análisis Mario Party 10, la fiesta de Nintendo aterriza en Wii U

Mario Party 10

Noelia Valbuena

A pesar de las tendencias que apuntan al juego online desde hace ya unos cuantos años, Nintendo se mantiene fiel a un estilo en decadencia pero que muchos jugadores siguen echando de menos: las sesiones de juego en grupo frente a una misma TV.

Son muchos los títulos de la Gran N que apuestan por esta fórmula, algunos incluso se presentan como principal acompañante y reclamo para cada nueva consola de la firma nipona, y desde luego, parece claro que a pesar de todo, sigue funcionando.

Mario Party aparte de ser uno de los principales exponentes del juego en grupo, también es una de las series con más títulos a sus espaldas, y eso de una forma u otra implica que cuenta con suficientes seguidores que hagan mantener viva la llama. Se trata de un juego familiar, asequible para todo tipo de público, pero que suele ofrecer un planteamiento enfocado a los más pequeños de la casa gracias a sus sencillos minijuegos y ese estilo alegre y colorido con el que siempre se presenta este particular juego de mesa virtual.

Con la décima entrega, la primera para Wii U, Nintendo apuesta por la misma línea de siempre, lo cual puede suponer una gran alegría para los fans de la franquicia, sin emabrgo, al igual que en cualquiera de las anteriores ediciones, mantiene ese planteamiento simplón que puede echar para atrás a los jugadores más exigentes.

Mario Party 10 nos vuelve a poner sobre la mesa un desafío en el que los principales personajes de la factoría Nintendo se enfrentan para conseguir el mayor número de estrellas mientras avanzan por las casillas de un tablero que propone multitud de pequeños eventos, minijuegos y pruebas de todo tipo en las que competir o colaborar para hacerse con la victoria final.

Como suele ser habitual, el azar cuenta con un peso importante, aunque en esta ocasión parece que se ha minimizado su efecto. Tradicionalmente siempre ha resultado ser uno de los aspectos más frustrantes de anteriores Mario Party, entre otras cosas porque nuestra destreza y habilidad en los distintos minijuegos solía ser un aspecto secundario, llegando a convertirnos en meros espectadores mientras perdemos todas nuestras preciadas estrellas simplemente por caer en una mala casilla. Afortunadamente esta vez, a pesar de que se producen innumerables eventos azarosos, tendremos algunas opciones para controlar el devenir de la partida.

Aunque nuestros personajes se desplazan en un mismo vehículo por el tablero, tendremos opción de conseguir dados especiales, que a diferencia de los clásicos cubos numerados del 1 al 6, nos ofrecen la posibilidad de lanzar dados con resultados como 0-1 o 4-6, los cuales permiten evitar o conseguir un resultado concreto. Los eventos aleatorios también parecen haberse suavizado, y aunque podremos perder muchas estrellas por situaciones que escapan por completo a nuestro control, las penalizaciones suelen ser menos drásticas.

Las principales novedades de Mario Party 10 sin embargo, las encontramos en sus nuevos modos de juego, destacando Bowser Party como el gran añadido capaz de sacar partido del gamepad e incluyendo la posibilidad de que se incorpore un quinto jugador a la fiesta.

En esta modalidad,  a diferencia de la experiencia Mario Party tradicional, un jugador podrá encarnar a Bowser, y su labor no será otra que perseguir, acosar y hacer la vida más difícil al resto de jugadores, ya sea a través de sus minijuegos propios, o manipulando el desarrollo de la partida sobre el tablero de juego.

El objetivo del equipo será llegar al final del recorrido para hacerse con la superestrella que aguarda en la última casilla, Bowser por su parte, tendrá que eliminar a los participantes quitándoles todos sus corazones, que esta ocasión, hacen la función de “vidas”.

Es probablemente la modalidad más divertida de todas, y aunque el número de minijuegos es muy limitado, hacen un uso interesante de la asimetría que ofrece la segunda pantalla del gamepad, en la que Bowser tendrá información y posibilidades ocultas para el resto de personajes que jueguen en la TV.

