El caos griego
La problemática situación que vive la República Helenística remonta a los incendios del verano de 2007, saldados con más de 60 muertos y miles de damnificados. Los ciudadanos griegos, totalmente en desacuerdo con la gestión en el país, el desastre ecológico y humano, estaban, a su vez, atemorizados.
El miedo sobrepasaría su insatisfacción llevándoles a tomar una decisión poco madura. Esta decisión fue la de elegir el mismo gobierno conservador por segunda vez consecutiva. Nueva Democracia perdía escaños, pero alcanzaba la mayoría en los comicios de septiembre del pasado año.
Pero es muy posible que incluso si el gobierno hubiera cambiado de color, el resultado final hubiera sido el mismo. En Grecia hay dos partidos mayoritarios, dos partidos políticos corruptos que cada año se ven envueltos en escándalos financieros. Lo que el país quiere, y necesita, es un cambio radical.
Esta idea de “cambio radical” siempre ha estado presente en la mente de los ciudadanos griegos, encerrada en el interior de cada uno de ellos. En un momento dado, algo sacó esta idea a la superficie, provocando las enormes explosiones de rabia que sacudieron al país.
El asesinato de un niño de 15 años, Alexis Grigoropulos, fue el evento clave que provocó esta explosión. El hombre que disparó al niño, Epaminondas Korkoneas, era un policía destinado al departamento de Eksarhia (en el centro de Atenas) durante aproximadamente siete años, aunque la legislación al respecto establece que no puede permanecer en el mismo centro de trabajo más de tres años. Si consiguió quedarse tantos años en el mismo destino es porque algún contacto (familiar u otro) pagaba por ello. Nunca entendió que esta ley tenía un por qué, y el por qué era precisamente prevenir una situación como la que finalmente ocurrió.
El agente explicó que disparó al aire para intimidar a la gente congregada y conseguir, de este modo, que abandonaran la zona en donde estaban concentrados. Pero en este punto, conviene recordar, que Eksarhia es el centro estudiantil de Atenas.
Anarquistas, comunistas y socialistas se reúnen en Eksarhia. Es el lugar que da a luz a las ideas, pero también donde nace la violencia. Es una zona que tradicionalmente (tras la caída de la dictadura en la década de los setenta) ha sido calificado como peligrosa, aunque en la actualidad ha dejado de serlo.
Así pues, este hombre que permaneció en el mismo departamento durante varios años, como consecuencia de la corrupción estatal, es, al mismo tiempo, el precio que pagar por la inconsecuencia del Estado… un joven inocente muerto.
Tras su muerte llegó el caos
Los estudiantes expresaban su insatisfacción con el sistema educativo. Los inmigrantes recordaban que llegaron al país para alcanzar sus sueños, aunque quedaron relegados a meros drogadictos en las calles del barrio de Omonia. Los trabajadores no dejaban de apuntar hasta qué punto estaban siendo afectados por la crisis económica. Y todo ello, sin olvidar el gran escándalo inmobiliario que implicó al Gobierno griego y al monasterio ortodoxo de Vatopedi situado en el monte de Athos (Estado Monástico Autónomo bajo soberanía griega, en el Norte del país).
La consecuencia de esta situación crítica, latente, ha conducido al pueblo hacia el inevitable estallido de violencia, estos disturbios representan los gritos de la gente hacia el Estado. Un Estado que no se preocupa por sus ciudadanos.
Texto: Christos Boussoulas. Teólogo de la National and Kapodistrian University of Athens.
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