La tercera modalidad es Amiibo Party, en la que se podrán utilizar las populares figuras para crear tableros personalizados con el personaje que represente y obtener una serie de ventajas no disponibles en otras modalidades. Aquellos que dispongan de alguna de estas figuras, agradecerán poder sacarles provecho, pero lo cierto es que se trata de un modo anecdótico, que no termina de aportar grandes diferencias ni aspectos rompedores respecto al modo principal.

Mario Party 10 vuelve a ser un lanzamiento divertido que cuenta con enormes virtudes para aquellos que busquen una forma amena de divertirse sin demasiadas exigencias, sin embargo, nos vuelve a dejar un cierto regusto agridulce porque cuenta con algunos de los principales inconvenientes que lleva arrastrando la franquicia desde sus inicios.

El primero y más importante son los propios minijuegos, donde a  pesar de la variedad que aportan sus más de 70 pruebas, encontraremos demasiados casos en los que la jugabilidad se ve resentida por un planteamiento tan simple, que apenas invita a jugar de nuevo. No son todos los casos, también nos encontramos juegos sorprendentemente atractivos a pesar de que muchas de las mecánicas implican acciones tan simples como agitar un wiimote o pulsar un único botón, pero lo cierto es que hay enormes desequilibrios en la calidad y nivel de inspiración de muchas de las pruebas, llegando a dar la sensación de que algunas son meras incorporaciones “de relleno”.

La segunda gran pega vuelve a ser lo tedioso que puede resultar el desarrollo de una partida. La cantidad de animaciones, el tiempo para que se produzcan los eventos, o el propio proceso de tirar los dados puede provocar que todo fluya de forma terriblemente lenta, llegando incluso a saturar a medio plazo. Por suerte, siempre tendremos la oportunidad de jugar en modo libre, participando en los distintos eventos y minijuegos sin ningún tipo de preámbulo. El problema es que la falta de incentivos de muchas de las pruebas, pueden provocar que nos centremos sólo en un puñado de ellas, lo que lleva inevitablemente a consumir su encanto rápidamente.

Por último, no podemos dejar de lado el hecho de que a pesar de tratarse de un juego para jugar en compañía en un mismo salón, carece por completo de opciones online, algo incomprensible a estas alturas de la vida que no hace otra cosa que restar interés al juego a largo plazo.

En definitiva, Mario Party 10 es un juego demasiado conservador que apenas ofrece propuestas rompedoras respecto a sus predecesores, y eso es algo que puede pasarle factura. La incorporación de la modalidad Bowser Party desde luego, supone un incentivo tan atractivo como contar con todo un elenco de nuevos minijuegos, pero queda lejos de sorprender.

Se trata de un título muy apto para los fans de la saga, pero incapaz de seducir por sí mismo a los jugadores exigentes. Aun así, nos encontramos ante uno de esos lanzamientos que invitan a jugar en compañía si contamos con invitados o amigos a mano, y es que a pesar de todo, se trata de la excusa perfecta amenizar cualquier velada.

Lo mejor:

Lo mejor:

  • Cuenta con todo el encanto de la franquicia, incorporando algunas novedades interesantes.
  • El modo Bowser Party ofrece algunos momentos realmente divertidos.
  • El azar, aunque cuenta con un gran peso, se ha suavizado respecto a otras entregas de la serie.
  • Variedad de opciones, desbloqueables y minijuegos.
  • Una vez más, un juego perfecto para que los más pequeños de la casa disfruten como enanos.

Lo peor:

Lo peor:

  • Muchos de los minijuegos son tan sencillos, que carecen prácticamente de interés.
  • El desarrollo de las partidas sobre el tablero puede hacerse muy pesado a medio plazo.
  • El uso de los Amiibos y la modalidad específica para ellos, no se ha explotado todo lo que debería.
  • La ausencia de una modalidad online es dolorosa.
  • Se echa en falta una renovación en el planteamiento para ofrecer una experiencia capaz de atraer a jugadores más exigentes. Seguimos pensando que da para mucho más.
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